"La única novedad relevante dentro de nuestra democracia constitucional, desde 1853 hasta hoy, estuvo dada por una larga lista de derechos sociales, económicos y culturales, incorporados a la Constitución a mediados del siglo XX, a los que se sumaron luego los derechos humanos, consagrados a nivel constitucional hacia finales del siglo XX. Sin embargo, dicha innovación normativa fue tan significativa por lo que incluyò -los nuevos derechos- como por lo que omitió incluir, esto es, reformas en la otra parte de la Constitución, que es la que organiza el poder.
Quiero decir: se ampliaron al extremo las promesas constitucionales en materia de derechos humanos pero se mantuvieron intocadas las estructuras de poder necesarias para poner dichos derechos en movimiento. Pasamos a tener, desde entonces, una constitución con "dos almas" : un alma innovadora, audaz, democrática y social, propia del siglo XXI (la sección de los derechos) y otra que pone en pie una estructura de poder arcaica, verticalista, de corte elitista y autoritario, propia del siglo XIX (la organización del poder).
Mientras no resolvamos dicha tensión, y modifiquemos de una vez por todas "ese traje chico", para tornar a nuestra vida pública màs inclusiva, abierta y participativa, seguiremos viviendo a la democracia como frustración y asfixia, y no como definitiva posibilidad emancipatoria."
Quiero decir: se ampliaron al extremo las promesas constitucionales en materia de derechos humanos pero se mantuvieron intocadas las estructuras de poder necesarias para poner dichos derechos en movimiento. Pasamos a tener, desde entonces, una constitución con "dos almas" : un alma innovadora, audaz, democrática y social, propia del siglo XXI (la sección de los derechos) y otra que pone en pie una estructura de poder arcaica, verticalista, de corte elitista y autoritario, propia del siglo XIX (la organización del poder).
Mientras no resolvamos dicha tensión, y modifiquemos de una vez por todas "ese traje chico", para tornar a nuestra vida pública màs inclusiva, abierta y participativa, seguiremos viviendo a la democracia como frustración y asfixia, y no como definitiva posibilidad emancipatoria."
ROBERTO GARGARELLA ("NUESTRA CONSTITUCIÒN TIENE DOS ALMAS") REVISTA Ñ. 19/05/2018.
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