sábado, 30 de mayo de 2020

EL JAZZ Y EL BLUES, LA GUERRA Y LA POESÍA...



Cornelius Castoriadis, la imaginación radical – Kaos en la red

"En 1953, cuando tenía apenas treinta y un años, Castoriadis se había hecho hacer un "retrato grafológico" por un profesional que solo conocía de él una muestra de su escritura. El análisis resultante es pasmoso por su justeza. Comienza  con esta constatación: "este hombre es inteligente y lo sabe, pero lo que sin duda ignora es hasta qué punto el rendimiento de su inteligencia queda a veces comprometido por sus trastornos afectivos". Se menciona su capacidad de resolver los problemas de manera cerebral, pero también su puerilidad afectiva que persiste en él desde la infancia, y que lo lleva, "al modo de los niños, a exigir más de lo que da". Por otra parte, su escritura daría testimonio de una fuerte dosis de narcisismo y de un orgullo que soporta mal los fracasos o la desaprobación: "la idea de equivocarse y al mismo tiempo perder prestigio le resulta intolerable". En el retrato también se señalan su impulsividad, su impaciencia, la falta de control de sus reacciones afectivas, su espíritu de síntesis, su inteligencia vasta, viva y flexible. En cuanto a su relación con los demás en el grupo, se habla de ella en estos términos: "su voluntad sobre el otro se manifiesta sin brutalidad: él prefiere seducir y convencer antes que imponer. Sin embargo, en el plano de las ideas le gusta dominar y, en definitiva, se muestra tiránico; es difícil discutir con él, porque  se empecina en su razonamiento, ya que cree poseer la verdad."

"En mi padre hay algo que llegué a comprender en parte.  No soportaba de ninguna manera la soledad y, por lo demás, nunca vivió solo. Es alguien profundamente abandónico en el sentido psicoanalítico de la caída , la angustia de no poder aferrarse a algo o alguien."

"Sin embargo, las dificultades de la vida sentimental de Castoriadis se compensan con el carisma que él ejerce sobre el grupo debido a su cultura y su erudición en todos los ámbitos, a las que agrega su alegría de vivir, su placer al moverse en medio de sus círculos de amigos, su pasión por la música y el juego"

"Durante varios años Castoriadis iluminó mi vida por su capacidad de vincular todo con todo: su hambre de conocimientos, que lo llevaba a explorar todas las disciplinas, del psicoanálisis a la matemática, de la lingüística a la etnología, de la música clásica al jazz y el blues, me alentó sin duda a hacer, de manera más modesta y con menos éxito, las mismas exploraciones, y sobre todo me convenció de que nada de lo que procedía de un cerebro humano carecía de interés. El espíritu de Castoriadis, más ligero que su mano sobre las teclas del piano, saltaba, leve, por encima de todas las fronteras."

"Lejos de ser la emanación de una teoría sistemática, ese proyecto se arraiga fundamentalmente en la propia experiencia histórica. Si Castoriadis se aleja de Marx para definir los caminos de avance hacia la realización de la autonomía del hombre, se acerca a Freud, que con el paso de los años se convertirá en su fuente de inspiración y constituirá, incluso, a partir de la década de 1970, la base de su nueva profesión de psicoanalista. Esta apropiación del saber psicoanalítico lo lleva a cambiar de escala para estudiar lo que ocurre en el plano individual. Castoriadis estima que es preciso plantearse la necesidad de saber qué es el deseo revolucionario, no solo en el nivel colectivo sino interrogando también al "yo" del deseo. La existencia de zonas de opacidad  reveladas por Freud convierte en una aporía el sueño de Marx de una sociedad comunista que haya logrado superar todos los conflictos y establecer un sistema integral de acuerdo entre todos sus componentes, y por lo tanto completamente transparente para sí misma"

"CASTORIADIS, UNA VIDA" (F. DOSSE)

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