lunes, 15 de octubre de 2012

DESEO DE VIDA...




Hay temas polémicos que se instalan cíclicamente en la opinión pública a partir de casos concretos que promueven el debate. La despenalización del consumo de estupefacientes (más específicamente de la marihuana) es uno de ellos; el otro -desde ya- es la despenalización del aborto.
La legislación actual considera válida la posibilidad de un aborto legal sólo en casos contados.
Independientemente de los subjetivo de cada caso, me parece que se debe pensar la problemática del aborto sin dejar afuera ninguna de estas variables que me parece necesario agrupar en dos categorías: por un lado la variable mujer-hijo-padre-Estado. Por otro lado la variable progresismo-situacionismo.
En principio debo decir que escucho argumentos "pro-aborto" realmente pobres. Empezando por la llamada "libertad del cuerpo propio". Al respecto me repito: libertad de los cuerpos hay en la programación del canal venus, no en tirar fetos a la basura en bolsitas de coto.
Es interesante, porque justamente si algo tiene de maravilloso un embarazo y si tiene un efecto tan tremendo para una mujer (tanto a nivel físico como psicológico) es que "duplica los cuerpos", es decir que un cuerpo contiene a otro. Ahora bien, que esa "duplicación" no sea deseada no implica que no "exista". La teoría de la libertad del cuerpo propio cae por su propio peso. La negación de la realidad no me parece un buen argumento para despenalizar el aborto, sobre todo teniendo en cuenta que -desde esta teoría- no dicen cuándo "ese cuerpo" se debe considerar un cuerpo autónomo.
Esta misma teoría, la del "hijo que no es hijo por ser un cuerpo no deseado". puesta en boca del hombre, avalaría a los padres abandónicos a no tener que pasar cuota alimentaria a sus hijos no reconocidos. Si el hombre no tiene la posibilidad física de abortar, ¿no sería justo que le dieran la posibilidad de "abortar" a su forma? Vale decir: que la máxima "donde no hay deseo no hay responsabilidad" también lo alcance. ¿O será que la maternidad es sólo cosa de mujeres durante 9 meses y el hombre recién entra en escena -aunque no quiera, aunque sea obligado por el Estado- recién después del parto?
¿Cuándo ese cuerpo adquiere autonomía? ¿A los tres meses, a los seis, al cortarle el cordón umbilical en el parto? Y es que no tiene sentido que lo digan: partiendo de la falta de deseo de ese cuerpo, es indistinto pensar en la génesis de su autonomía.
Si allí no hay un "hijo", entonces sólo hay un "cuerpo extraño". Como una muela de juicio, o un tumor a extirpar antes de su expansión.
Pero no es la libertad de los cuerpos (un fundamento teórico a fin de cuentas) sino el "peligro de muerte" (el de las mujeres pobres que se practican abortos en forma totalmente precaria) el fundamento primero, o ya que estamos, el fundamento "madre" (un fundamento empírico) en que apoyan su petición abortista.
Acá aparece el fundamento progresista. Sobre el progresismo se pueden decir muchas cosas, desde ya. Lo primero que me interesa decir al respecto es que el progresismo no funciona en abstracto. Es decir, una medida "progresista" se debe evaluar en el marco de una determinada situación. Traducido: una medida que puede ser "progresista" en un país bien puede no serlo en otro. No por la medida en sí, sino por el sentido de la "oportunidad".
Por poner un ejemplo burdo:  en África lo progresista sería que todos tuvieran acceso a vacunas, alimento y agua potable; no al wi fi.
Lo progresista, entonces, se debe aplicar "progresivamente".
La pregunta, entonces, es si están dadas las condiciones en nuestro país para introducir medidas de este tipo, puntualmente, la legalización del aborto.
Que el argumento "empírico" sea justamente la cantidad de muertes que hay por abortos mal practicados, me da la pauta de que, probablemente, lo progresista en nuestro país sea una campaña sanitaria a fondo y a mediano y largo plazo en materia de educación sexual, y no dar luz verde al "abortismo para todos".
Se puede decir que una cosa no excluye a la otra; pero tengo mis dudas. Parece más una forma de liberarse (por no decir "desembarazarse") de las consecuencias y no de las causas de una problemática social.
Los que,  llegado a este punto, vuelven al fundamento teórico ("la libertad del cuerpo"), deberían sentar posición con respecto a los interrogantes vitales que hacen a la controversia, fundamentalmente dos:
1) ¿A partir de qué momento el cuerpo propio ya no es "exclusivamente propio"?
2) ¿Qué papel juegan tanto el padre como el propio Estado (un padre a la segunda potencia) en la protección del futuro de esa vida?
Me parece que la "ausencia de deseo" no puede prescindir de evaluar estos puntos. La ausencia de deseo es -también- ausencia de deseo argumentativo. 
"Déjennos en paz" parecen pedir. "Basta de debate, aprueben lo evidente." 
Desde un punto idealista podría decir que me preocupa la idea de un Estado que no defiende la vida.Pero también es verdad que, desde un punto de vista realista, lo cierto es que -si no hay un padre presente- el Estado no puede mucho contra una madre que no quiere a su hijo, por más instituciones que el primero ponga a su alcance para que lo cobijen.
En el caso de una mujer violada, más allá que un aborto implicaría lo mismo que en el caso de una mujer que accedió libremente a tener relaciones, lo cierto es que -por una cuestión básica del derecho- nadie tiene la obligación de hacerse cargo de lo que no le corresponde. Y no sólo no le corresponde hacerse cargo de criar a ese hijo, sino tampoco de gestarlo.
Si los abortistas quieren ampliar la legislación en favor de lo que consideran un progreso, deberían desenfundar argumentos más contundentes que la "libertad del cuerpo" y la "urgencia social del momento", por que las modificaciones legislativas -salvo excepciones, pero no en materia de derechos humanos- no deben ser para paliar "situaciones desfavorables" (para eso deberían estar las políticas de estado), sino para ordenar los derechos y obligaciones en forma estable y permanente. El problema para ellos es que arman un razonamiento en el que, al no haber deseo de vida entonces no hay vida, no hay duplicación de los cuerpos (no en forma simbólica), por lo cual el estado no tiene nada que reclamarle a la libertad de sus propios cuerpos.
¿La vida es sólo deseo? Y si es sólo deseo, ¿deseo de quién?...¿qué pasa con el deseo del padre? ¿Se convierte en un mero espectador del deseo de la madre y su uso monopólico del embarazo?
Para "ordenar los derechos y obligaciones" en forma estable y permanente no alcanza con el "situacionismo" y se necesita -entonces- la "pata teórica" del asunto.  En calidad de tal,  la máxima silenciosa "donde no hay deseo no hay vida y por lo tanto no hay responsabilidad", no parece la más adecuada para torcer el rumbo vigente.
Como siempre, a la hora de trazar perspectivas legales, se debe tratar de llegar a un equilibrio entre "lo que está pasando" (pragmatismo) y lo que "debería ser" (idealismo).
 
 
 
 
 


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