domingo, 13 de junio de 2021

LA CONTINUIDAD DE LOS SIGNOS...

 


"El amor-pasión" (del que he hablado) no es bien visto; se lo considera como una enfermedad de la que hay que curarse; ya no se le atribuye , como anteriormente, un poder de enriquecimiento. Ya no tenemos la escena del balcón. Pero ni siquiera tenemos la morfología de los rasgos del enamorado, sus expresiones, su mímica; mientras que en el siglo XIX había centenares de pinturas, grabados que lo representaban. Por lo tanto ya no se puede reconocer a un enamorado en la calle. Estamos rodeados de seres de los que no podemos saber si están o no enamorados. Porque si lo están se controlan enormemente."

"Por qué la cultura de masas exhibe tanto los problemas del sujeto enamorado? En realidad, lo que pone en escena son relatos de los episodios, no el sentimiento amoroso mismo. Es tal vez una distinción un poco sutil, pero me aferro a ella. Esto quiere decir que si usted coloca al sujeto enamorado en una "historia de amor", por ese hecho mismo lo "reconcilia" con la sociedad. ¿Por qué? Porque contar forma parte de las grandes obligaciones sociales, de las actividades codificadas por la sociedad. Por medio de la historia de amor la sociedad domestica al enamorado."
"El enamorado es el semiólogo silvestre en estado puro. Pasa todo su tiempo leyendo signos. No hace más que eso: signos de felicidad, signos de infelicidad; en el rostro del otro, en sus conductas. Es presa de los signos, verdaderamente."
"El amor no es ciego. Al contrario, tiene una potencia de desciframiento increíble, lo que depende del elemento paranoico que está en todo enamorado. Usted lo sabe, un enamorado conjuga pedacitos de neurosis y de psicosis: es un atormentado y un loco. Ve claro, pero el resultado es el mismo que si fuera ciego, porque no sabe dónde ni cómo detener los signos. Descifra perfectamente pero no sabe detenerse sobre una certidumbre de desciframiento."
"El sujeto que yo soy no está unificado. Es una cosa que experimento profundamente. Entonces decir: "¡soy yo!" sería postular una unidad de uno mismo que no reconozco en mí."
ROLAND BARTHES ("EL GRANO DE LA VOZ")

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