"Alguien decía que de su padre conservaba tres fotos, de su abuelo una sola, y de él tenia varios miles, en el teléfono, la computadora, en pendrives y cds. En efecto, hoy día se toman fotos todo el tiempo en todas partes. La abundancia hace que no se les dé importancia. En la era de la imagen nada más devaluado que la imagen. La abundancia devalúa. Y en la sociedad de consumo todo parece abundar. Hace cien años las fotos eran objetos raros y preciosos, y hasta debían conservar algo del prestigio de lo mágico, aun cuando estaban al alcance de casi cualquier familia. Sería bueno que volviera a haber algo así. Un programa de acción para alguien que quisiera enriquecer al mundo, cuando todo el esfuerzo está puesto en crear y multiplicar la abundancia, sería crear nuevas escaseces."
"La imagen digital es fantasma del objeto. Tengo la teoría de que el objeto va a volver, con toda su realidad, su dignidad, su belleza, su apelación a los cinco sentidos. No creo que la humanidad se resigne al mundo espectral de las pantallas, teniendo a su alcance a los objetos. Sobre todo porque el objeto nunca se fue del todo. Los mismos dispositivos del mundo digital, pasablemente fetichizados, están ahí para recordarlo."
"A propósito de los altos precios a los que Picasso podía vender sus cuadros, la imaginación popular forjó la leyenda según la cual cuando quería algo, lo dibujaba (vendía el dibujo y con ese dinero compraba el objeto deseado).
Recuerdo haber leído lo que parecía un episodio de un cuento infantil, aunque lo daban por verídico: Picasso caminando por el campo encontraba a una viejecita, charlaba con ella, le oía decir que su ambición nunca realizada era tener una casa propia. Sacaba un bloc del bolsillo, dibujaba una casa, firmaba y le daba la hoja a la señora.
Ahora bien. William Rubin, que fue director del MoMA y amigo de Picasso, cuenta en sus memorias que cuando dibujaba algo, Picasso tenía que hacerlo una y otra vez, la primera nunca lo satisfacía, debía "calentar la mano" y repetir varias veces hasta que le saliera bien. Curioso dato, tratándose de un artista de legendaria seguridad en la improvisación. (Y no hay motivo para dudar de la palabra de Rubin)
El que crea lo dicho en el primer párrafo y sepa lo del segundo podría llegar a la conclusión de que las insatisfacciones y repeticiones de Picasso no se debían a escrúpulos o dudas estéticos (¿cuáles podría tener, el más grande de los pintores modernos?) sino a la eficacia mágica de valor de cambio que tuviera el dibujo."
"Cuando uno toma una pastilla para remediar o aliviar algo, lo hace con un trago de agua. El efector sanador, si se produce, lo atribuimos a la pastilla, pero en realidad la que lo produce es el agua con que la tragamos. Tantas veces para lo mismo, tanto nos equivocamos sobre lo que actúa y lo que acompaña. Eso es porque nunca nos pasa algo por acción de un sólo agente, siempre son por lo menos dos, el importante y el accesorio, y es fácil confundirlos, ya que el efecto se desprende de los dos sin dejar dicho de cuál lo hizo. Y el error puede ser más frecuente si interviene un tercer agente, que siempre lo hay. En el ejemplo de la pastilla, además del agua está el vaso que la contiene."
"El habitante de las ciudades modernas ve tantos reflejos como cosas, si no ve más reflejos que cosas, tomando en cuenta que las cosas, en tanto tengan una superficie pulida, están cubiertas de reflejos, por lo que es difícil ver una cosa sin ver también un reflejo, o dos. Las grandes superficies vidriadas, que proliferan, contienen una segunda ciudad. El hábito nos hace ignorar esa incesante duplicación, el hábito y un condicionamiento protector, ya que si estuviéramos todo el tiempo con la atención despierta en esa jungla espejeante podríamos desorientarnos y perder el sentido de la realidad. En muchas ocasiones, como esta en que estoy sentado en un café con grandes ventanales, vemos todo dos veces, una al derecho y otra al revés, y eso no nos inquieta en lo más mínimo."
"En el siglo XVIII, cuando las armas de fuego eran una novedad, y estaban en el aire las ideas que llevaron a la Revolución Francesa, se decía que la pólvora sería funcional a la liberación de los pueblos y la liquidación del feudalismo. Las armas de fuego pondrían a todos, ricos y pobres, en un pie de igualdad en la guerra. Los ejércitos se organizarían de otro modo, más igualitario, y el pueblo mismo podría salir a las calles en forma de ejército, ya no con palos y piedras sino armado de verdad, tan potente como las fuerzas que podían poner en pie los reyes. O más, dado su número. El joven Hegel comulgaba con esta opinión. No es imposible que estas razones hayan estado presentes en los norteamericanos que por entonces llevaban a cabo su revolución, y no es improbable que sigan activas en la mentalidad del país. Explicaría la tenacidad con la que siguen defendiendo el derecho de todo ciudadano a tener en su casa todas las armas que quiera."
"Hay un spot publicitario en la televisión que es inevitable pensar que se aplica al producto equivocado: un hombre vuelve cansado a su casa del trabajo, se arrastra, cae muerto de fatiga en la cama; su esposa en cambio vuelve a casa llena de energía, a pesar de lo mucho que parece haber hecho (compras, cargar con los niños, pelearse con la vecina). Todo indica que es la publicidad de una vitamina o un alimento vigorizante. Pero no. Es de un desodorante. Podría pensarse que los publicitarios lo hicieron para esas vitaminas, pero a sus fabricantes no les gustó. Y ya que lo tenían hecho, se lo vendieron barato al fabricante de desodorantes. Sería la explicación fácil. Pero podría pensarse también que todos los productos que ofrece el mercado responden a un deseo que puede representarse con los mismos signos."
"Me consuelo pensando que yo practico otra clase de oscuridad, quizás no menos oscura, y es la que se construye con sucesivas claridades que no terminan de crear una claridad general sino que quedan a la espera..."
"Me son indiferentes por igual el fútbol y la política, pero comprendo que sean tantos los que siguen sus vicisitudes. Dada la falta de sentido último de la vida, y el vacío que esto produce en las vidas, no es de extrañar que el común de la gente busque algo que ocupe sus días. Y se queda con el fútbol y la política en primer lugar porque son lo que está más presente en los medios audiovisuales y en el periodismo escrito, pero sobre todo porque en ambos siempre está pasando algo, y después pasa lo contrario y se borra lo que pasó antes. Todo el tiempo está pasando algo, pero con la tranquilizadora garantía de que no pasa nada. Todo recomenzará. Mantenemos domesticado al tiempo, ese enemigo."
"Los niños de poca edad cuando caminan por la calle van subiéndose a cada borde sobresaliente, a los escalones de los zaguanes, saltándose baldosas, pateando una piedra...es como si el mero caminar no les bastara y tuvieran que adornarlo con actividades interesantes; los adultos lo vuelven utilitario (caminar es "ir" a alguna parte) y no piensan más en el asunto."
"Yo cuando escribo actúo como los niños, no como los adultos. El escribir utilitario no me basta; quiero decir el escribir transitivo, escribir "algo", ir a algún lugar. Yo querría practicar una escritura que fuera solo "ir", sin "algún lugar."
"Yo no podría ser un escritor realista, porque para serlo hay que saber muchas cosas sobre la realidad, cosas que no me interesan y me sería un trabajo ingrato ir a averiguarlas. Y no sabiéndolas ni teniendo ganas de aprenderlas, para ser realista tendría que escribir sobre mí, lo único de la realidad sobre lo que sé sin tener que ir a enterarme. De modo que además de no poder ser realista, no quiero serlo."
"IDEAS DIVERSAS" (C. AIRA)