lunes, 19 de marzo de 2012

EL PROVOCADOR...






Ir al cine es, seguramente, una de las cosas que más disfruto. Si la experiencia es intensa, mi percepción sólo queda activada en función de aquello que se proyecta en la pantalla. El mundo exterior se disuelve. Una gran película, como un gran libro o una gran obra de teatro, tiene el efecto inmediato de un estupefaciente: la separación total de un cuerpo de la cotidianeidad que lo envuelve.
Por eso, en caso de ir acompañado, estudio la relación entre mi estado de ánimo, la persona elegida y la película o la obra señalada. La personas que me acompañan son dos o tres, justamente porque se trata de aquellas personas con las que comparto más que dos o tres cosas. Y es que uno no puede entregarse a una experiencia si la persona que está al lado no se encuentra atravesando un viaje similar. Finalmente, todo, entonces, queda supeditado a mi estado de ánimo.
Vuelvo a la soltería después de más de un año, encuentro en el cine Gaumont gran cine a bajísimo costo. Gusta. Compro.
"Enter the void" es el último largometraje del franco-argentino Gaspar Noe, director de la inolvidable "Irreversible".
La película es una experiencia de los sentidos y de la imaginación (¿no es eso, acaso, el arte en estado puro?). Es un ejemplo -uno más- de que, muchas veces, la forma es más importante que el contenido. Y es que, tanto en "Irreversible" como en "Enter the void", los guiones son tan correctos como elementales, como así también los diálogos entre los personajes; no así la forma de narrar la historia. El manejo de las cámaras, de la luz, del sonido y la fotografía es vital para crear un mundo corrosivo, en el que se borran los límites entre lo real y lo fantástico. Una fusión salvaje y abrumadora de sueño y realidad.
En un caso -irreversible- se trata de la historia de una venganza por una violación; en el otro -enter the void- la vida desangelada de dos hermanos -huérfanos por el accidente de sus padres- que deciden ir a Tokio (donde serán traficante y striper respectivamente)en una especie de fuga hacia adelante de sus vidas atormentadas.
Esta última película marca, tal vez, un punto de inflexión en la filmografía de Noe. Como lo fue "Imperio" para David Lynch (hasta la fecha, su última película), se verá como sigue sus pasos un director que parece haber explorado los límites de su posibilidad estética, ante lo cual, el horizonte creativo se acompleja, y repetirse (y repetirse es arruinarse) es el eslabón a la vez más temido pero también mas arduo de quitar de la cadena.
Mientras tanto, vale decir que -dejando de lado a los grandes clásicos- el cine de Gaspar Noe, como el cine de David Lynch, el de Gus Van Sant, el de Michael Gondry y- fundamentalmente- el de Lars Von Trier es el único cine que se representa experiencias estéticas de la imaginación y los sentidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario