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domingo, 3 de abril de 2016

LA BURBUJA...


 

"Años màs tarde, a sòlo setenta y dos dìas (exactamente el tiempo que le llevò a Riltse pintar la primera de sus tres extraordinarias Mitades de Pierre-Gilles) de cumplir su duodècimo aniversario, Rìmini y Sofìa se separaban. Habìan batido todas las marcas de longevidad conyugal que conocìan.
Cuando la ruptura cobrò estado oficial, sin embargo, todo el mundo trastabillò, como si un temblor sacudiera la tierra o un trueno astillara un silencio de siglos. No era posible. Algunos -los poquìsimos que seguìan jactàndose de haber anticipado el desenlace- lamentaron la noticia con satisfacciòn y melancolìa, como quien deplora la desapariciòn de una instituciòn decrèpita pero entrañable, que nadie frecuenta pero que ya forma parte de un patrimonio cultural atàvico. Otros, sorprendidos, la comentaron con el tono que merecen los prodigios, como si Rìmini y Sofìa hubieran sido dos hermanos siameses que la cirugìa acababa por fin de separar y, quizà, de aniquilar. "Es como si de un dìa para el otro cambiàramos, no sè..., ¡de moneda!", sugiriò alguien en uno de los tantos cònclaves privados que los amigos, entonces, dedicaban a debatir el milagro, la fatalidad, la catàstrofe.
Lo habìan hecho todo. Se habìan desflorado y raptado de sus respectivas familias; habìan vivido y viajado juntos; juntos habìan sobrevivido a la adolescencia y luego a la juventud y asomado la cabeza a la vida adulta; juntos habìan sido padres y llorado al muerto diminuto que nunca llegaron a ver; juntos habìan conocido maestros, amigos, idiomas, trabajos, placeres, lugares de veraneo, decepciones, costumbres, platos raros, enfermedades -todas las atracciones que podìa ofrecerles una versiòn prudente pero versàtil de esa mezcla de sorpresa y fugacidad que se llama normalmente vida, y de cada una habìan conservado algo, el rastro singular que les permitìa recordarla y volver a ser por un momento los mismos que la habìan experimentado.Y para que la colecciòn estuviera completa, completa definitivamente, ellos mismos agregaron la pieza cumbre: la separaciòn. La separaciòn no era el màs allà del amor: era su lìmite, su colmo, el borde interno de su confìn; si se consumaba como ellos se proponìan consumarla, amorosamente, era lo que le permitirìa morir bien; es decir, en sus palabras, seguir viviendo sin ellos en el interior de la burbuja que habìan creado."


"EL PASADO" A. PAULS.

lunes, 16 de noviembre de 2015

NUESTRAS PATRIAS...


 

 "EL ÙLTIMO HINCHA SOBRE LA TIERRA" Por FABIÀN CASAS para Perfil

Hace poco la maestra de mi hija le comentó a mi mujer que Anita “inventaba” cosas, como que el padre le decía que la Patria no servía para nada o que el Himno Nacional no le interesaba. Guadalupe me lo contó al pasar en una cena y yo me quedé callado. Suelo llevar y traer a mi hija del colegio y ella es una máquina de preguntar cosas : “¿Quién se va a ir al cielo primero? ¿Vos o mamá?” “Papá, si la Patria no existiera, ¿nos dominarían los realistas?”. Yo, según mi ánimo, mientras manejo le contesto lo que venga. Es un peloteo intenso y soy un mal tenista. Un día le dije que para mí la Patria era San Lorenzo y ella me dijo, muy precisa: “San Lorenzo es tu club, no la Patria”. Una noche de hace mucho tiempo mi viejo me dijo: “¿Vamos a ver una película de ciencia ficción donde mueren todos y el único que se salva es un hincha de San Lorenzo?”. La película era La carretera, basada en una novela notable del norteamericano Cormac McCarthy, y el protagonista, “el hincha que se salvaba”, era Viggo Mortensen. Me reí, me llamó la atención la peculiar manera cuérvica de ver el mundo que tiene mi viejo. Mucho tiempo después, hablando con Mortensen, él me preguntó: “¿Te diste cuenta de que en el final de la película, cuando mi personaje muere, se ve que las medias que usa son de San Lorenzo?”. No, no me había dado cuenta. Y después me dije: este tipo está chalado, igual que yo.
¿Qué es lo que hace grande a un club? Grande no de una manera pesada, capitalista, sino intensa, vertical, espiritual? Hay clubes que no ganaron, como diría Chilavert, nada o muy poco y sin embargo, son inmensos. Porque desarrollan una mística que se convierte en un combustible difícil de conseguir. Acabo de ver un cortometraje que se llama Boedo 2108, protagonizado por Martín Cutino. Me produjo una emoción épica. El argumento también –como la peli de Mortensen que quería ver mi viejo– es post apocalíptico. Queda vagando por un Boedo devastado –¿por un virus? ¿por un terremoto? ¿por una guerra? ¿por un error dirigencial?– un hincha solitario. Este encuentra entre los escombros primero alimento material, para comer, unas latas de conservas. Y después alimento espiritual: una valija donde adentro alguien dejó envueltas camisetas del Casla, diarios con efemérides del club y una pelota desinflada. En medio de esa desolación el último hincha cuervo toma una decisión afirmativa: cuelga las remeras de unos palos –parecen espantapájaros– y patea un penal contra un arco herrumbrado. El grita gol, yo grito gol en mi casa con los ojos húmedos y me abrazo con todos los hinchas del mundo mientras el protagonista se abraza a las remeras vacías que flamean en la desolación del futuro. Como el corto es muy bueno, dice más de que lo que se propuso. Por un lado, es un documental: eso que estamos viendo, para muchos, es el presente, no el futuro. Para los desclasados, los caídos del sistema social, los pobres que recorren la polis buscando comida en los tachos de basura, el fin del mundo ya empezó hace rato. Por otro lado, el fútbol no puede ni debe ser nunca algo solitario, individual; es una fuerza colectiva que tendría que tensar a toda la sociedad hacia un lugar más justo y más digno. Utilizar su innegable fuerza de penetración social para dar amor y gozo. La AFA, por ejemplo, debería ser cerrada por una larga temporada de desinfección.
En la terraza al sol de este domingo, mi padre mira hacia la calle vacía. En su cerebro azulgrana de mala transmisión, producto de los años y el cansancio, se producen pequeños estertores de recuerdos implantados: la Oveja Telch corriendo el medio campo con su calma zen o la potencia feroz de un zapatazo de Héctor Scotta, los carnavales de avenida La Plata, Santana tocando en el Gasómetro, la vista puesta en los tablones ascendentes de la tribuna local, los amigos que le abren los brazos y lo esperan, frescos, guardados en las bajas temperaturas del inconsciente, para cantar las canciones que nos salvan la tarde, la repetición mántrica de la formación del Casla del ’45, los sucesos de aquella tarde inolvidable del ’72: nuestra patria.

domingo, 9 de agosto de 2015

EL DREAM TEAM DE LA CRÓNICA (COMPILADO FINAL)

    


"En los 90, la política del Gobierno con los inmigrantes se endureció. Se le puso un costo muy alto al trámite y se lo hizo más burocrático. Lo único que logró  esta política es que los inmigrantes que venían estuvieran indocumentados y los políticos convirtieron la indocumentación, que es una irregularidad de trámites, en una cosa delictual. El inmigrante no decide ser ilegal o indocumentado. La  indocumentación es algo que lo afecta gravemente, lleva a explotación por parte de empleadores, extorsión de la policía. Yo creo que si tuviéramos que hacer una síntesis, podríamos decir: "Si tiene cierta fisonomía entonces es de Bolivia, Perú, Paraguay; si es de ahí, es indocumentado; todo indocumentado es un transgresor; si es transgresor, es adecuada su detención; los detenidos son delincuentes y los delincuentes conforman mafias, y si conforman mafias es válida su repatriación o detención."

"Mientras tocaba en Amar Azul, Pablo tuvo una idea, lógica, básica y perfecta; si la cumbia es, desde siempre, el género musical más escuchado en la villa, ¿por qué no componer cumbias realistas, ásperas, que describan, precisamente, la dura vida en la villa?
Cumbias que hablen de policías y ladrones, de gente que inhala poxi-ran, de patovicas que le pegan a los chicos en la bailanta...Pablo escribió esas cumbias pioneras y les puso una música tan directa como las letras, bien al grano, despojada de todo ornamento. A fines de los 80 y principios de los 90, de la mano de artistas como Ricky Maravilla y Alcides, la cumbia se había emprolijado, se había vestido de gala para salir en televisión. Así fue asimilada por sectores sociales que hasta entonces la despreciaban. La invención de Pablo representó una enorme patada en el culo de ese estereotipo de cumbia de salón, de negro que pide permiso para que la burguesía le permita entrar en sus fiestas y lo difunda en sus discotecas."

"Nos preguntamos si habrá vidas sin elección. Los griegos decían eso: nacemos con un destino y no hay nada que podamos hacer para evitarlo. El héroe trágico es el que intenta zafar; el que busca -y no puede- quebrar ese destino inexorable. En qué medida la biografía es, siempre, una suma de elecciones."

"La primera vez en el éxtasis, suele decirse, es irrepetible. La intensidad de las sensaciones puede ser asombrosa y la conexión con la música electrónica, en muchos casos, produce el efecto fantasioso "ahora entiendo todo". Algo parecido pasa con el consumo a largo plazo: los usuarios frecuentes desarrollan un nivel de tolerancia que provoca una merma en la intensidad del efecto y su consecuencia: el mecánico y riesgoso aumento de la dosis. La "magia" depende de estados anímicos previos, dosis, composición de la pastilla e interacción con la música. Hay que decirlo: la del éxtasis y el dance es una de las relaciones melo-químicas más simbióticas de la cultura pop."

"El método de comercialización se parecería al de los vinos de mesa: fabrico un vino, hago que la gente lo pruebe y se corra la bola de que vale la pena pagar un precio alto, lucro con una ganancia aceptablemente baja durante un tiempo, hasta que se asienta la marca, entonces mando a la venta un vino de inferior calidad embotellado en el mismo envase que el vino superior, y ahí hago la diferencia. Esto es; el dibujito que elijan para la pastilla poco tiene que ver con el efecto que pueda provocar. Si la marca logra instalarse e imponerse sobre otras, si construye una identidad fuerte en esa porción del mercado, si el logo se convierte en señal de dosis generosa, la operación habrá sido un éxito. La más pura lógica de marketing, pero con efectos colaterales desconocidos."

"La gente", cada vez que la inseguridad sube en el ranking del interés público, pide que se baje la edad de imputabilidad de los menores, es decir, pide que se los trate como adultos, en lugar de buscar un régimen penal acorde con sus capacidades y responsabilidades. Aquí oscilamos entre el paternalismo ingenuo y el retribucionismo hipócrita, y esto tiene que ver con una mirada esquizofrénica sobre los adolescentes, a los que se ve como ángeles o demonios. El planteo no debe ser pasarles la mano por la cabeza pero sí buscar un sistema penal que guarde equilibrio entre el derecho a la seguridad colectiva y los derechos individuales."

"La anorexia sigue siendo algo misterioso y un tema mucho más complejo de lo que sugieren las miradas simplistas. Porque, generalmente, los que no saben (o no le importa saber) sobre una patología tan enroscada como la alimentaria toman rápidamente una actitud condenatoria con la misma rapidez con que los que están dentro desoyen las advertencias sanitarias. Mientras tanto, el imaginario mediático reincide en reducirlo todo al acto de vomitar deliberadamente, una actividad que, en realidad (no en ficción), después de un tiempo, es capaz de quemarte el aparato digestivo con el ácido de tus propios jugos gástricos."








martes, 30 de diciembre de 2014

NUNCA MAS...






 

"CONTRA EL RECITALISMO" (POR ESTEBAN SCHMIDT PARA T.P)

Nos importa que Cromagnon no oficialice un mundo con corrales de culpables, inocentes y víctimas de los que no se pueda escapar durante toda la vida. El relato periodístico, inevitable —ese radar que no ve nada, imbécil, abrumador— ya ha hecho su daño, subrayando el melodrama por sobre los hechos y los contextos de los hechos. Pero esta es la famosa batalla perdida. No podemos evitar la crueldad y el cinismo del ganapán que edita un noticiero de televisión pero tal vez le podamos pedir a León que no extienda su reconocible habilidad de acrecentar el cancionero folklórico hacia un papel de resonancia pública no musical que sólo sirve para hacernos cargo de nada.
En la Argentina (no sé como es en otro lado) la última vez nunca resulta ser la última vez. “Es la última vez”. Y no. Y así. Valiéndome del juego de palabras, el rock, si tiene una promesa troyana, es la de “la primera vez”, un eco vanguardista permanente que no sólo tiene traducción artística sino también algo más elevado y de regalo a la comunidad: más tolerancia, más amor, más cabeza abierta. Pero aquí fue sólo envase. En la Argentina, el rock, lo que hemos podido ver todos estos años, ha sido un negocio que se manejó casi peor que ese supermercado de Mendoza que obligaba a desnudarse a las cajeras por si se llevaban un turrón en el corpiño.
En paralelo con la decadencia nacional, el rock acompañó con obediencia la manía de hacer las cosas mal e indolentemente. No hablamos de un River bien hecho, sino de todos esos lugares chiquitos. Por dentro de ese esquema maltratante fue creciendo el rock más cabeza. Cromagnon fue la etapa final del maltrato, la fantasía más retorcida del primer turro que hizo números y se le ocurrió meter a cien donde entraban cincuenta. Tristemente, el rock chabón marida bien con la sensibilidad barrial y ahí es cuando el maltrato como costumbre y la descomposición del mundo que nos rodea se asocian para la espiral de la muerte. Podemos pasarnos horas murmurando: “Soy de Celina, es un sentimiento, no puedo parar”, pero no va a significar nada. No significa nada importante. Significa: vivís en Celina.
Invocar la pertenencia barrial tiene ese costado político con el que podríamos coincidir si se trata de hacerle frente, con dignidad, al deterioro de un territorio, obra y gracia de la transferencia de ingresos y la separación abismal con los que zafaron. Está claro, nadie que salga en la tele quiere ir a vivir a Celina, por lo tanto el de Celina resiste la humillación inventando una identidad. Pero cuando no hay política, cuando hay aguante, se trata objetivamente de una burrada convertida en sacramento y que alimenta el atado con alambres y las niñeras de un peso.
Invoquemos ahora a Vito Corleone cuando le pide al enterrador Bonasera que use “todo su poder, toda su habilidad” para arreglar el cadáver de su hijo Sonny y que su madre no lo vea desfigurado quinientos tiros después. Ayer que vi esta película por vez 109 pensé en León, en los padres de las víctimas, en mí, en Bonasera y su poder, en Aníbal, en Pato Fontanet, en el estadio de Vélez y en una novia a quien vi maquillar el cadáver de su madre.
Cuando se ha hecho una cagada de elefante, la culpa es inevitable y no debe ser reducida ni eludida. Y si por casualidad no somos castigados, debemos castigarnos y atarnos una piedra a la pata y caminar, eso sí, en dirección a la luz pero a la velocidad del peso y de la culpa hasta que nos sintamos mejor. Esto es jodido y deja poco margen, lo sé. Lo que pasa es que el cuento de la muerte tiene un final tristísimo.

sábado, 29 de noviembre de 2014

LO QUE (NO) IMPORTA...





 


"Soluciòn y problema". Por Martìn Kohan para Perfil.

El primer barrabrava del que tuve noticias en mi vida fue Quique, el Carnicero. Recuerdo una foto suya en las calles de Montevideo, alegremente rodeado por sus seguidores o por sus secuaces, cuando estaba por jugarse la final de la Copa Libertadores de América entre Boca y el Cruzeiro. Fue en 1977 y yo tenía 10 años: miré a Quique sin consternarme, no supe que hubiera razones.
El primer barrabrava que vi de cerca en mi vida fue José Barritta, el Abuelo. Una tarde, en Huracán, su mirada se cruzó con la mía de manera obviamente casual, pero creo que lo que sentí en ese segundo cambió para siempre mi manera de entender algunas cosas. Fue en 1992, y ciertos temperamentos sólo había alcanzado a medirlos en algunos cuentos de Borges o en El matadero de Esteban Echeverría.
Cierta vez, en una entrevista, un Quique ya retirado y dedicado con buena fortuna al comercio del merchandising xeneize, declaraba a la prensa que, a su entender, la vida de las barras bravas había comenzado a degenerar con la aparición de las armas de fuego. Por carnicero, sin dudas, y no por borgeano, se reivindicaba cuchillero: peleador del cuerpo a cuerpo, agresor contiguo, matador por contacto.
Esa frase me impactó. En parte porque venía a revelarme que no hay asunto ni ocupación que no admita el illo tempore, la añoranza de una edad dorada y perdida, la nostalgia de un tiempo mejor. Y en parte porque estuve inesperadamente cerca de dos tremendas balaceras: una dispensada por la barra brava de River a la salida de un partido con Boca, con un hincha de River muerto; otra dispensada por la barra brava de Boca a la salida de un partido con River, con dos hinchas de River muertos. Los tiros, los estampidos, tan distintos de lo que uno pueda haber visto u oído en el cine, no sólo son más graves que el puntazo o el cadenazo: complican o impiden la opción de mantenerse aparte.
Tal vez, quién sabe, llegue el día, y no esté lejos, en que nos encontremos sopesando este tan inconcebible argumento: que existió una época mejor, y es cuando la barra de un determinado equipo se peleaba con la barra de algún otro equipo, la barra de un equipo rival. Al menos, bajo esa forma, había identificaciones, había pertenencia; y también la posibilidad para el hincha común y corriente de distinguir los lugares de peligro y prudentemente evitarlos. Quién sabe si aquello termine por resultarnos no tan grave, así como al Carnicero Quique le resultaba no tan grave el cuchillo.
Nadie ignora que, desde hace tiempo, la violencia en el fútbol se practica bajo la forma de internas de las propias barras. No obstante, rige la prohibición para hinchas visitantes en las canchas. Nadie ignora que los barras son socios y aun empleados de los clubes. No obstante, rige el criterio de que a la cancha entren tan sólo los socios, como si eso arreglara algo. Nadie ignora que los barras cumplen funciones de custodia y protección ante trances peliagudos. No obstante, se pretende que se extingan sin más, y se mira con sorpresa el hecho de que eso no ocurra. Nadie ignora que eso que en las canchas y en la televisión se celebra como gran espectáculo incluye, y centralmente, a los barrabravas en las tribunas. No obstante, se espera que desistan y no vayan más, y se toma con perplejidad el hecho de que así no lo hagan.
Se pierden vidas: no es cierto que les importe a los que cumplen con la formalidad de manifestar que toda vida perdida interesa. Es falacia, hipocresía: hay vidas que les importan y hay vidas que no les importan. El otro día sabidamente se pelearon dos facciones de la barra brava de River en plena confitería del club. Entonces sí asomó una especie de preocupación genuina, porque se trata de un sitio frecuentado por socios en general y en especial por los niños que cursan sus estudios en la institución. Es temor de que vaya a suceder de nuevo, y en la realidad, lo que ya sucedió en un principio, y en la ficción: lo que consta en El matadero de Echeverría, la muerte accidental de un niño inocente.
Fuera de eso, cunde un malthusianismo inconfesado. Para la violencia en el fútbol no hay ninguna solución, porque quienes deberían darla no piensan, en el fondo, de verdad, que exista en nada de eso un problema.

sábado, 15 de noviembre de 2014

EL AMOR: UN SISTEMA AUTORITARIO (SEGUNDA ENTREGA)


 

"Existen dos fuerzas opuestas en cada uno de nosotros. No me atrevería  a denominarlas, como en la ficción de Stevenson, naturaleza del mal o del bien, porque no encierran en sì mismas la idea de maldad o de bondad. Son las fuerzas de la dominación y del sometimiento. Su continua fluctuación perpetua las relaciones amorosas.Podemos comparar este mecanismo a otro análogo, presente en la biología humana y que tal vez sea otra expresión de lo mismo. Me estoy refiriendo al sistema inmunològico que con sus fluctuaciones provoca salud o enfermedad. Un organismo sano logra hacer frente, gracias a su sistema inmunològico, los  embates de doxas externas. Por el contrario, cuando las barreras defensivas se desmoronan diezmadas por la virulencia del agente agresor, se produce la enfermedad o la muerte.
Ahora debemos plantearnos si es posible comparar al amor con la enfermedad. Creo que más que la enfermedad lo que cuenta es el mecanismo es si. Lo maravilloso es al existencia de esa balanza en perpetuo equilibrio. Siempre una de las fuerzas es superior a la otra. No hay simetría en el cuerpo, ni en la psiquis, ni en el alma; todo espíritu es desequilibrio. Como enfermedad, entonces, entonces, el amor solo puede compararse a una dolencia crónica que atraviesa periodos asintomàticos alternados con otros de reagudizaciòn del proceso.
En principio es necesario saber que para el desarrollo de cualquier enfermedad se necesitan de la concurrencia de una serie de factores que se distribuyen en tres grupos: hereditarios, congènitos y adquiridos.
Estos factores determinan el estado del sistema inmunològico en un momento dado. De igual forma existen factores semejantes que condicionan las fuerzas de dominio o sometimiento en una relación. Se dirá que esta comparaciòn adolece del grave error de pretender equiparar un mecanismo biològico, como el sistema inmunològico, a uno de naturaleza psíquica, el amor; pero bien vista esta contradicciòn es solo aparente. El hecho es demostrable si se tiene en cuenta el borramiento que se produce entre los eventos biològicos y psìquicos y lo orgànico (o el apuntalamiento de lo primero en lo segundo) están tan intrincados que resulta difícil separar ambas dimensiones. Los casos típicos de pacientes psìquicamente deprimidos que padecen todo tipo de patologìas orgànicas son un ejemplo de lo anterior. El sistema inmunològico se deprime por una caída de las barreras  
psìquicas que contienen al individuo en salud.
El individuo enamorado, sometido por el amor, es aquel que padece un estado sintomàtico de amor. El otro, el que ejerce el dominio en la relaciòn, si bien posee el "germen" del amor, no manifiesta los sìntomas del enamoramiento. Este es el que actùa como agonista sobre el primero, desencadenando el estado sintomàtico. Entendiendo por sintomàtico la sensaciòn desagradable de incertidumbre y ansiedad que experimenta frente a su relaciòn y al desarrollo de un sìndrome delirante paranoide leve.
Analizar el mecanismo de desgaste de una relaciòn es materia interesante para desentrañar la autèntica naturaleza del amor. Cuando la tensiòn por alternancia que sufre la relaciòn amorosa se desequilibra, termina por cortarse "la cuerda tensa del amor". La ruptura que nace de dicha inestabilidad suele provocar resentimiento y odio en las partes sufrientes. El grado de sufrimiento, tanto como la intensidad de amor, no son iguales en los miembros de una relaciòn y es este desfasaje emocional el responsable de las secuelas que deja el amor.
Los sentimientos oscuros que engendran las rupturas amorosas traumàticas pueden terminar en hechos aberrantes como el caso renombrado de una mujer que, en el paroxismo del sufrimiento cercenò los genitales a su ex pareja. La castraciòn fue la ùnica forma que encontrò la mujer para aliviar el dolor, pensando quizà que si aquel hombre no podìa ser suyo no serìa de nadie màs."

 

sábado, 4 de agosto de 2012

EL GRAN DEBATE...(PRIMERA ENTREGA)




Frente a los temas que se presentan como inevitables entre las preocupaciones sociales que parecen imperar en la agenda cotidiana de nuestras vidas -inflación, inseguridad, corrupción-, sólo atemperados por la magnitud de los juegos olímpicos en trámite, me interesa poner sobre la mesa algunos discursos que hagan foco en el presente y sus posibilidades.

"La izquierda frente a la Argentina Kirchnerista" es un libro de Christian Castillo, candidato a vice por el Frente de Izquierda,  editado el año pasado antes de las elecciones de Octubre.

Lo que sigue es una selección de lo que -a mi criterio- fueron los momentos más interesantes de los discursos que brindaron Horacio González, Pablo Alabarces, María Pía López, Eduardo Gruner y el autor del libro, en el marco del debate organizado por el Instituto de Pensamiento Socialista, que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA en día 16 de Junio de 2011.

(Ah, las "negritas" también son mías...)

Horacio González: Me parece que el título que se nos propone inspira la posibilidad de revisar todas las relaciones que han tenido en el siglo xx las izquierdas con los movimientos nacionales en Europa, y también en América Latina. En un sentido muy genérico, esto es un terreno que cuenta con una vastísima bibliografía que no podemos dejar de lado en el momento de presentarnos en este debate que se circunscribe a un nombre muy preciso de la coyuntura política argentina -kirchnerismo- que lo prefiero poner en la vastísima serie de problemas vinculados a los movimientos nacionales.

De modo que la cuestión nacional aparece como un nudo de problemas, donde se disculpan falencias desde el punto de vista de la democratización -o de medidas más avanzadas- en nombre de cumplir con ciertos efectos favorables en un cuadro internacional antiimperialista.

Del mismo modo quiero mencionar, en el terreno de la atracción, ciertos imanes que tiene aquello que aparece desde el punto de vista de la lucha de clases, de la nitidez de las fuerzas sociales, de las hipótesis rigurosas sobre la historia en la que aparece lo complejo, que son los llamados movimientos nacionales que problematizan la idea de la nación de muy distintas formas, porque está la veta de los imanes que los movimientos nacionales ejercen sobre las izquierdas, y también los componentes nacionalistas, comunitaristas que tienen estos movimientos como es también el caso de la configuración del peronismo.

Si entendemos kirchnerismo como avatar de este conjunto de problemas de una cuestión que pone la nación como problema, el tema de las comunidades políticas como problema. A partir de esta inclusión, me parece que el momento que estamos viviendo es un momento delicado, profundo y de una enorme atracción hoy en la Argentina, y que la encaramos con toda la esperanza con la que cada uno la quiera encarar.

Una expresión habitual del análisis político de estos tiempos consideró que cierta fortuna económica del gobierno se da por un "viento de cola" de la economía mundial; y eso efectivamente es una discusión que está en curso. Es decir, se supone que ahí también se confisca un poco la conciencia y la voluntad política, puesto que no seríamos, en este caso, las personas en el gobierno, en espacios de decisión política, o los militantes en general, los que toman las decisiones sino que las toma o las toman por ellos ciertas condiciones objetivas de la historia, frente a las cuales sólo algunos escogidos podrían tener una voluntad caracterizada por la capacidad de darle batalla a esas zonas objetivas de la historia que hablan por los demás.

Hay, por otro lado, un enfoque bajo el cual se considera al gobierno de los kirchner como un gobierno de cooptación. Por lo tanto impostor. Por lo tanto en condiciones de no representar otra cosa -con suerte- que una burguesía que no declara claramente sus fines porque de hecho ya por más que haya habido enfrentamientos en el pasado, esos enfrentamientos han sucumbido, estamos en otra etapa y por lo tanto es necesario ver que este gobierno ya es un gobierno de las burguesías, del mercado, del Estado...que contiene en sí mismo al mercado. Es decir, del capitalismo.

Efectivamente hay un problema en relación a cuál es la voluntad que está en juego y si hay una voluntad popular que no es confiscable, que no es usurpable, que no es cooptable y que se expresa en los tonos y modalidades paradojales que vemos hoy. Digo paradojales porque ciertamente lo que llamamos este tipo de movimiento social de características amplias, aluvionales, implican cierta tolerancia a la paradoja. ¿Esta tolerancia en qué consistiría? Que, posibilidades efectivas de transformación  y de cambio en puntos muy consistentes en la estructura del capitalismo se hacen a través de lenguajes que no están depurados, de lenguajes que no pasan por la severa alquimia revolucionaria siempre tan bien considerada por todos nosotros.

Yo, personalmente, no quiero abandonar esas figuras retóricas; no quiero abandonar tampoco una escucha de izquierda y no quiero abandonar la posibilidad de un compromiso que al mismo tiempo se sitúe ajeno a formulas de militancia que por enhebrar de determinada manera -a veces cercana a cierto determinismo- un conjunto de hechos, y por suponer que habría una crisis iluminadora que lleven a una porción de sacrificios. Pero me parece que no deberíamos proponer horizontes sacrificiales extremos para un conjunto grande de la población.


Pablo Alabarces: Empecé a militar en la facultad de filosofía y letras en el año 81, y comencé a militar en el trotskismo, en las agrupaciones que en ese entonces eran la referencia en el campo; entonces eran PST (Partido Socialista de los Trabajadores) y Política Obrera, y luego estas andanzas intelectuales y la disputa y el debate me fueron  llevando hacia el peronismo, lugar al que llegué por izquierda y en consecuencia tenía que salir por el mismo lado. Y el menemismo es aquello que me expulsa del peronismo en el momento en que comprobé que si uno se subía al ruedo por izquierda no podía permanecer: el peronismo había cancelado su expectativa democratizadora, y por supuesto cualquier tipo de hálito progresista, renovador; siquiera reformista.

A partir de ese momento es cuando empecé a pensar el peronismo de izquierda como un oxímoron, es decir, una contradicción imposible.
Lo que seduce del peronismo es el exceso, el exceso real o el exceso imaginario. El problema  es que a ese exceso, a esa maldición cookeana, hay que adosarle también algo que te expulsa del peronismo; algo que te expulsa del peronismo es el disciplinamiento: hay un límite al exceso. El peronismo tiene ese deseo y tiene ese límite al deseo; entonces el deseo te seduce y el límite al deseo sencillamente te expulsa.
El límite que el propio peronismo le pone al exceso y al deseo es un límite que creo yo...la historia, esto es 60 años, ya han demostrado palmariamente.

Este peronismo puede hablar del exceso y la emancipación pero no tiene ningún tipo de interés de salirse de los marcos bien fijados del parlamentarismo liberal. Creo que hay que hacer un enorme esfuerzo del deseo de la inteligencia para poder encontrar en este peronismo (en esta etapa superior del peronismo que es el kirchnerismo) algún tipo de antiliberalismo. Esto debe alertar a los intelectuales para hablar de aquello que el pueblo desea e impulsa para finalmente terminar encuadrado en los marcos de un posibilismo que en última instancia no es otra cosa que el peronismo.


María Pía LópezMe interesa recorrer la figura de José Carlos Mariátegui, que me interesa mencionarlo en un aspecto, pese a las dificultades de clasificar a qué campo de las experiencias políticas pertenecían la obra y la biografía de Mariátegui. Muchos sabrán que en los últimos tramos de su vida se encuentra inserto en distintas polémicas a propósito de cómo interpretar su obra. Recibe dos acusaciones cruzadas: una acusación que lo califica de populista, y una acusación que lo califica de ser marxista europeísta.
Quizá de las muchas interpretaciones de esa polémica hay una muy sugerente que realiza en los años 70 José Aricó, que dice que Mariátegui nunca es más marxista que cuando se aleja de la letra de Marx. Es más marxista cuando es capaz de usar a Marx no como un conjunto de leyes de la historia sino como un espíritu de pregunta por la situación concreta...es decir cuando Mariátegui va hacia la realidad concreta y no cuando aplica un conjunto de categorías a esa realidad; categorías  que resultarían inflexibles. Es ahí cuando podemos decir que actúa con el espíritu y no con la letra de Marx. Mientras Aricó estaba diciendo esto pocos años antes, Cooke había dicho "en la Argentina los comunistas somos nosotros (los peronistas)".

En lo personal, cuando no estoy pesimista pienso que estamos en el momento en que ciertas formas reparatorias, ciertos aspectos democratizantes que son los que me llevan a apoyar al kirchnerismo, puedan ser un paso hacia otra cosa. Cuando estoy pesimista -como estoy muchos días- pienso que lo que viene después de esto es un cierre feroz en el que esas formas reparatorias, esas conquistas democratizantes y esos pasitos emancipatorios, se convertirán en un saldo a liquidar en cualquier momento, y lo que vendrá va a ser una revancha en muchos sentidos.

Me parece que si algo me interesa del kirchnerismo es esa capacidad, contra la idea de que en el kirchnerismo no hay vocación de diálogo, es que ha sido un movimiento con capacidad de escuchar lo que ocurría afuera, esa capacidad de retomar lo que ocurría afuera y por eso ha configurado -me parece- una experiencia política inédita.

Si algo me daría miedo de la situación presente es que pierda el kirchnerismo esa capacidad de escucha, que pierda esa sensibilidad, que pierda esa porosidad que ha tenido al exterior, porque me parece que si hay algo que podemos pensar como claves, centros, núcleos de una vida política y social activa es la tensión entre una lógica conversacional, una lógica de escucha, reciprocidad e intercambio, y una lógica de antagonismo. Me parece que una sin la otra no son focos posibles para un vida política activa. Antagonismos y conversación me parece que son claves necesarias para pensar la política de parte de todos los actores.

  






martes, 17 de abril de 2012

LOS UNOS Y LOS OTROS...



"Lo de Boudou"
Por Eduardo Aliverti para Página 12



Sí. Lo de Boudou. Por ponerle la definición más escuchada. ¿Es un tema comprendido en un caso mayor o es apenas un tema? Lejos de ser una pregunta enroscada o un mero juego de palabras, para gusto del periodista la madre del borrego está por ahí. No porque uno tenga la respuesta. Es que nunca podría encontrársela si no se acierta con la pregunta.

Para hallar algo cercano a la objetividad, cabe intentar con dividir “lo de Boudou” en tres partes. Primero, el tratamiento periodístico. Después, el relevamiento de los datos obrantes. Datos, quede claro. No conjeturas, ni suspicacias, ni sospechas. Y recién por último, la parte de si el producido de las dos anteriores arroja un desenlace analíticamente serio. De modo que vamos en ese orden. Está fuera de duda que el vicepresidente es víctima de un fusilamiento mediático, sea o no culpable de lo que se lo acusa. La oposición disfrazada de periodismo libre, ya sea a través de sus voceros permanentes desde el conflicto con “el campo”, el Fútbol para Todos y la nueva ley de medios audiovisuales; o bien gracias al concurso de mercenarios de gran porte reclutados en los últimos tiempos, decidió que las noticias importantes son, casi en exclusividad, los avatares judiciales de Boudou. Ni siquiera los efectos, subsistentes, del temporal inédito que afectó a Capital y zonas del conurbano sirvieron para poner una pausa en la ofensiva. Tampoco lo logró el precio de la yerba. Apenas se detuvo el rato que duró (seguirá) la impresionante operación de prensa en torno de YPF, en la que especulaciones de Bolsa se entremezclaron con lo imperioso de horadar al oficialismo. Y de una manera repugnante, que hasta pareció articulada con la prensa y el gobierno españoles. Portada tras portada, sumario tras sumario, entonación tras entonación, gesto tras gesto, solamente parece interesante que el Gobierno puede caerse a pedazos porque la Presidenta habría elegido de vice a un concheto travestido y corrupto. Tampoco puede dudarse de que los medios y colegas oficialistas, más gurkas o más elegantes, protegen a Boudou, a como sea, en aras del objetivo mayor: cuidar a la Presidenta y a lo que simboliza su modelo. Lo que en el argot de esta profesión se conoce como “data dura” pasó centralmente a mejor vida. Los unos porque lo primordial es destruir a Cristina; los otros porque debe resguardársela a toda costa. Los segundos tienen el beneficio de inventario de una altitud ideológica a la que los primeros no se acercan ni por asomo. La ultraoposición es espectacularcita. No tiene cuadros. Llega hasta Beatriz Sarlo como muchísimo y no agujerean más allá de los lectores de La Nación. El kirchnerismo, en cambio, originó Carta Abierta y posee referentes muy aptos para la batalla mediática. Puede juzgarse todo eso como chascarrillo de ambiente reducido, o quizás no tanto si se tiene en cuenta que la propia oposición viene reconociendo la “victoria cultural” del oficialismo. Lo cierto es que el ultrismo opositor no pasa de atacar a mandoble puro, sin más ton ni son que demoler a la figura presidencial por vía de las aprensiones sobre Boudou. Y que el oficialismo carga con desprolijidades impactantes que sus defensores hacen mal en ignorar. Pagaría muchísimo mejor escudar al Gobierno con la premisa de que no deben justificarse todos sus errores. No se trata de ser neutral. Todo lo contrario. Se trata de inteligencia. Y también de honestidad descriptiva.

La oposición, antes que por el aporte de prueba concreta alguna, basa su ferocidad en una construcción de sentido culpabilizador, capaz de ignorar hasta los ridículos. Luis Bruschtein lo sintetizó en este diario con magnífica precisión retórica y contundencia política, al cabo del despliegue mediático, infernal, que siguió al allanamiento de un domicilio de Boudou presentado como su casa: era un lugar alquilado por un amigo del ex marido de la esposa despechada que es amigo de un amigo de Boudou. Absolutamente todos los ataques, ofrecidos como prensa atenta de investigación, se asientan en “relacionismos” de ese tipo. Y por si algo faltaba, reapareció Carrió para montarse en la táctica de sus amigos corporativos. Ella está en todo su derecho, naturalmente, pero usarla de ariete protagónico –o aun como actriz de reparto– revela la disposición a valerse de lo que venga con tal de esparcir imagen de podredumbre. Según quiera verse, ya no saben qué hacer o lo saben muy bien. Indignan. Le dan vergüenza ajena a cualquiera con dos dedos de frente. Atentan contra las normas más elementales de la deontología profesional. Resucitan payasos. Pero nada de todo eso debiera obstaculizar una mirada crítica sobre los mocos que se manda el Gobierno. Boudou llamó a una conferencia de prensa que en ningún momento fue eso ni nada parecido. Es irrefutable que se acordó tarde de denunciar intentos de coima y apretadas, por más ciertos que fueran, y que tal actitud también deja un flanco intapable. El juez Rafecas, quien era casi un icono de probidad, saltó a enemigo de la noche a la mañana, no se sabe si por no haber podido evitar ser un bocón o, sencillamente, porque no hizo lo que se esperaba que hiciese. Y en aras de esa concepción se lo llevan puesto a Esteban Righi... ¿Por qué? ¿Porque no supo operar sobre un fiscal? Hay antecedentes de esa clase de arrebatos. La memoria debería registrar lo insólito de haber prescindido no ya de un canciller, sino de un cuadrazo fenomenal como Jorge Taiana, tipo de una rectitud invicta, por el solo hecho de inferir que compartía algún off con medios antagónicos. Con Taiana, el impacto quedó licuado porque los ribetes no daban para escándalo y porque el hombre es un caballerazo. Pero a Righi no le dejaron callejón con salida. Se tuvo que ir probable o seguramente absorto, más allá de que pudieran haberle faltado reflejos para intervenir ante un episodio de resonancia institucional. ¿Hacía falta esto? En sentido político análogo, ¿hace falta profundizar el frente abierto con la CGT justo cuando vuelve a necesitarse una estrategia de alianzas sectoriales, imprescindibles para aguantar los chubascos o tormentas de un escenario internacional complicado, e incluso frente a la decisión que vaya a tomarse con YPF? Si es cuestión de prevenirse frente a Scioli por estimarlo como resolución a derecha de la no continuidad de Cristina, ¿hace falta perforarlo tres años antes? Tal vez se trate de aquello con lo que esta columna se permite insistir cada tanto. Lo que Carlos Pagni escribió en La Nación hace unos días, con la visión de un hombre de derecha atendible. El kirchnerismo se enfrenta al kirchnerismo –muy genéricamente expresado, entiéndase bien– porque ocupa la totalidad del centro de la escena, al inexistir la oposición, como no sea la mediática. Más luego: ¿los momentos de fortaleza deben ser usados para ir por todo frente a la debilidad del adversario, incluso prescindiendo de los aliados reales, eventuales o reconquistables? Que se vaya “por todo” es elogiable, pero el punto es cómo. ¿No sería mejor contar los porotos de otra forma? ¿Seguro que hay tanta espalda para optar por lo primero? Son preguntas, no afirmaciones. Uno no pierde de vista que es apenas un comentarista y que el ejercicio del poder es muy otra cosa. Igual: así cayera Boudou, o se complicara ese escenario y los medios opositores sintieran la panza llena, no se modificaría en nada que las mayorías sigan confiando en un Gobierno que les mejoró la vida, en la proporción que cada quien quiera darle a ese aserto indesmentible.

Si se apoya esta experiencia kirchnerista –como lo hace quien firma– por considerar que al fin llegó una gestión capaz de satisfacer algunas o varias necesidades populares, o porque cualquier alternativa significaría volver a lo peor de un pasado nada lejano, la preocupación no debería pasar por las repercusiones institucionales de “lo de Boudou” propiamente dicho, sino por la posibilidad de que la trama escenifique a un Gobierno con tendencia creciente a encerrarse en sí mismo. O mejor dicho, en un círculo extremadamente reducido. Pero si es por aquello que los medios de la oposición pretenden mostrar que pasa, la conclusión es que, en perspectiva estructural, no pasará nada.

domingo, 18 de septiembre de 2011

EL CUERPO DE LAS PALABRAS...






CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSH
A LA JUNTA MILITAR



1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.

2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.1
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.2
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.

3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia,incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.3
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.4
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.

4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.5
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.6
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces dc atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.8
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Boliva y Uruguay.9
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal".10

5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisioncs internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%12 prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.13
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes más afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos".14
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el "festín de los corruptos".
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideologia que amenaza al ser nacional.


Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán dcsaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.


Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.

domingo, 26 de junio de 2011

SUJETO E IDEOLOGÌA




LOUIS ALTHUSSER. (FRANCIA 1918-1990)

"La ideología sólo existe por el sujeto y para los sujetos. O sea: sólo existe ideología para los sujetos concretos y esta destinación de la ideología es posible solamente por el sujeto: es decir por la categoría de sujeto y su funcionamiento.

Con esto queremos decir que aun cuando no aparece bajo esta denominación (el sujeto) hasta el advenimiento de la ideología burguesa, ante todo con el advenimiento de la ideología jurídica, la categoría de sujeto (que puede funcionar bajo otras denominaciones: por ejemplo, en Platón, el alma, Dios, etc.) es la categoría constitutiva de toda ideología, cualquiera que sea su fecha histórica, ya que la ideología no tiene historia.

Decimos que la categoría de sujeto es constitutiva de toda ideología, pero agregamos enseguida que la categoría de sujeto es constitutiva de toda ideología sólo en tanto toda ideología tiene por función (función que la define) la “constitución” de los individuos concretos en sujetos. El funcionamiento de toda ideología existe en ese juego de doble constitución, ya que la ideología no es nada más que su funcionamiento en las formas materiales de la existencia de ese funcionamiento.

Para comprender claramente lo que sigue es necesario tener presente que tanto el autor de estas líneas como el lector que las lee son sujetos y, por lo tanto, sujetos ideológicos (proposición tautológica), es decir que tanto el autor como el lector de estas líneas viven “espontáneamente” o “naturalmente” en la ideología, en el sentido en que hemos dicho que “el hombre es por naturaleza un animal ideológico”.

Que el autor, al escribir las líneas de un discurso que pretende ser científico, esté completamente ausente, como “sujeto”, de su “discurso” científico (pues todo discurso científico es por definición un discurso sin sujeto y sólo hay “sujeto de la ciencia” en una ideología de la ciencia), es otra cuestión, que por el momento dejaremos de lado.

Tal como dijo admirablemente San Pablo, es en el “Logos” (entendamos, en la ideología) donde tenemos “el ser, el movimiento y la vida”. De allí resulta que, tanto para ustedes como para mí, la categoría de sujeto es una “evidencia” primera (las evidencias son siempre primeras): está claro que ustedes y yo somos sujetos (libres, morales, etc.). como todas las evidencias, incluso aquellas por las cuales una palabra “designa una cosa” o “posee una significación” (incluyendo por lo tanto las evidencias de la “transparencia” del lenguaje), esta “evidencia” de que ustedes y yo somos sujetos —y el que esto no constituya un problema— es un efecto ideológico, el efecto ideológico elemental. En efecto, es propio de la ideología imponer (sin parecerlo, dado que son “evidencias”) las evidencias como evidencias que no podemos dejar de reconocer, y ante las cuales tenemos la inevitable y natural reacción de exclamar (en voz alta o en el “silencio de la conciencia”): “¡Es evidente! ¡eso es! ¡Es muy cierto!”

En esta reacción se ejerce la función de reconocimiento ideológico que es una de las dos funciones de la ideología como tal (su contrario es la función de desconocimiento).

Tomemos un ejemplo muy “concreto”: todos nosotros tenemos amigos que cuando llaman a nuestra puerta y nosotros preguntamos “¿quién es?” a través de la puerta cerrada, responden (pues es “evidente”) “¡Soy yo!” De hecho, nosotros reconocemos que “es ella” o “es él”. abrimos la puerta, y “es cierto que es ella quien está allí”. Para tomar otro ejemplo, cuando reconocemos en la calle a alguien de nuestro conocimiento, le mostramos que lo hemos reconocido (y que hemos reconocido que nos ha reconocido) diciéndole “¡Buen día, querido amigo!” y estrechándole la mano (práctica material ritual de reconocimiento ideológico de la vida diaria, al menos en Francia; otros rituales en otros lugares).

Con esta advertencia previa y sus ilustraciones concretas, deseo solamente destacar que ustedes y yo somos siempre ya sujetos que, como tales, practicamos sin interrupción los rituales del reconocimiento ideológico que nos garantizan que somos realmente sujetos concretos, individuales, inconfundibles e (naturalmente) irremplazables. La escritura a la cual yo procedo actualmente y la lectura a la cual ustedes se dedican actualmente son, también ellas, desde este punto de vista, rituales de reconocimiento ideológico, incluida la “evidencia” con que pueda imponérseles a ustedes la “verdad” de mis reflexiones o su “falsedad”.

Pero reconocer que somos sujetos, y que funcionamos en los rituales prácticos de la vida cotidiana más elemental (el apretón de manos, el hecho de llamarlo a usted por su nombre, el hecho de saber, aun cuando lo ignore, que usted “tiene” un nombre propio que lo hace reconocer como sujeto único, etc.), tal reconocimiento nos da solamente la “conciencia” de nuestra práctica interesante (eterna) del reconocimiento ideológico —su conciencia, es decir su reconocimiento—, pero no nos da en absoluto el conocimiento (científico) del mecanismo de este reconocimiento. Ahora bien, en este conocimiento hay que ir a parar si se quiere, mientras se hable en la ideología y desde el seno de la ideología, esbozar un discurso que intente romper con la ideología para atreverse a ser el comienzo de un discurso científico (sin sujeto) sobre la ideología.

Entonces, para representar por qué la categoría de sujeto es constitutiva de la ideología, la cual sólo existe al constituir a los sujetos concretos en sujetos, voy a emplear un modo de exposición especial, lo bastante “concreto” como para que sea reconocido, pero suficientemente abstracto como para que sea pensable y pensado dando lugar a un conocimiento.

Diría en una primera fórmula: toda ideología interpela a los individuos concretos como sujetos concretos, por el funcionamiento de la categoría de sujeto.

He aquí una proposición que implica que por el momento distinguimos los individuos concretos por una parte y los sujetos concretos por la otra, a pesar de que, en este nivel, no hay sujeto concreto si no está sostenido por un individuo concreto.

Sugerimos entonces que la ideología “actúa” o “funciona” de tal modo que “recluta” sujetos entre los individuos (los recluta a todos), o “transforma” a los individuos en sujetos (los transforma a todos) por medio de esta operación muy precisa que llamamos interpelación, y que se puede representar con la más trivial y corriente interpelación, policial (o no) “¡Eh, usted, oiga!”.

Si suponemos que la hipotética escena ocurre en la calle, el individuo interpelado se vuelve. Por este simple giro físico de 180 grados se convierte en sujeto. ¿Por qué? Porque reconoció que la interpelación se dirigía “precisamente” a él y que “era precisamente él quien había sido interpelado” (y no otro). La experiencia demuestra que las telecomunicaciones prácticas de la interpelación son tales que la interpelación siempre alcanza al hombre buscado: se trate de un llamado verbal o de un toque de silbato, el interpelado reconoce siempre que era precisamente él a quien se interpelaba. No deja de ser éste un fenómeno extraño que no sólo se explica por el sentimiento de culpabilidad”, pese al gran número de personas que “tienen algo que reprocharse”.

Naturalmente, para comodidad y claridad de la exposición de nuestro pequeño teatro teórico, hemos tenido que presentar las cosas bajo la forma de una secuencia, con un antes y un después, por lo tanto bajo la forma de una sucesión temporal. Hay individuos que se pasean. En alguna parte (generalmente a sus espaldas) resuena la interpelación: “¡Eh, usted, oiga!”. Un individuo (en el 90% de los casos aquel a quien va dirigida) se vuelve, creyendo-suponiendo-sabiendo que se trata de él, reconociendo pues que “es precisamente a él” a quien apunta la interpelación. En realidad las cosas ocurren sin ninguna sucesión. La existencia de la ideología y la interpelación de los individuos como sujetos son una sola y misma cosa.

Podemos agregar que lo que parece suceder así fuera de la ideología (con más exactitud en la calle) pasa en realidad en la ideología. Lo que sucede en realidad en la ideología parece por lo tanto que sucede fuera de ella. Por eso aquellos que están en la ideología se creen por definición fuera de ella; uno de los efectos de la ideología es la negación práctica por la ideología del carácter ideológico de la ideología: la ideología no dice nunca “soy ideológica”. Es necesario estar fuera de la ideología, es decir en el conocimiento científico, para poder decir: yo estoy en la ideología (caso realmente excepcional) o (caso general): yo estaba en la ideología. Se sabe perfectamente que la acusación de estar en la ideología sólo vale para los otros, nunca para sí (a menos que se sea realmente spinozista o marxista, lo cual respecto de este punto equivale a tener exactamente la misma posición). Esto quiere decir que la ideología no tiene afuera (para ella), pero al mismo tiempo que no es más que afuera (para la ciencia y la realidad).

Esto lo explicó perfectamente Spinoza doscientos años antes que Marx, quien lo practicó sin explicarlo en detalle. Pero dejemos este punto pletórico de consecuencias no sólo teóricas sino directamente políticas, ya que de él depende, por ejemplo, toda la teoría de la crítica y de la autocrítica, regla de oro de la práctica de la lucha de clases marxista-leninista.

La ideología interpela, por lo tanto, a los individuos como sujetos. Dado que la ideología es eterna, debemos ahora suprimir la forma de temporalidad con que hemos representado el funcionamiento de la ideología y decir: la ideología ha siempre-ya interpelado a los individuos como sujetos; esto equivale a determinar que los individuos son siempre-ya interpelados por la ideología como sujetos, lo cual necesariamente nos lleva a una última proposición: los individuos son siempre-ya sujetos. Por lo tanto los individuos son “abstractos” respecto de los sujetos que ellos mismos son siempre-ya. Esta proposición puede parecer una paradoja.

Sin embargo, el hecho de que un individuo sea siempre-ya sujeto, aun antes de nacer, es la simple realidad, accesible a cualquiera y en absoluto paradójica. Freud demostró que los individuos son siempre “abstractos” respecto de los sujetos que ellos mismos son siempre-ya, destacando simplemente el ritual que rodeaba a la espera de un “nacimiento”, ese “feliz acontecimiento”. Cualquiera sabe cuánto y cómo se espera a un niño que va a nacer. Lo que equivale a decir más prosaicamente, si convenimos en dejar de lado los “sentimientos”, es decir las formas de la ideología familiar, paternal/ maternal/ conyugal/ fraternal, en las que se espera el niño por nacer: se sabe de antemano que llevará el Apellido de su Padre.

Tendrá pues una identidad y será irremplazable. Ya antes de nacer el niño es por lo tanto siempre-ya sujeto, está destinado a serlo en y por la configuración ideológica familiar específica en la cual es “esperado” después de haber sido concebido. Inútil decir que esta configuración ideológica familiar está en su unicidad fuertemente estructurada y que en esta estructura implacable más o menos “patológica” (suponiendo que este término tenga un sentido asignable), el antiguo futuro-sujeto debe “encontrar” “su” lugar, es decir “devenir” el sujeto sexual (varón o niña) que ya es por anticipado. Es evidente que esta sujeción y preasignación ideológica y todos los rituales de la crianza y la educación familiares tienen alguna relación con lo que Freud estudió en las formas de las “etapas” pregenitales y genitales de la sexualidad, por lo tanto en la “toma” de lo que Freud señaló, por sus efectos, como el inconsciente"

domingo, 22 de mayo de 2011

LO UTIL Y LO JUSTO...




Norberto Bobbio (Italia, 1909-2004)
Razones del abolicionismo (fragmento)



"Por muchas que sean las teorías sobre la pena, las dos que prevalecen son las que he llamado ética y utilitarista. Por otra parte, se trata de una contraposición que va más allá de la contraposición entre dos maneras diferentes de concebir la pena, porque nos remite a una contraposición más profunda entre dos éticas (o morales), entre dos criterios distintos de juzgar sobre el bien y el mal: sobre la base de los principios buenos admitidos como absolutamente válidos, o sobre la base de los resultados buenos, entendiéndose por resultados buenos aquellos que llevan a la mayor utilidad para el mayor número de personas, como sostenían los utilitaristas. Una cosa es decir que no se debe hacer el mal porque existe una norma que lo prohíbe, y otra cosa es decir que no se debe hacer el mal porque tiene consecuencias funestas para la conviviencia humana. Dos criterios distintos que no coinciden, porque muy bien puede ocurrir que una acción considerada mala según los principios tenga unas consecuencias buenas desde un punto de vista utilitarista y viceversa. A juzgar por la disputa a favor y en contra la pena de muerte, tal como hemos visto, se diría que los patidarios de la pena de muerte siguen un concepto ético de la justicia, en tanto que los abolicionistas son secuaces de una teoría utilitarista. Reducidos a lo indispensable, los dos razonamientos contrapuestos se podrían reducir a esta dos afirmaciones: para unos, "la pena de muerte es justa"; para los otros, "la pena de muerte no es útil."

martes, 23 de noviembre de 2010

LA VOZ QUE NOS PRECEDE...





Michel Foucault
(Francia, 1926-1984)


De lenguaje y literatura (fragmento)

"Más que tomar la palabra, habría preferido verme envuelto por ella y transportado más allá de todo posible inicio. Me habría gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía ya mucho tiempo: me habría bastado entonces encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No habría habido por tanto inicio; y en lugar de ser aquel de quién procede el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el punto de su posible desaparición. "