miércoles, 20 de enero de 2021

TIEMPOS BÍBLICOS...



 A modo de introducción: en uno de sus textos, el genial Mario Levrero (EL URUGUAYO) nos recuerda la razón por la que debemos aplastar a las cucarachas sin piedad; no es porque sean feas, sino por el hecho de que, al intentar una fuga a toda velocidad apenas se sienten iluminadas, estarían evidenciando la gravedad de la falta que acaban de cometer.

Anoche, en el bar, la primer cucaracha pasó cerca del vaso de cerveza. Mí amigo, con un gesto, me advirtió la situación. Tomé una servilleta y la use para tirar la cucaracha al pasto. Unos minutos después, otra cucaracha empezó a desfilar por la mesa. Mí amigo repitió mi accionar, con el fastidio en aumento. Con la llegaba del tercer bicho a nuestra mesa no hizo falta que mediara palabra: nos pusimos los dos de pie para irnos del lugar.
Lo sabemos: es preferible confiar en nuestro sistema inmunológico antes de visitar la cocina de un bar. Pero lo de anoche fue demasiado. Al pagar, le digo al chico que nos atendió que hay cucarachas en el local. Su reacción fue de antología: nada de "mil disculpas", nada de "no puede ser", nada de " le voy a avisar al encargado"; por el contrario, me miró seriamente sin ninguna sorpresa y me dijo: "es un problema del municipio de Almirante Brown. Estamos esperando que se vayan". Su respuesta me dejó sin palabras. Están esperando que se vayan quiénes? Las autoridades municipales? Las cucarachas? Los dos? La serenidad con la que me lo dijo implicaría que yo debería relajarme, sentarme y seguir tomando la cerveza mientras las cucarachas me trepan por el pelo?
De regreso en el departamento tiro un poco de raid, no sea cosa que a las cucarachas se les dé por tomar los municipios vecinos.
No me extrañaría: todo indica que estamos viviendo en tiempos bíblicos de pestes y plagas, por lo que conviene salir al mundo aplicando la política del buen guerrero: esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor.
Sepan las cucarachas que presentaré batalla.

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