miércoles, 23 de enero de 2013

NEUROSIS LECTORA...




La neurosis no me abandona ni siquiera en lo que más disfruto: comprar libros. Después de haber leído algunas novelas y ensayos del Feinmann que sabe leer y escribir ("Últimos días de la víctima", "La sangre derramada", "La filosofía y el barro de la historia",  y el primer tomo del libro sobre el  Peronismo), me dije a mí mismo que ya era suficiente de este tipo. Pero no pude con mi genio, y -apenas salió- compre el libro de sus encuentros con Kirchner: "El flaco". En este blog ya di cuenta en su momento  de lo que hice con esa bazofia. Lo prendí fuego.
De Majul jamás tuve la intención de leer absolutamente nada. Me cae muy mal, a pesar de tener -increíblemente- algunas buenas entrevistas...incluso con gente a la que admiro y que nunca aparece en la televisión, como el actor Alejandro Urdapilleta y (que en  paz descanse) el gran escritor Rodolfo Fogwill. Le faltó entrevistar al Indio Solari para haber completo la santísima trinidad de mis tutores artísticos.
Pero Majul, que hasta ahora había hecho libros de "investigación periodística", se pone en contacto con Lanata, y le plantea publicar su biografía.
Lanata...qué decir del gordo? Empecé a ver Día D por mi vieja. Siempre nos peleábamos por el control de la tele. A fines de los noventa yo estaba en el secundario, la política me parecía algo asqueroso y los domingos a la noche sólo quería ver Fútbol de Primera. Ella quería ver al tipo que denunciaba la corruptela del menemato. Al final terminamos pactando. Mirábamos un rato cada uno. Al principio miraba con fastidio el "rato suyo". Después comencé a mirar, casi en trance hipnótico, a ese tipo que fumaba todo el tiempo mientras hacía sus editoriales mirando a la cámara.
Nunca había sentido -y nunca más sentí- que ese tipo me estaba hablando directamente a mí. Es algo muy loco sentir eso. Es una sensación increíblemente poderosa. Me dejé seducir por sus editoriales, al punto que -cuando mi mamá me recordaba que "era mi turno" para cambiar de canal- yo le decía que "todavía no dan los goles que me interesan".
Después leí sus libros de historia. Y lloré -literalmente lloré- viendo su documental "Deuda". Algunas veces se me había piantado un lagrimón con alguna película o con algún hecho dramático de la realidad, pero nunca me pasó viendo a un tipo hablar por televisión.
Resumiendo: no pude evitar comprar la biografía del tipo que me hizo llorar. Porque las lágrimas - las carcajadas también- dejan marcas...nos encadenan al que nos genera semejantes convulsiones en el alma.
El presente es otro -el mío y el de Lanata- pero algo queda. Es ese registro de una emoción pasada la que me convoca a la caja en la librería y me hace comprar el libro. A pesar de Majul y a pesar -claro- del propio Lanata.
Voy por el cuarto capítulo. La lectura es grata, lo cual no es poco. Y el libro sigue seco.








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