domingo, 10 de agosto de 2025

LA SELECCIÒN NATURAL...

 



"Milei es el portavoz de una parte no menos de la sociedad, que ve como parte del "buen sentido" -para citar a Comte- el hecho de que no haya  efectivamente hambre porque, si hubiere, la muerte por inanición sería una constante a la vista.

Tener hambre no implica morir, sí la sensación de padecimiento: quien escribe, pasó por hambre al final de la década del 90, pero escribe, y por ello, aún no forma parte de  "el show de los muertos" al escribir estas páginas, pues de lo que se trata ante esta sugerencia del supremo mandatario es de la consideración de la espectacularidad del desastre para tenerlo como tal.

Supongamos que sucediera, ¿qué inferimos de ello? Simplemente que semejante evento descansa en una lamentable fatalidad. Al fin y al cabo, como cree Spencer, quien muere por razones de inadaptación evolutiva lo hace por una ley de la naturaleza, por un evento natural, ¿y qué más natural que morir por inanición?  Podrían morir los individuos en una lucha en post de la supervivencia; para ello bastaría, por caso, que el ejemplar del que se trate integre una fuerza de seguridad, o bien, habría de forzarlo a que se enfrente a ella y, por algún accidente debido a una mala utilización de cartuchos disuasivos, perezca.  

Pero Hayek, hay que hacerlo notar, nos consuela, en este punto. El argumento reside en lo siguiente: el mercado no es injusto, solamente retribuye a quien le compensa con capital o con innovaciones. En su lamento Hayek apoya su mano límpida en nuestro hombro, y sugiere lo siguiente: puede ser decepcionante, desde luego que lo es, pero no es injusto. Esto es: alguien puede esforzarse muchísimo, ser un ejemplo viviente de meritocracia y caer en desgracia, resbalar, pues, del mundo. Esto puede ser decepcionante, podemos lamentarlo, pero no es injusto. Porque el mercado es la única fuente de justicia, único modo en que la historia instaura un orden justo.

Después de todo, ¿cómo podría la Historia, la naturaleza, la divinidad o lo que fuera que instaure este orden, equivocarse? De modo que quien muere, muere con justicia -divina, natural, histórica, podemos agregar-, y ya.

Oscar Wilde, gran sensiblero, desliza una opinión, así como de soslayo: cínico, es quien sabe el precio de todo y el valor de nada."


"SENSIBLEROS" (M. DACUY, PÀGINA 12, HOY)

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