lunes, 20 de agosto de 2012

UN HOMBRE QUE ANDA POR AHÍ...




Dos años sin Quique. Recuerdo ese día, el de su muerte: tenía una cena con una compañera de la facultad y había llegado muy temprano al lugar, por lo que fui a un ciber a hacer lo que se suele hacer en un ciber: perder el tiempo, o matarlo en mi caso. En el msn me saluda un amigo, y al instante me pregunta: "Te enteraste quién murió?". Ante mi negativa, su respuesta me dejó helado: "Fogwill".  Inmediatamente busqué las noticias en el google y -efectivamente- Rodolfo Enrique Fogwill había fallecido esa tarde en el hospital italiano, víctima de un enfisema pulmonar.
Recordé su visita a la facultad de lomas, el intercambio de mails previo a ese día en el que me "acusó" de ser "un pajero de Lanús igual que mi amigo Dárgelos" (el cantante de Babasónicos), y -finalmente- el poema que me dedicó y que subí a este blog en una de mis primeras entradas: "Llamado a los malos poetas". La dedicatoria, que guardo en la edición de sus cuentos completos, reza: "para Azara, que olvidé su libro" (había prometido llevarme su último libro con la condición que yo le dedicara "el polvo del reencuentro" con una ex novia que gestionó mi conexión con él)
"Yo no tengo nada para decir", fue lo primero que dijo al sentarse frente a la clase de literatura argentina. Luego, mirando a los presentes, preguntó: "Quién es Azara?". Levante la mano tímidamente, como un chico a la espera del reto del profesor ante un acto de indisciplina. Cuando me visualizó, me comentó -como si fuéramos sólo él y yo los presentes- "vos sabés que me olvidé tu libro. Pasa que lo tenía en la mesita de luz, con el ipod y las drogas...y me pasó a buscar una Kangoo...viste como son las Kangoo, esas camionetitas de mierda que te subís de costado...y bueno, me vino a buscar antes de lo previsto y me lo olvidé." Me reía, como se reían todos mientras lo escuchaban, pero en mi caso con una cuota de nerviosismo.
En el momento de las preguntas, pedí la palabra para preguntarle sobre Vivir afuera, la novela que pinta la decadencia social durante el menemismo. Le pregunté si efectivamente consideraba que es una novela que no envejeció, cosa que -según el propio Fogwill- no pasó.
"Tienen todos presente" dijo, mientras se preparaba para irse. Mientras los alumnos juntaban sus cosas, preguntó: "alguno conoce un remís?"
Eso fue lo último que lo escuché decir. Luego salió al pasillo y se quedó hablando con el profesor y un grupo de alumnos que lo rodearon. Yo estaba a unos metros, mirando la situación al mismo tiempo que -cada tanto- echaba un ojo al televisor que mostraba los momentos decisivos de la final de Del Potro con Federer. "Veo que es una facultad muy deportiva, están todos boludizados viendo al tal del orto"  había sentenciado el anfitrión al promediar la charla.
No me interesaba el partido de tenis, desde ya. Mi boludización no tenía que ver con eso, sino con mi parálisis ante un personaje como él.
No sentí ganas de ir a abrazarlo, ni de agradecerle el poema, ni de pedirle referencias literarias, ni de hablar de política. Sólo atiné a observarlo, como el tipo que observa un fenómeno paranormal sin intervenir más que en su rol de mero espectador.
Después de unos minutos saludó y se fue, arrastrando sus zapatillas por el pasillo, dándome la espalda rumbo a la salida.
Al poco tiempo le mandé  por mail la dirección de este blog. Nunca me contestó.
Me pregunto si alguna vez habrá entrado. Si lo hizo, imagino su cara fruncida y una risa final antes de liquidar su estadía en la conquista de lo inútil, tal vez no sin antes pensar en un posible comentario: "pibe, si escribís estas boludeces, te puede servir de consuelo que te diga que una sola frase es la que no me hace reír: la que da título a tu blog pedorro. Saludos, F"


1 comentario:

  1. Yo supe quién era Fogwill el día que se murió. Ahora, estoy estudiando Letras en la UNLZ.

    Me hubiese gustado no ser tan bruto y saber de él mucho antes, por ejemplo para ir a esa charla en la facu. Pero bueno, eso ya forma parte del cholulaje. Lo importante es que nos dejó su obra y que siempre lo recordaremos.

    Caí de casualidad por acá, saludos.

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