sábado, 20 de febrero de 2016

SIGMUND, MAMÀ Y YO...


 

En mi sueño me casaba. Y los sueños, sabemos, muchas veces dibujan imagenes que -en parte- estàn bastante lejos de la realidad que nos rodea cuando abrimos los ojos. El de anoche fue uno de esos sueños que quedan flotando en la mente una vez que nos despertamos. Y no pasa seguido.
Sucediò asì: despuès de varias noches sin poder dormir, (a lo que se sumò la pesadilla de tener que levantarme temprano para ir al trabajo) el cansancio pudo màs y conseguì dormìr largamente. No sòlo dormì; tambièn soñè. Y no sòlo soñe, sino que soñè con mi vieja.
Lo extraño no fue que, en mi primer registro onìrico despuès de su muerte, ella estuviera presente; no fue eso lo extraño, sino la situaciòn: yo me casaba. Me casaba con una chica a la que -en la "vida real"- no veo hace unos diez años. Esa chica no fue mi novia; tampoco una amiga, sino "amiga de una amiga".
No sòlo no la vi en todo este tiempo, sino que nunca, jamàs, pensè en ella. Desde que estoy en fb (en donde , quiero creer, hay gente que se muestra màs estùpida de lo que verdaderamente es) , busquè a algunas personas por la misma curiosidad con la que lo hacemos todos: para saber "què es de la vida de". Nunca se me cruzò por la cabeza hacerlo con respecto a esta chica.
Lo cierto es que me casaba con ella; con una desconocida a fin de cuentas. Algo que no pasa en la vida real, claro, porque uno no se anda casando con un desconocido....no? ¿o sì?
Yo estaba en la casa de mi vieja dando vueltas, angustiado, pensando que "no podìa ser" que me casara con alguien que no veo hace tanto tiempo y con quien nunca tuve un vìnculo cercano.
Como si fuera que, en algùn momento de nuestras vidas, hubìeramos firmado una especie de pacto por el cuàl acordàbamos que nuestro reencuentro serìa directamente para nuestra fiesta de casamiento.
Mis amigos me estaban esperando para la celebraciòn, y yo estaba dando vueltas en la cocina de la casa de mi vieja, sin saber què hacer.
Y ahì estaba mi mamà, muy tranquila ella, tomando mate con mi prima recièn llegada de uruguay.
La vi tranquila, hablando pausadamente y eso me pacificò. Dejè de dar vueltas por la casa mientras resolvìa si me casaba con una desconocida o no.
En el sueño me fui. Y eso es todo. Como los sueños no son como las pelìculas, no sè el final, si me tiraron arroz o no, si bailè al ritmo del carnaval carioca y si hice todas esas cosas que uno hace en los casamientos y que despuès siente verguenza -màs propia que ajena- cuando le hacen ver el video de la fiesta.
Simplemente el sueño terminò allì.
Si ya sè: el edipo. Sì: toda otra mujer, es, para nuestra madre amorosa, una "desconocida".
Tal vez. Pero lo cierto es que hoy, cuando despertè, sentì algo de la paz que ella tenìa en el sueño, mientras tomaba mate con mi prima, en la cocina de su casa.

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