Al calor de una nueva edición del BAFICI, se me ocurren razones para ver (o volver a ver) "El estudiante".
Quique Fogwill consideraba que, en literatura, una obra maestra es aquella en la que no hay una sola línea de mas.
Saber cuando parar, de eso se trata (en la literatura como en la vida).
La película de Santiago Mitre (como muy pocas que haya visto en los últimos años) cumple al pie de la letra con esa premisa; no hay una sola escena que no esté justificada en el contexto general de la obra. Si ahora tuviera que decir otros ejemplos, se vienen a la cabeza "El ciudadano ilustre" o "Por tu culpa", joyas del cine vernáculo.
A diez años de su estreno, la película sigue siendo desconocida para mucha gente. Eso está mal, porque "El estudiante" es una película para pensar en serio la política. La política en general y la política local en especial.
Y para aprender cuál es la receta para vivir más de 100 años.
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