domingo, 20 de diciembre de 2020

FINAL DEL JUEGO






 Un amigo me avisa del cierre del Ensamble. Ese mismo amigo, hace más de diez años, fue quien me recomendó el lugar.

Entro a la página oficial del teatro y lo confirmo: el 2020 no sólo se llevó puesto el trabajo y la salud de infinidad de personas; también hizo lo propio con los espacios culturales (que también forman parte del universo del trabajo y de la salud)
Muchos de los que leen esto saben de mi relación con ese lugar; aunque quizá no sepan muchas cosas que me pasaron ahí.
En el Ensamble vi reír a mi primo y a su novia hasta las lágrimas y sentir que su risa (y la del resto de la sala) funcionaba para mí como unas manos gigantes que me elevaban; en el ensamble descubrí música que, de otro modo, nunca hubiera llegado a mi vida (pienso en "Buena Vista Social Club"); en el bar del ensamble escribí el cuento "Uno menos Dos" que terminó siendo seleccionado en un concurso y posteriormente editado en un libro; en el ciclo de cine del ensamble vi "Boyhood", la película que capta con un nivel de sutileza notable el instante preciso en que una chica siente que se enamora; en el ensamble confirmé que no hay forma posible del humor o de la emoción si la persona que lo transmite no tiene una relación de intimidad con eso que está dando, es decir, si no lo divierte o lo emociona lo que tiene para ofrecer; en el Ensamble vi actuar a Carlos Portaluppi y a Luis Machin y recuerdo, después de cada una de esas funciones, haber salido caminando en dirección contraria a la que estaba el auto; en el Ensamble me ilusioné con que algunos vínculos familiares podían renacer definitivamente; en el Ensamble pude terminar de ubicar el lugar que ocupan algunas personas en mi vida; en el Ensamble disfruté infinidad de veces de la parodia de los pastores de la tele, el "deje de sufrir", con frases del tipo "si usted tiene una casita en Santa Clara, o un auto con vtv y lo aporta a la causa, después en el cielo recibe una mansión, pero si usted es pobre en el cielo no recibe nada", o exorcismos a personas poseídas por el espíritu de Carrió; en el Ensamble me olvidaba de los problemas laborales cuando parecía que los problemas laborales se adueñaban de mi cabeza; en el Ensamble los mozos me saludaban como si fuera su amigo, poniendo en practica la letra de una canción de Pearl Jam: "primero somos amigos y después nos conocemos".
Al ensamble debería agregarlo inmediatamente a la lista de agradecimientos que hice este año cuando tuve el ascenso en el trabajo. Lo hago ahora, en forma tardía, con la noticia del cierre.

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