30 años del Unplugged de Nirvana.
Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
30 años del Unplugged de Nirvana.
Mi pálpito era una victoria ajustadísima de Massa, pero en mi interior se ordenaban las palabras propias del buen guerrero: "esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor". Esa era mi consigna. Hoy, el día después, con el resultado puesto y la cabeza pesada como un volquete, creo que -en principio- una sola cosa termina quedando clara; no es nada nuevo, es la lección que la historia reciente nos ha dado, y que tratamos de no verla para (en cambio) enumerar una a una todas las barbaridades del "libertario-liberal". El problema: la manteca, o el pan, o la yerba a mil pesos le ganan a cualquier postura aberrante que alguien pueda tener respecto a: las mujeres, las minorías sexuales, los derechos humanos, la educación y la salud pública, o el cambio climático. Y el candidato que presentó el oficialismo fue el actual ministro de economía, es decir, el de la manteca, el pan y la yerba a mil pesos (poco más, poco menos). Con el diario del lunes queda más claro: muy difícil ganar así. Se podrá decir, y con razón, que muchos de los votantes de Milei no tiene problema en pagar ese monto por los productos. De acuerdo, pero sí tienen problemas para acceder al dólar. Es decir: el factor económico unió por arriba, por abajo y por el medio. Y resulta clave para entender el resultado final. Porque el odio que expresan en el resto de sus lógicas: el Estado parasitario, el político corrupto, etc., vienen después de las restricciones al bolsillo; no antes.
"Esto no es una carta para vos (qué te puedo decir que ya no te haya dicho, de bueno y de malo?), sino que, como otras veces, utilizo tu imagen de interlocutor privilegiado para desarrollar mi monólogo de búsqueda, buscando precisamente que tu imagen me ayude a no salirme demasiado de la razón."
"Lo que recién me doy cuenta es qué es lo que he realizado en Buenos Aires: abrí una salida al exterior, e independicé la conciencia y el inconsciente, o si se quiere el yo onírico, que hasta ese momento y durante unos cuantos años habían funcionado casi como una sola cosa, o al menos se conocían y se reconocían y se pasaban información muy fácilmente entre ellos. Ahora el mundo de los sueños (y por lo tanto, la literatura) me está vedado; muy de tanto en tanto logro rescatar algo, pero difícilmente tengo oportunidad de alguna elaboración provechosa: estoy asquerosamente proyectado al mundo exterior, entrampado en la sobrevivencia, trabajando todo el día como una hormiga para mantener funcionando mi economía mínima. Me falta ocio, que siempre fue mi actividad primordial,"
" Después de haberme resistido toda la vida a trabajar "como mi padre", tomé de mi padre los peores aspectos (los peores aspectos de cómo yo lo percibía a través de mi Edipo - Edipo que, creo, me agarró otra vez-) y con ellos me construí una personalidad de laburante. Tendría que conseguirme otro modelo, no? Hay gente que trabaja y que sin embargo no por eso es mala."
"Estoy sin pareja, y sufro por eso, pero me parece que sufro cada vez menos; cuando estoy en mi nueva casa siento que me expando (en la otra, me comprimía, hasta que me dolía la cabeza), y por momentos pienso: "si viniera una mujer a vivir aquí, dónde la pondría para que no me molestara?", y no hay caso: no tendría lugar, ni aunque fuera el doble de grande y complejo. Por otra parte extraño la relación sexual, y esa forma de descanso incomparable que significa disolverse, aunque sea muy brevemente, es una relación afectiva."
"Mi último descubrimiento es que, aquí, toda la cultura es neutralizada, por el expediente de traducirla inmediatamente a información. No hay cultura; hay información, una información manejable racionalmente; pero el hecho cultural modificador no existe, no tiene entrada. No hay entrega. Se lee un libro y se va archivando como información, sin percibir el alma que escribe. Es que aquí no se conoce la experiencia espiritual, no hay otra dimensión del ser que la eficacia productiva, la ubicación social, la competencia. Es increíble. Sin duda tendré que acostumbrarme a esto, pero me di cuenta de que tengo ganas de seguir insistiendo en tratar de patentizar la existencia del alma."
"Miedo de complicarse, miedo de equivocarse (otra vez!), miedo de sufrir (otra vez!), miedo de comprometerse y quedar pagando, miedo de perder, miedo de volverse vulnerable, miedo de ser dominado, miedo de volver a sentir la mordedura de los celos, miedo de extrañar, miedo de defraudar y defraudarse, miedo de volver a la vida, es decir, miedo de amar. Te comprendo, te comprendo perfectamente, pero mucho me temo que no hay nada que hacer, que tendremos que jodernos, ambos, y mucho."
"Escribo para escribirme yo; es un acto de autoconstrucción. Aquí me estoy recuperando, aquí estoy luchando por rescatar pedazos de mí mismo que han quedado adheridos a mesas de operación (iba a escribir: de disección), a ciertas mujeres, a ciertas ciudades, a las descaradas y macilentas paredes de mi apartamento montevideano, que ya no volveré a ver, a ciertos pasajes, a ciertas presencias. Sí, lo voy a hacer. Lo voy a lograr. No me fastidien con el estilo ni con la estructura: esto no es una novela, carajo. Me estoy jugando la vida."
"CARTAS A LA PRINCESA" (MARIO LEVRERO)