"A lo largo de casi un siglo, en efecto, Borges ha sido, sucesiva y simultáneamente, el escritor nacional por excelencia y el emblema de la extranjería más recalcitrante, ha sido la versión sofisticada del populismo urbano y el portavoz de la abstracción y la metafísica, ha hecho hablar como nadie a lo local y ha redefinido la universalidad literaria, ha sido popular y culto. provinciano y cosmopolita, reaccionario y revolucionario, antiguo y moderno, moderno y posmoderno. Borges ha sido el principio de todo y también el fin. Nada de la literatura le es ajeno, y mucho menos aquello que pretende ignorarlo, negarlo o sustraerse a su influencia. No hay un afuera de Borges (como alguna vez no hubo un afuera del marxismo ni un afuera del psicoanálisis, por mencionar dos disciplinas-ventosa de las que le gustaba mucho mofarse), y eso es en el fondo lo que enfurece tanto a sus detractores, si es que todavía queda alguno que no haya capitulado: no su condición paradigmática, ni su "intelectualismo", ni la "falta de vida" de su literatura, ni su apuesta por el fundamento autorreferencial de la ficción, ni su estética del asombro, ni su regresismo político, sino el hecho absolutamente radical de haberlo pensado todo. No importa lo que hagamos en tanto que escritores -prosa, verso, relato "puro", narración reflexiva, auto ficción, ensayo narrativo, ficción documentada -, no importa si militamos por el género o el transgénero, la contemporaneidad o el anacronismo, la inteligencia o la estupidez, el sentido pleno o el nonsense, el pastiche o la invención, siempre tropezamos con Borges. Quiero decir: cualquier idea sobre la literatura que conciba o practique un escritor argentino se mueve en un campo de problemas, disyuntivas y enigmas que la literatura de Borges delimitó, organizó y a su manera "solucionó" -esas "soluciones" configuran de algún modo la obra Borgeana-, y del que incluso previó las incertidumbres con las que desvelaría a las generaciones futuras, borgeanas o no. No somos borgeanos sólo porque cada vez que escribimos sobre él no podemos evitar escribir como él. Somos borgeanos porque cualquier decisión literaria que tomemos, por anómala o salvaje que sea, ya está inscripta de algún modo- como problema, como excentricidad demente, incluso como pesadilla -en el horizonte que Borges trazó."
"Si podemos escribir a partir de Borges - si no somos escritores borgeanos- es porque Borges, en rigor, no nos enseñó a escribir sino a leer; nos enseñó que el que puede pararse ante la literatura como un lector puede escribirlo todo."
"TEMAS LENTOS" (A. PAULS)
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