domingo, 21 de julio de 2013

EL SEMINARIO LUMINOSO...





"Siempre consideré que los escritores, tanto los vivos como los muertos, estaban muertos. Y que -en cambio- lo único vivo son los libros".
La frase es de Alan Pauls, y es una de las tantas que rescaté del seminario que el escritor está dando en el Centro Cultural San Martín, bajo el más que sugestivo título "Dar la Cara".
La pesadilla de empezar a escribir y -para eso- emprender la dificilísima tarea de abolir la procrastinación en los tiempos de navegación a la deriva que supone internet, es la que debe enfrentar cualquiera que, a través de la palabra, busque generar algo en alguien.
 Hay un acercamiento a la muerte, en el sentido de que el que escribe (así lo entendemos), es el que está un poco muerto, un poco fuera de la vida.
Paradoja singular en el tipo de neurosis que se establece y que es absolutamente necesario neutralizar: todo nos importa, por lo que todo nos es ajeno; de todo se toma distancia. Y cuando nos queremos acercar -al escribir- no nos estamos acercando a la vida.
Diferentes niveles de la procrastinación: o bien ya todo fue escrito, o bien los textos a escribir nunca estarán a la altura del proyecto que se diseña en silencio.
El ejemplo en el seminario es el de Mario Levrero y su "Novela luminosa". Todavía no leí el libro, pero será de compra obligada en mi próxima excursión librera.
Y, mientras tanto, a seguir luchando contra la procrastinación, de la que el mismo Pauls  confiesa no estar vacunado.
Dar la cara, de eso se trata.




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