"Titane" surge, según cuenta su directora en una entrevista, a partir de sueños que ella misma tuvo, en los que daba a luz partes de autos. Y, luego de ver la película, la sensación es la de haber sido atropellados por uno.
Lo más frecuente en el cine que nos importa es la intensidad emocional (que en "Titane" también está, y a borbotones) que nos pueda generar; lo que resulta más difícil es pensar en el cine como una experiencia física, una experiencia del cuerpo, de la existencia del dolor del cuerpo, y de una forma tan radical como la que plantea el film. Es que para ello está el teatro, y no todo el teatro, claro; hay que saber buscarlo (pienso, por citar un caso presente, en la puesta en escena de "Habitación Macbeth", de Pompeyo Audivert.
Si, según Alan Pauls, Borges genera rechazo por haber sido el escritor que "pensó todo", de "Titane" podemos decir que -si generó rechazo- no sería tanto por la potencia perturbadora de algunas de sus imágenes, sino por las preguntas que promueve acerca de los cuerpos, las identidades y los vínculos. Es decir, por todo lo que importa.
Y, pequeña nota personal, además de la remisión a la adaptación teatral de Pompeyo, pienso que la película me remite a "Rabia" de Sergio Bizzio , porque -tal vez- cierta escena capital del film funciona como un reverso de cierta escena capital de una de las mejores novelas que haya leído en los últimos años.
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