domingo, 9 de mayo de 2021

LAS PALABRAS QUE CURAN...

 



"Para mí, la literatura fue al comienzo, y sigue siendo, una espacio vacío, en dos sentidos de esta última palabra: primero, vacío como "vaciado", en el sentido en que lo usan los escultores, vale decir el espacio modelado por el retiro de figuras de bulto que son las artes, la ciencia, y también la vida: las aventuras, el amor.  Y segundo, vacío como espacio libre, y aquí debía estar prodigiosamente vacío para permitirme evolucionar con toda la libertad necesaria, y se necesita muchísima, para volver a crear todo lo que se ha retirado. Los dos sentidos se condicionan mutuamente, y no sé cuál estuvo antes. Por alguna razón nunca pude ver a la literatura como una entidad sustancial. A pesar de lo cual siempre estuvo en el centro de mi vida, en el centro vacío. Creo que esto provino de una percepción, que debí de hacer en la infancia, de mi definitiva incapacidad para practicar en los hechos algún arte; o bien esta percepción fue secundaria, y complementaria,  a la convicción más grave de que no podría hacerme cargo de mi vida, de que la realidad rechazaría mi trato. Y como yo quería vivir a pesar de todo, por un imperativo que comparto con todos los seres,  me hice un nicho en el vacío que dejaban las diversas imposibilidades de la acción. Esto, que reconstruyo como un mito, no fue un gesto de resignación sino todo lo contrario: fue un loco permiso a la más desmesurada ambición. Ya que se me negaban los dones para practicar cualquier arte, hasta el de vivir, me proponía dominarlos a todos. La elección de la literatura es bastante obvia, por las pocas exigencias que pone para la representación, por su contigüidad con la fantasía: el que no puede pintar o componer música, puede describir cuadros o conciertos, el que no vive aventuras, las puede contar. El que no puede escribir poemas o novelas, puede escribir cómo los haría. La literatura no se me iba a entregar más que la pintura o la música o las mujeres o el dinero o la acción, así que la puse a ella también en el cerco de planetas girando a mi alrededor, inalcanzables para mí pero dominándome de todos modos. Sus campos gravitacionales combinados me daban vida, me mantuvieron con vida, y la incoherencia de sus distintas fuerzas actuando sin descanso sobre mí me dieron  el movimiento frenético, inconexo, sin efectos, que ha sido la marca de mi vida de escritor."


"Misericordiosamente, no se necesita talento: basta con el pensamiento , y ni siquiera con el pensamiento de la inteligencia  sino el mero "pensamiento ciego", el que puede seguir haciendo cálculos allá donde no alcanza la sensibilidad o la intuición. Las construcciones  resultantes se parecen a ficciones o mitos. El mismo mito que me hace escritor me hace músico, y escultor, y naturalista, y padre de familia, y feliz."


C. AIRA ("MIS INTERESES LITERARIOS" DE "LA OLA QUE LEE")

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