lunes, 13 de noviembre de 2023

EL QUE SE JUEGA LA VIDA...




"Esto no es una carta para vos (qué te puedo decir que ya no te haya dicho, de bueno y de malo?), sino que, como otras veces, utilizo tu imagen de interlocutor privilegiado para desarrollar mi monólogo de búsqueda, buscando precisamente que tu imagen me ayude a no salirme demasiado de la razón."

"Lo que recién me doy cuenta es qué es lo que he realizado en Buenos Aires: abrí una salida al exterior, e independicé la conciencia y el inconsciente, o si se quiere el yo onírico, que hasta ese momento y durante unos cuantos años habían funcionado casi como una sola cosa, o al menos se conocían y se reconocían y se pasaban información muy fácilmente entre ellos. Ahora el mundo de los sueños (y por lo tanto, la literatura) me está vedado; muy de tanto en tanto logro rescatar algo, pero difícilmente tengo oportunidad de alguna elaboración provechosa: estoy asquerosamente proyectado al mundo exterior, entrampado en la sobrevivencia, trabajando todo el día como una hormiga para mantener funcionando mi economía mínima. Me falta ocio, que siempre fue mi actividad primordial,"

" Después de haberme resistido toda la vida a trabajar "como mi padre", tomé de mi padre los peores aspectos (los peores aspectos de cómo yo lo percibía a través de mi Edipo - Edipo que, creo, me agarró otra vez-) y con ellos me construí una personalidad de laburante. Tendría que conseguirme otro modelo, no? Hay gente que trabaja  y que sin embargo no por eso es mala." 

"Estoy sin pareja, y sufro por eso, pero me parece que sufro cada vez menos; cuando estoy en mi nueva casa siento que me expando (en la otra, me comprimía, hasta que me dolía la cabeza), y por momentos pienso: "si viniera una mujer a vivir aquí, dónde la pondría para que no me molestara?", y no hay caso: no tendría lugar, ni aunque fuera el doble de grande y complejo. Por otra parte extraño la relación sexual, y esa forma de descanso incomparable que significa disolverse, aunque sea muy brevemente, es una relación afectiva."

"Mi último descubrimiento  es que, aquí, toda la cultura es neutralizada, por el expediente de traducirla inmediatamente a información. No hay cultura; hay información, una información manejable racionalmente; pero el hecho cultural modificador no existe, no tiene entrada. No hay entrega. Se lee un libro y se va archivando como información, sin percibir el alma que escribe. Es que aquí no se conoce la experiencia espiritual, no hay otra dimensión del ser que la eficacia productiva, la ubicación social, la competencia. Es increíble. Sin duda tendré que acostumbrarme a esto, pero me di cuenta de que tengo ganas de seguir insistiendo en tratar de patentizar la existencia del alma."

"Miedo de complicarse, miedo de equivocarse (otra vez!), miedo de sufrir (otra vez!), miedo de comprometerse y quedar pagando, miedo de perder, miedo de volverse vulnerable, miedo de ser dominado, miedo de volver a sentir la mordedura de los celos, miedo de extrañar, miedo de defraudar y defraudarse, miedo de volver a la vida, es decir, miedo de amar. Te comprendo, te comprendo perfectamente, pero mucho me temo que no hay nada que hacer, que tendremos que jodernos, ambos,  y mucho."

"Escribo para escribirme yo; es un acto de autoconstrucción. Aquí me estoy recuperando, aquí estoy luchando por rescatar pedazos de mí mismo que han quedado adheridos a mesas de operación (iba a escribir: de disección), a ciertas mujeres, a ciertas ciudades, a las descaradas y macilentas paredes de mi apartamento montevideano, que ya no volveré a ver, a ciertos pasajes, a ciertas presencias. Sí, lo voy a hacer. Lo voy a lograr. No me fastidien con el estilo ni con la estructura: esto no es una novela, carajo. Me estoy jugando la vida."


 "CARTAS A LA PRINCESA"  (MARIO LEVRERO)

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