Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
jueves, 11 de noviembre de 2010
EN LA MISMA RED...
Nuestro destino en el cinematógrafo: red social de david fincher. Solos en el cine mi amigo y yo, solo nosotros dos en el cine y nadie más, pudimos comprobar que, en el momento indicado en el que pudieron haber aflorado pulsiones homosexuales, en la intimidad, solo compartimos pensamientos y pochoclos.
El disfrute, entonces, fue puramente cinematográfico. Red social es más de lo que esperaba. Tal vez porque no esperaba nada. Pienso en esto último que acabo de escribir y no puedo pasar por alto la gran verdad que anida en mis palabras: el que no busca nada, siempre encuentra (atención escribanía narosky y sus asociados: los sobres de azúcar de la zona!)
Donde no hay sobres de azúcar es en la dialéctica de la película de Fincher. Los diálogos están increíblemente aceitados, las escenas se suceden a un ritmo vertiginoso....de palabras!
Allí esta el disfrute: rotar el eje del vértigo. En el marco de una industria en donde siempre hubo choques, peleas, persecuciones y asesinatos múltiples para drenar de emoción la sangre del espectador, Fincher y su equipo afinan el lápiz para movilizar nuestra sensibilidad solo con palabras, y con esas cosas que uno hace con las palabras: los hechos. Cuáles son los hechos en cuestión? Nada menos que el origen del facebook, la red social que nuclea a millones de personas en todo el mundo, y su devenir en el marco de la famosa "sociedad de conocimiento" en la que estamos inmersos. Y todo devenir revolucionario (los avances en comunicación propios del siglo XXI, básicamente internet, la televisión satelital y los celulares, no pueden ser parte de un proceso que se defina de otra forma), implica, por su propio carácter, por su propio peso, un estallido de los sentidos. Se trata, entonces, de una reformulación obligada (y allí la impronta de toda revolución) de aquello que somos, en post de una ilusión de autoalumbramiento. Ser nuevos, ser otros, aunque no necesariamente distintos ni mejores...
Red social pone sobre el tapete esta revolución y el quiebre de una amistad real (la única del genio creador del facebook) es post de un negocio, también real claro (millonariamente real), sobre el que se organizaron, en pocos años y en todo el planeta, los lazos sociales de millones de personas que, de otra forma, jamás se hubieran conocido.
Pienso en este verbo. Pienso en conocer. Las redes sociales - entre ellas facebook-, justamente, vienen a revolucionar el concepto, lo que implica, conocer a otra persona. Desde Sartre, desde Bajtin y su dialogicidad, el ser humano es lo que hace con lo que supieron hacer con el. Y eso que hace desde un presente concreto, es decir desde una materialidad concreta en sus condiciones de existencia (los hechos pero también las palabras) se encuentra en permanente intercambio y desarrollo vital.
Vitalidad, entonces, significa virtualidad en el diccionario facebook. Y en mi diccionario, virtualidad (que lleva a la comunicación compulsiva) implica levedad. Donde encuentro levedad no me encuentro.
Mi amigo apunta algo interesante: no todo es frivolidad. El facebook, si bien alimenta narcisos a través de la mera exposición de fotos banales y comentarios del mismo tenor, también da lugar, en algunos casos, a generar fenómenos de alta relevancia social (de alta relevancia "real") impensados hace 10 años. Una marcha de protesta por ejemplo.
Pienso en mi viaje de egresados. Hace 10 años, en el 2000, ninguno de nosotros tenía celular. Por la calle sólo se veian, cada tanto, algunos movicom del tamaño de un zapato, en manos de tipos trajeados con pinta de agentes de la side. Muy pocos tenían internet en la casa. El facebook era un sueño bradburiano. En ese momento, entonces, para avisar que un grupo de chicos se encontraban bien estando lejos de sus casas, se debía recurrir a la cadena telefónica. Se anotaba un listado en el que cada padre se comprometía a avisar al que seguía en la lista que "los chicos están bien"
La revolución tecnológica sobreviniente (hija de la expansión capitalista, al igual que la polución, las fiestas menemistas, los productos de sprayed, la narrativa de bucay, y los pastores que detienen nuestro sufrimiento con un vaso de agua), implica, básicamente, una ecuación peligrosa. Ya no se trata de poner la tecnología al servicio del ciudadano común, sino, justamente, de lo contrario. La intención no es abrir el repertorio social de interlocutores de una persona, sino, justamente, virtualizar sus vínculos y, de esa manera, que el único vínculo "real" que se construya a partir de tales adelantos sea, casualmente, una relación simbiótica entre la persona de carne y hueso usuaria del sistema y el sistema mismo (notebooks, celulares multiuso, etc). Claro que la trampa se puede evitar, pero no es nada fácil hacerlo. No resulta nada facil regular los comportamientos. La tecnología viene entonces a modificarnos, a exacerbar nuestra ansiedad, nuestra neurosis, (pensemos en un novio hiperceloso y la forma de canalizar sus demandas enfermas a través de un pedido de "comunicación permanente" con su novia) a encontrar mecanismos sumamente seductores para despertanos unas ganas locas de...de todo!
Volviendo a la película, el protagonista empieza a idear este monstruo llamado facebook la noche en la que es dejado por su novia.
Y es que, como siempre, Dolina tiene razón: todo lo que un hombre hace, desde un aforismo de narosky hasta una red social revolucionaria, esconde un solo fin: la conquista de un amor.
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