domingo, 22 de julio de 2018

EL VINO ES LO PRIMERO

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Ante los cambios en mi paladar en relación a mis consumos etílicos (antes de los 30 cerveza, fernet y vino blanco, después de los 30 vino tinto y, actualmente, promediando la treintena, vino tinto de buena calidad) un amigo detecta, allí, signos de envejecimiento.
En la vinoteca, entonces, mientras presto atención al rango etario de los consumidores (y corroboro lo certero del dictamen de mi amigo) me doy cuenta de lo siguiente: cada vez que tengo que regalar un vino para unamigo o familiar me compro, ademàs, algo para mì. Antes solo iba para comprar un regalo.
Es el envejecimiento estúpido!
En ese ámbito sucedió, también, algo de efectos inesperados: mientras doy vueltas buscando el vino indicado (el "indicado" sigue siendo para mì, por ahora amateur, una cuestión no tanto de precio, sino de instinto).escucho al dueño del local conversar con un cliente. Entre los dos se lamentan por la salud de un tercero. Por lo que llego a escuchar, se trata de un hombre joven, al que le encontraron alguna enfermedad de la que no alcanzo a escuchar su nombre.
Desde hace un tiempo que me daba vueltas por la cabeza la idea de aprovechar la feria judicial para hacerme un chequeo médico. Me veo bien, me siento bien, pero estoy tomando vino bueno: señal de que hay que chequear de que todo ande bien de verdad.
Dejo de procrastinar por un momento y voy al médico entonces. El tipo, un profesional "de los de antes" como dirían nuestras abuelas, que atiende en un consultorio montado en su propia casa, me hace una batería de preguntas y toma notas de mis respuestas. Me pasea por mis antecedentes familiares, mi dieta, mi vida sexual, mis antecedentes clínicos, mi sueño, mi trabajo, mi actividad social y deportiva, si fumo, si tomo alcohol o si consumo drogas. Me revisa y me toma la presión. Me pregunta edad, altura y peso: "35, 1.80 y 80 kg." Números redondos que, tal vez en algunos casos, y con seguridad en otro, se vayan deformando por el paso del tiempo.
Mientras me entrega las órdenes para los estudios de rutina me informa lo siguiente: "tiene un hernia umbilical. No le molesta?"
Le digo que me vengo a enterar. Que nunca sentí ninguna molestia. Me dice que no me preocupe, pero que consulte con un cirujano si noto algún cambio.
Salgo del consultorio, órdenes en mano, considerando dos posibilidades.
La primera es que la hernia umbilical tenga dos años y medio de antigüedad; la segunda es que el ( buen) vino lleve a la (buena) salud.

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