lunes, 18 de septiembre de 2023

EL MÙSCULO EMOCIONAL

 



Confesiones de invierno: en los últimos tiempos se me generó una adicción para mi propia sorpresa, la de ver entrevistas a Guillermo Moreno.

Conversando con un amigo, él me comenta que le pasa lo mismo.
En noches de insomnio (la enorme mayoría) busco entrevistas viejas y actuales, comparo sus análisis, me río con sus provocaciones y sus burlas (tan crueles como acertadas, en la mayoría de los casos)
Se pueden decir muchas cosas de su pasado y de su presente. Su violencia (latente en sus intervenciones). Su locuacidad sabiendo que está fuera (muy fuera) del campo de intervención real de la política cotidiana. Sus críticas feroces al gobierno que, en este contexto, favorecen el crecimiento del enemigo más fuerte: ese que no sólo se planta contra el peronismo sino que también lo hace contra la democracia. Se puede debatir todo eso.
Pero ese debate, en mi caso, y el saldo de ese debate, no hacen mella en mi interés sostenido por este tipo.
Me hace reír y me hacer pensar. No una cosa o la otra; una cosa y la otra.
Y algo más; pude también encontrar algo de lo inesperado. Y, cuando pasa eso, algo de la sagrado de la vida se enciende. Encuentro, en una vieja entrevista con Fantino (y sí) una intervención de una potencia emotiva que pocas veces encontré en una entrevista televisiva: Fantino le dice a Moreno que si pelea con Feinman, gana Feinmann . "Puede ser, él es más joven que yo", responde Moreno. "Perdés!" le insiste Fantino, destruyendo moléculas de oxígeno a lo pavote con su habitual estupidez televisiva. "Pero qué problema hay, si las peleas no son para ganar, las peleas son para tener!", le retruca Moreno. "Las peleas no son para ganar, querido, las peleas son para tener. O vos le vas a enseñar a tu hijo que sólo se tiene que pelear cuando está seguro que va a ganar?"
Hacer pensar y hacer reír, y en una frase -en una pregunta trascendental- activar el músculo emocional en medio de la noche, y hacer que alguien que no puede dormir piense en fragmentos de su vida, y en fragmentos de la vida de los que lo rodean, y en lo que -creo- queremos muchos para los que vendrán.

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