Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
miércoles, 18 de junio de 2014
QUERIENDO DESPERTAR...
España afuera. Primer gran sorpresa que -inevitable- se deriva de otra: lo bien que juega Chile. Sorpresa, también, fue lo nuestro. Porque si bien es cierto que nuestra delantera es considerada la mas temible de todas, la defensa -muy por el contrario- no es, ni por asomo, de una jerarquía similar. Desde el vamos: haciendo la excepción de Zabaleta, nadie sabe dónde juegan esos muchachos. Eso fastidia. Y mucho más me fastidió enterarme -el día anterior- que el técnico iba a poner no cuatro, sino cinco (¡5!) defensores-fantasmas. Y para jugar contra...Bosnia!
En casa de mis primos, empecé a ver el partido con los nervios de siempre pero con ese plus de fastidio que, con el correr de los minutos, se fue transformando en odio, en un irrefrenable deseo de destrucción total de todo lo viviente. No vi todos -hay que ser un tanto enfermo para hacerlo- pero sí muchos de los encuentros que se vienen disputando en este mundial. Y puedo decir que no vi un sólo equipo, más allá de la jerarquía de sus jugadores, que jugara con la lentitud y la apatía desesperante que mostró nuestra selección. De no ser que jugaba Argentina, le hubiera dicho a mis primos de ver una película (algo que no hubiera sugerido en los otros partidos que pude ver).
Curioso lo que pasa con este equipo: estando integrado por jugadores que juegan -y son figuras- en las mejores ligas de Europa (España, Italia, Francia e Inglaterra); es decir ligas que se caracterizan por combinar dinamismo con precisión técnica, al juntarse bajo la camiseta celeste y blanca parecen disolver esos atributos que tanto explotan en sus respectivos equipos europeos para adquirir una identidad colectiva: la del fútbol argentino que no pudo ponerse al nivel que demanda la competición internacional.
Puede sonar un poco apresurado todo esto. Tal vez lo sea. No digo que no se pueda mejorar; lo que preocupa es lo mucho que hay que mejorar y el nulo tiempo que hay para ello. Los nervios del debut pueden justificar 10 minutos malos, 15, media hora como mucho; no un partido entero.
Ojalá entonces, que en este mundial pase al revés de otros; que empezamos con pocas expectativas y que -después- la ilusión se encendió.
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