lunes, 13 de mayo de 2013

ABRIR EL JUEGO...




Lo voy a ver a Zaffaroni a la Municipalidad de Lanús. La asociación de "abogados para la victoria" (lo sé, ese nombre merece una entrada aparte) organiza el evento. El tema, desde ya, es la controversial reforma del sistema judicial, aunque el juez dice que el tema son "las estructuras judiciales"
Después de la larga presentación -con declaración municipal de visitante ilustre inclusiva- Zaffaroni comienza aclarando algo evidente pero que no estuvo de más: y es que no puede pronunciarse públicamente al respecto del tema que se menea hasta el hartazgo en todos los medios. Explica que todavía está estudiando el tema y -lo más importante- que no se puede ser "juez y parte" y el es juez. Y de la corte suprema,  a la que -con toda seguridad- llegarán los planteos de inconstitucionalidad que se presenten oportunamente una vez que la ley esté en la calle. Un pronunciamiento en una conferencia pública sería un adelanto en abstracto de un futuro voto a favor o en contra de la constitucionalidad de la nueva legislación.
Sin embargo, el juez deja entrever alguna de las cartas que guarda bajo la manga. Habla de los sistemas de control de constitucionalidad y marca un dato peculiar de la historia del poder judicial en la Argentina: no existe.
"En algún momento quise estudiar la historia del poder judicial en la Argentina, y me encontré con que prácticamente nadie se ocupó nunca del mismo. A diferencia de Europa  y Estados Unidos donde  hay una vasta bibliografía sobre el rol que desempeñó (a través de sus fallos) el poder judicial en el transcurso de la historia, acá no; parece ser que en la Argentina el Poder Judicial no tiene nada que ver ni con la política ni con el Estado y -en consecuencia- no merecería un estudio pormenorizado de su incidencia en la evolución política de un país. Para nuestros historiadores la política y el Estado era pura y exclusivamente el devenir de la relación entre la sociedad civil y uno sólo de los tres poderes del Estado: el poder ejecutivo".
De allí a que ahora -y con razón- se critique que el Poder Judicial es un poder cerrado sobre sí mismo: un güeto carente de toda "esencia política." Nada más alejado de ello: un fallo judicial es -ante todo- un acto político.
Zaffaroni agrega que la justicia es algo demasiado importante como para que sea pensada, diseñada, y aplicada sin escuchar más que las voces de los técnicos del derecho: es decir, los jueces y abogados de la matrícula; por el contrario, se debe abrir el juego y se debe consultar un afluente de voces provenientes del resto de las ciencias sociales (los "técnicos" suelen olvidar que el derecho es -también- una ciencia social). No sólo personas que sepan de leyes, sino también personas que entiendan sobre subjetividad y sobre lo complejo de la articulación de los vínculos humanos en el marco de una sociedad: sociólogos, psicólogos. historiadores, antropólogos.
Me interesó un comentario marginal. Una recomendación para los jueces presentes: "no confundan su actividad con su identidad. Lo peor que yo puedo hacer es levantarme a la mañana, ir al baño, y -mientras me afeito mirándome al espejo- pensar que el que se está afeitando no es Raúl, sino que es su Señoría. Uno trabaja de juez; no es juez. Me tocó trabajar de esto, y si el día de mañana trabajo de otra cosa, voy a ser eso otro que me toque hacer. Como cualquier otra persona. No tener en claro esa diferencia entre lo que uno hace y lo que uno es puede llegar a ser muy peligrosa cuando se llega a ciertos cargos jerárquicos."
Si bien no dijo concretámente qué se debe hacer con el Consejo de la Magistratura, dejó en claro que este Consejo (creado a partir de la reforma del 94), surgió de un pacto político -el famoso pacto de olivos- y, por lo general, de los pactos políticos suelen surgir engendros jurídicos que, después, cuesta mucho erradicar,
El actual Consejo es, en palabras de Zaffaroni, un "engendro", por lo que -enhorabuena- se ha planteado debatir qué se debe hacer con él.
El proyecto ya es ley, y la ley será atacada por todos los frentes opositores. Veremos el pronunciamiento legal de Zaffaroni -y del resto de los ministros de la corte- y el debate seguirá vigente.
Mejor así.



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