"¿Qué es querer? No se puede saber qué es el amor, pero, ¿no sentís que querer es poder hacer creer? Algo debió ocurrirme a los catorce, quince, dieciséis años. Desde entonces, de los ojos hacia atrás sigo siendo el mismo y siento que mi cara es aquella misma, mi misma piel, el mismo pelo. Mi cara es esa. Tengo catorce o quince cuando pienso o cuando hablo. Después, si me miro en el espejo, desde los ojos hacia adelante soy un señor, parecido a mis tíos, igual a mi papá. Mientras me lavo los dientes y la cara, o me afeito o me peino soy eso: uno de esos viejos de mi familia que ya murieron, pero no bien me aparto del espejo vuelvo a ser yo, aquel otro, el nuevo que me creo que sigo siendo todavía. ¿A quién ves vos en el espejo?"
"La idea dominante es huir, pero huir hacia un destino consensual y compartido de modo que cualquier fuga parezca un viaje. Así han de migrar las aves ahuyentadas por la escasez que provocan los predadores, o por el terror a las especies de rapiña introducidas artificialmente por los que cuidan sus cultivos y sus ámbitos de recreación. Huyen, y no bien emprenden la fuga encuentran un motivo natural para seguir adelante; siempre al alcance de la vista tendrán una isla, un bosque, o una planicie prometiendo con su verde chato la meta del bienestar. O no habrá nada ante la vista salvo un desierto de arena, piedra o agua, cuya presencia convierte a la fuga en un motivo para seguir buscando, huyendo."
"Debía ser el amor. El amor también podía ser un largo viaje por el tiempo destinado a coleccionar recuerdos de recuerdos que con los años irían evocándose y cambiando."
"Nada se puede saber. Imaginar lo que pueda estar pensando, sintiendo, o pensando-sintiendo alguien que forma parte o que genera los hitos de la propia vida, requiere poner en juego la memoria de todo lo que se sabe sobre el otro y sobre todas las cosas del mundo. Es como uno de esos ejercicios que demandan la intervención de músculos que casi nunca se emplean conscientemente y que por eso exigen poner en juego toda la voluntad. Pero la voluntad en acción arrastra con ella los deseos, lo que uno quiere hacer del otro. Y eso es algo que también se ignora. Idealmente, pensaba, habría que imaginar al otro como si uno mismo no existiera, pero se actúa a la inversa y se imagina lo que siente o piensa el otro como si fuese el otro quien no existe. Pero seguro existe. Quizás exista mal, pero igual existe permanentemente. Y uno también existe permanentemente."
"Incluyendo la muerte, pensaba, todos los finales son tan aparentes como el punto final del día: dormir. Uno se duerme y queda ausente de todo. Aunque entre al sueño sabiéndose mirado o esperado, duerme y suspende su permanencia en el mundo."
"El amor podría ser también eso: la producción constante de recuerdos de un entresueño compartido."
"Los hogares tienen hombres, mujeres y niños: familias. Tal vez antes no, pero actualmente las familias son tan lábiles y frágiles que necesitan parecerse entre sí para que cada uno de sus miembros viva seguro de su identidad. De lo contrario se disolverían: nadie sabría quién es. Y en el esfuerzo por parecerse y asimilarse, las familias se van despojando de su identidad de "hogar."
"El miedo: todo eso, todo aquello, se derrumbará. Pero entre los estertores del derrumbe seguirá habiendo intervalos en los que el dolor, el miedo y el asombro por todo lo que se perderá inevitablemente dejan lugar para que la vida recupere su pulso: aparecer, brillar, crecer y marcar su paso antes de borrarse."
"LA INTRODUCCIÒN" (FOGWILL)
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