lunes, 27 de diciembre de 2010

BAJO ESTE SOL TREMENDO...





Agotado y con fiebre. Así pasé el fin de semana navideño. El malestar se prolonga al día de la fecha, por lo que no fui a trabajar. La última semana del 2010 me encontrará totalmente dominado por un cansancio definitivamente instalado en mi cuerpo. El sol me lastima todo el tiempo. No puedo estar en la calle. Al mismo tiempo, aparecen, en el horizonte inmediato, bajo este sol tremendo, algunas instancias "vocacionales" a tener en cuenta: escribir para el diario la Unión de Lomas y participar en la cátedra de estudios literarios de la facultad de ciencias sociales del mismo partido.
Mientras tanto, empiezo a pensar que la adicción a la neurosis ( esa faena que consiste básicamente en el hecho de avanzar retrocediendo), funciona para sus amantes (yo)como la única forma de registrar algo parecido a la potencia de la vida. De la vida y sus posibilidades en relación con las limitaciones propias y ajenas.
El 2011 me encontrará, entonces, teniendo que lidiar con neurosis amorosas (las peores de la especie, las de mayor potencia)al tiempo que paseo por la costa marplatense.
Y es que, en el amor como en todo lo que no es amor, la potencia neurótica en cuestión surge de imposibilidades para acceder a una convincente "clasificación de la etapas", de lo que fue pasado y ya no es presente (esa fina línea que separa los tiempos verbales) y de las condiciones de posibilidad de lo que -efectivamente- es presente. Y lo que está detrás de estas racionalizaciones, por supuesto, no es otra cosa que el desarrollo de una baja tolerancia al dolor.
La neurosis como forma vital de sentir la potencia de la vida. Como bien decía uno de los personajes de Belleza Americana (hay acaso una película que explique mejor las formas de vida modernas?), "hay tanta belleza en este mundo que creo que no puedo soportarla".

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