martes, 21 de mayo de 2013

DEVORANDO CANÍBALES...(O SALANDO LAS HERIDAS)




DEL ARTÍCULO "TORTURA EN CÁMARA LENTA" DE JEFF TIETZ PARA ROLLING STONE.


En la actualidad, hay más de 80 mil reclusos que cumplen prolongadas condenas en reclusión con aislamiento en Estados Unidos, mucho más que en cualquier otro país. A los presos de las cárceles supermax no se les permite el contacto físico, ni una conversación normal, ni ocupar el mismo espacio con otros seres humanos.

El problema es que la mayor parte del daño psicológico que sufren en aislamiento ocurre de manera invisible y en silencio. Es posible que los efectos no se perciban del todo hasta que los reclusos se reincorporen a la sociedad.

Para evitar la comunicación entre los prisioneros, los guardias encapuchaban a los presos antes de conducirlos a sus celdas. Según creían los reformistas , este ambiente purificaría a los prisioneros y engendraría reflexión y arrepentimiento. Sin embargo, incluso antes de que la cárcel estuviera terminada, había indicios de que ese tipo de reclusión degradaba la salud mental hasta la locura.

Para mantenerse sana, la mente tiene que hacer aquello para lo que evolucionó: percibir, interpretar y reaccionar constantemente a un caudal de estímulos ambientales y sociales. Escindirla por completo produce un sopor mental: casi todo lo que el cerebro está diseñado para procesar se desvanece. Luego de unos pocos días en solitario, los electrocardiogramas de los prisioneros cambian; en palabras de un investigador, adquieren "un patrón anormal, característico del estupor y el delirio".

A medida que los días se convierten en semanas, la capacidad de los prisioneros en aislamiento de procesar los estímulos de manera adecuada se deteriora. Se vuelven hipersensibles, cualquier sonido o imagen u olor los altera, y un ruido tenue puede transformarse en un sonido imaginario. Algunos reclusos dejan de leer porque se vuelven incapaces de recordar el contenido de la página anterior. Se hace más difícil concentrarse, lo cual conduce a la obsesión: con un recuerdo, con una sensación corporal, con acumulaciones diminutas de polvo o suciedad. Te podés quedar fijado en una ligera picazón durante horas.

Todos los ex-reclusos con los que hablé mantuvieron a raya la locura de la única manera que tenían a mano. "Lo que te salva la vida es tener una rutina".

De regreso a la sociedad, los ex-reclusos presentan poca tolerancia a la socialización sostenida y aún menos a las multitudes. Algunos renuncian a  intentar socializar y viven con parientes, y a menudo se encierran en una zona exclusiva de la casa. Los ex-reclusos en aislamiento a veces reproducen las condiciones de su reclusión, de manera suavizada, por el resto de sus vidas. 


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