sábado, 31 de agosto de 2024

PERO EL CAFÈ, CON TU SUERTE SE ENFRÌA...




"El príncipe besa a Blancanieves sin su consentimiento; otro príncipe persigue a las mujeres del reino hasta encajar el zapato. Cancelados.

Joyce Maynard, antigua novia de Salinger, dice que él la manipulaba. Salinger cancelado.

Tintín estigmatiza a los africanos. Cancelado.

Lo que Pablo Neruda había contado era un violación. Cancelado con retroactividad.

Philip Roth trataba mal a sus mujeres. Cancelado, también su biógrafo por no condenarlo.

Lolita cuenta la relación de un hombre con una menor. Cancelada.

Pasado y presente son escudriñados por un escáner moralizador que se va calibrando de acuerdo con los estándares siempre cambiantes de la corrección política.

Y así nos convertiremos en canceladores de cabotaje, a favor de todo lo bueno y en contra de todo lo malo.

Si cada uno hace su parte, en un tiempo prudencial habrá desaparecido todo lo que nos genera incomodidad. Las series tendrán un adecuado equilibrio de representación de géneros, colores de piel, discapacidades y orientaciones sexuales. En las películas no veremos animales, para prevenir el especismo; los ciegos harán de ciegos, para evitar apropiaciones; las protagonistas de Disney serán latinas, negras, enanas, no binarias, lesbianas, esquimales, y las mismas actrices, cuando crezcan, podrán ser James Bond. No habrá imágenes de mujeres desnudas en los museos y Carmen tomará venganza al final de la ópera. No habrá rapto de Helena ni guerra de Troya, y Julieta no clavará su daga porque no necesita un hombre para vivir. Los artistas harán sus obras una vez que hayan podido demostrar sus identidades no hegemónicas, la adhesión a las causas correctas y un perfecto acoplamiento a los nuevos tiempos.

Y entonces, el arte ya no será un gesto completamente inútil y se convertirá en un programa funcional y descafeinado al servicio de otra cosa."

"CONTRA LA CANCELACIÒN" (A. CALAMARI, DE "EL LIBRO DE LAS DIATRIBAS")

miércoles, 28 de agosto de 2024

HISTORIA DEL LLANTO...





"Cosas que me hacen llorar instantáneamente:

Escolares cantando.

Adultos comiendo solos.

Carteles de mascotas perdidas.

El recuerdo del último gesto que hizo mi padre.

El momento en el que las Madres llegan a la Plaza cada 24 de Marzo.

Spinetta y Páez cantando "Las cosas tienen movimiento" en el concierto de las bandas eternas.

Promotoras y/o volanteros a los que los que pasan les rechazan lo que ofrecen.

Personas mayores dándoles de comer a las palomas.

Saber que Charly García se va a morir.

Despedidas en estaciones y aeropuertos.

Pasar por la puerta del primer departamento donde viví.

Mensajes de amigos que llegan en el momento preciso.

Un audio de mi amigo muerto.

Cuando se corta la luz en mi casa."

"Me gusta pensar las cosas trágicamente, construir el peor escenario, vivir en un trance anímico dentro de los cánones de la cordura media. Si después aquello que tenía que resolverse o suceder sale bien o sucede, tiempo para celebrar hay de sobra. "

"Llorar en mi mejor ejercicio físico, me sirve y me renueva más que un abdominal, que una meditación, que dejar de fumar. Necesito que las cosas me afecten, me asusten, me demuelan, me preocupen o me angustien. Que todo tenga su cuota de llanto y desesperación."

"Por esto soy actriz (no sé si afirmarlo o preguntarlo) Porque actuar, que es literalmente representar un drama, es para mí un acto extremo, un desorden, un desalineamiento, un momento de arrojo loco y descarado. Yo necesito, para la vida y para la actuación, entrecruzar las emociones. Que en medio del ataque de risa aparezca el llanto (y viceversa), que en medio del empujón aparezca el abrazo (y viceversa) y que si hay belleza, esté mezclada con horripilancia. Si hay algo que no me interesa es vivir pensando que "va a estar todo bien".

"A los que nos dedicamos a la actuación la gente nos pregunta siempre las mismas tres cosas:

1) ¿Cómo hacés para aprender tanto texto?

2) ¿No te cansás de repetir una y otra vez la misma obra?

3) ¿En qué pensás para llorar cuando actúas?

La primera pregunta la respondo con gracia y cinismo: me pagan para eso. Pero después me amargo porque si se valora la memoria quiere decir que la interpretación fue mediocre.

Para la pregunta dos tengo una respuesta bobalicona y no del todo cierta: cada noche es distinta.

Mi respuesta a la última pregunta es que pienso en todo."

"El que viaja en avión y no aprovecha para llorar es un tarado."


"UN GESTO EXTREMO" (VALERIA LOIS, DE "EL LIBRO DE LOS ELOGIOS")

domingo, 25 de agosto de 2024

FINAL DE PARTIDA...

 







Después de diez años ( mi propia década ganada), final de partida. En pocos días me mudo ( nos mudamos !). Un nuevo juego en marcha.

Muchos recuerdos, muchas imágenes de todo este tiempo, en el que ( de alguna manera) estuve buscando un balance virtuoso entre un yo y un nosotros. Que el tiempo que estoy con los demás mejore el tiempo que estoy solo. Que el tiempo que estoy solo mejore el tiempo que estoy con los demás. Esa fue la premisa secreta de estos años. Amigos, familiares queridos, compañeros de trabajo, vecinos amables. "Este es mi tiempo para estar con ustedes " dice una canción de Nirvana. Repaso los encuentros vividos, y -efectivamente - estuve en esa línea.
Anoche, ordenando los cajones de la mesa de luz, me encontré nuevamente con la carta que nos dejó mi vieja a mi hermano y a mí, con algunas " recomendaciones" para la vida. Creo que hubiera estado contenta con ver que cumplí.
En un documental le preguntan a Nina Simone qué es la libertad para ella: " es no tener miedo" responde. No puedo estar más de acuerdo.

sábado, 10 de agosto de 2024

LO QUE FALTA ES PACIENCIA...

 



Paul Valéry

Salmo T., de El cementerio marino

"El más escéptico de todos
es el Tiempo,
que con los Nos hace Sis
y con el odio amor
y al contrario.
Y si el río no remonta su fuente,
y si la manzana caída no salta
y se reúne a su rama
es porque te falta paciencia para creerlo."

lunes, 5 de agosto de 2024

LA RIQUEZA DE ESTE MUNDO



 Olga Orozco

Anotaciones para una autobiografía (fragmento), de Relámpagos de lo invisible

"Con el sol en Piscis y ascendente en Acuario, y un horóscopo de estratega en derrota y enamorada trágica, nací en Toay (La Pampa), y salí sollozando al encuentro de temibles cuadraturas y ansiadas conjunciones que aún ignoraba. Toay es un lugar de médanos andariegos, de cardos errantes, de mendigas con collares de abalorios, de profetas viajeros y casas que desatan sus amarras y se dejan llevar, a la deriva, por el viento alucinado. Al atardecer, cualquier piedra, cualquier pequeño hueso, toma en las planicies un relieve insensato. Las estaciones son excesivas, y las sequías y las heladas también. Cuando llueve, la arena envuelve las gotas con una avidez de pordiosera y las sepulta sin exponerlas a ninguna curiosidad, a ninguna intemperie. Los arqueólogos encontrarán allí las huellas de esas viejas tormentas y un cementerio de pájaros que abandoné. Cualquier radiografía mía testimonia aún ahora esos depósitos irremediables y profundos. Cuando chica era enana y era ciega en la oscuridad. Ansiaba ser sonámbula con cofia de puntillas, pero mi voluntad fue débil, como está señalado en la primera falange de mi pulgar, y desistí después de algunas caídas sin fondo. Desde muy pequeña me acosaron las gitanas, los emisarios de otros mundos que dejaban mensajes cifrados debajo de mi almohada, el basilisco, las fiebres persistentes y los ladrones de niños, que a veces llegaban sin haberse ido. Fui creciendo despacio, con gran prolijidad, casi con esmero, y alcancé las fantásticas dimensiones que actualmente me impiden salir de mi propia jaula. Me alimenté con triángulos rectángulos, bebí estoicamente el aceite hirviendo de las invasiones inglesas, devoré animales mitológicos y me bañe varias veces en el mismo río. Esta última obstinación me lanzó a una fe sin fronteras. En cualquier momento en que la contemple ahora, esta fe flota, como un luminoso precipitado en suspensión, en todos los vasos comunicantes con que brindo por ti, por nosotros y por ellos que son la trinidad de cualquier persona, inclusive de la primera del singular.

En cuanto hablo de mí, se insinúa entre los cortinajes interiores un yo que no me gusta: es algo que se asemeja a un fruto leñoso, del tamaño y la contextura de una nuez. Trato de atraerlo hacia afuera por todos los medios, aun aspirándolo desde el porvenir. Y en cuanto mi yo se asoma, le aplico un golpe seco y preciso para evitar crecimientos invasores, pero también inútiles mutilaciones. Entonces ya puedo ser otra. Ya puedo repetir la operación. Este sencillo juego me ha impedido ramificarme en el orgullo y también en la humildad. Lo cultivé en Bahía Blanca junto a un mar discreto y encerrado, hasta los dieciséis años, y seguí ejerciéndolo en Buenos Aires, hasta la actualidad, sin llegar jamás hasta la verdadera maestría, junto con otras inclinaciones menos laboriosas: la invisibilidad, el desdoblamiento, la traslación por ondas magnéticas y la lectura veloz del pensamiento. Mis poderes son escasos. No he logrado trizar un cristal con la mirada, pero tampoco he conseguido la santidad, ni siquiera a ras del suelo. Mi solidaridad se manifiesta sobre todo por el contagio: padezco de paredes agrietadas, de árbol abatido, de perro muerto, de procesión de antorchas y hasta de flor que crece en el patíbulo. Pero mi peste pertinaz es la palabra. Me punza, me retuerce, me inflama, me desangra, me aniquila. Es inútil que intente fijarla como a un insecto aleteante en el papel. ¡Ay, el papel! "blanca mujer que lee el pensamiento" sin acertar jamás. ¡Ah la vocación obstinada, tenaz, obsesiva como el espejo, que siempre dice "fin"! Cinco libros impresos y dos por revelar, junto con una pieza de teatro que no llega a ser tal, testimonian mi derrota. En cuanto a mi vida, espero prolongarla trescientos cuarenta y nueve años, con fervor de artífice, hasta llegar a ser la manera de saludar de mi tío abuelo o un atardecer rosado sobre el Himalaya, insomne, definitivo. Hasta el momento sólo he conseguido asir por una pluma el tiempo fugitivo y fijar su sombra de madrastra perversa sobre las puertas cerradas de una supuesta y anónima eternidad.

No tengo descendientes. Mi historia está en mis manos y en las manos con que otros la tatuaron. Mi heredad son algunas posesiones subterráneas que desembocan en las nubes. Circulo por ellas en berlina con algún abuelo enmascarado entre manadas de caballos blancos y paisajes giratorios como biombos. Algunas veces un tren atraviesa mi cuarto y debo levantarme a deshoras para dejarlo pasar. En la última ventanilla está mi madre y me arroja un ramito de nomeolvides. ¿Qué más puedo decir? Creo en Dios, en el amor, en la amistad. Me aterran las esponjas que absorben el sol, el misterioso páncreas y el insecto perverso. Mis amigos me temen porque creen que adivino el porvenir. A veces me visitan gentes que no conozco y que me reconocen de otra vida anterior. ¿Qué más puedo decir? ¿Que soy rica, rica con la riqueza del carbón dispuesto a arder?"