Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
martes, 1 de octubre de 2013
CONFORT Y MÚSICA PARA SOÑAR: CLARO QUE VIVE...
DEL LIBRO: "FOGWILL, LA GRAN VENTANA DE LOS SUEÑOS"
Claro que vivo. Pero esto es provisorio. Permanente es lo que no vivo. Se dice: "ay...si uno pudiera! Pero no. No pudiera, uno. Y aunque pudiese, uno jamás podría. Y si alguien sí, nos duele. O huele mal. Siempre duelen o huelen mal los poderes del otro. ¿ Y el poder de uno? Envíen a alguien ya mismo a buscarlo y verán que poder es más o menos fácil: se puede lo posible. Lo difícil es poder poder, poder hasta que se pueda poder lo que no se puede. Mas no se da. El resto es silencio.
A eso se llama vivir, o haber vivido, pendiente de un olvido. Es natural ahora, cuando el olvido roe las neuronas, pero aún recuerdo que aquella vez, hace casi cuarenta años, soñé y olvidé y desde entonces pienso que el grueso de la memoria se compone de cosas negras hechas de puro olvido. La memoria está llena de olvido, vacía de sí, llena de olvido, casi hecha de puro olvido.
La idea, entonces, era recordar los sueños. Durante un tiempo me propuse recordarlos, es decir, olvidar el menor número posible de ellos.
Es cierto que me gustó la palabra "ventana" y después de elegirla veo que alude a una ventana rara, que no se abre a ninguna parte. Es decir, se abre al sueño: pura imagen y tiempo que no suceden en lugar alguno. Y que ahora, malamente, se reproducen sobre papel como simulando una obra.
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"Sueños de mar"
Sueños de mar. La mayoría de ellos se resuelve en una navegación en solitario. Son sueños frecuentes desde hace más de cuarenta años y que han venido a reemplazar a los sueños de natación, también en solitario, muy frecuentes en mi infancia.
Dos de los cuatro psicoanalistas que escucharon mis relatos entre 1965 y 1982 coincidieron en interpretar las escenas de navegación solitaria como representaciones de la masturbación. Ninguno de ellos conocía de náutica ni el nombre que en competencias de mar se da a las regatas en solitario: single-handed. Ahora lo sabrán y verán en esto corroborada su perspicacia.
Pero la coincidencia no me corrobora nada. Aprendí más sobre mis sueños de mar compilando una colección de grandes poemas de mar -Perse, Rimbaud, Homero, Pessoa, Mallarmé, Viel, yo mismo- que rumiando aquellas interpretaciones puntuales.
Por lo demás, los sueños de mar y la masturbación han tenido con los años una evolución inversa: más sencillos y gozosos unos; más complicada y menos placentera la otra. Y en cuanto al psicoanálisis, sin duda fue una escuela de sueños. Pensar e imaginar durante el sueño a veces enriquece sus contenidos, otras los estropea. Pero cuando se ha abandonado cualquier propósito de conocimiento o de cura, interesa más el goce del sueño que la producción de muestras para las biopsias del alma o del deseo.
Y nunca pude concebir forma alguna del goce que no integre los indispensables ejercicios de imaginar y de pensar. Lo mismo ocurre con escribir. Llamo a esto escribir.
"Retornos"
Los sueños del retorno al colegio, a la infancia o a la universidad son frecuentes. No paso un año sin registrar alguna variante de este género. Me cuentan que lo mismo les ocurre a quienes tuvieron la experiencia del servicio militar obligatorio, y siempre, en sueños, vuelven a convocarlos una y otra vez.
Como ellos, no son sueños que evocan acontecimientos pasados. Ocurren en el presente, y el que sueña es uno mismo que, en el presente, por alguna razón, debe repetir una experiencia pasada. En mi caso, las causas del retorno son escenas de sueños de terror administrativo: son el extravío de un certificado, o el descubrimiento de un trámite mal realizado los que me obligan a repetir un tramo de mi carrera.
Los sueños de retorno son, sin excepciones, sueños sobre instituciones. Muchos sueños se escenifican en ámbitos naturales o artificiales, cuyas autoridades, reglas y límites espaciales se ignoran y tampoco son pertinentes en la historia que se sueña o se vive en el sueño. Pero por lo que conozco de mis sueños y de otros sueños narrados, los de retorno siempre devuelven al que sueña a un espacio institucional, claramente pautado.
En los sueños, a los espacios naturales, estelares, marinos y andinos se llega. A los espacios institucionales se pertenece o se retorna.
"Fisiología"
No recuerdo haberme meado ni cagado en la cama. Son accidentes que vale la pena contemplar porque, a mi edad, tal vez prefiguren el futuro cercano. Recuerdo muy pocos orgasmos y eyaculaciones en sueños. Mis sueños eróticos, si son realmente apasionados o deleitosos, siempre sucumben por despertarme con su convite a una masturbación consciente y demorada. Esto me ha causado conflictos con algunas parejas que interpretaron mi conducta como una ofensa, o una agresión: personas inteligentes que fueron capaces de ofenderse por el contenido de los sueños del otro, o por el uso que uno hizo de ellos.
La ventaja de olvidar los sueños es sustraerlos definitivamente del ridículo de su circulación social. Pero tal vez los sueños sean lo social en estado puro. En los diarios de Kafka sus sueños parecen calculados relatos, en cambio sus relatos, y los bocetos de relatos que intercala en sus doce cuadernos y sus cuatro diarios de viaje, están colmados de escenas de sueños que nunca confesó. Reconozco en su relato de los ocho hermanitos un sueño que pudo haberme sucedido a mi. Lo mismo ocurre con el sueño del combate con el padre, en la ventana. Tiene la misma estructura emocional que mi sueño de combate doméstico con un gato, o un perro, que a su vez repite la forma del sueño de mi combate con el niño gigante.
"Calvicie"
En el sueño quedaba calvo. Sentía que un aire helado rozaba mi cabeza desnuda y me dio risa penar que finalmente había quedado calvo. En el espejo del baño, vi la cara de mi padre, sin pelo. Mi padre tampoco fue calvo. La sensación de reír se tonó en agradecimiento (¡al sueño!) por haber reencontrado a mi padre. Luego, despierto, seguí rememorando la imagen de mi padre en el espejo y con ella presente pensé en la genética humana. Se me hacía evidente que la calvicie mutila un carácter sexual secundario del hombre, y que el programa de la especie ha previsto que las características que hacen atractivo sexualmente al varón se pierdan en el momento en que la degradación de sus cromosomas lo hacen inepto para generar hijos con un buen patrimonio genético, como el que en mi familia se atribuía a mi padre.
En el resumen cifrado del sueño estaba subrayada la expresión "buenas piernas". Por entonces estaba convencido de que la pasión que me impulsa a buscar mujeres de piernas largas y ágiles es resultado de una mandado de la especie que orienta a fecundar a las más aptas para el cuidado y la crianza de los niños en las etapas de nomadismo, como las que, a veces pienso, están en vísperas de reaparecer.
"La música"
La música es la única de las artes que no parece manifestarse en los sueños. No se sueñan músicas. Al parecer los músicos suelen soñar respuestas a problemas musicales. Alguien dice haber compuesto una fuga en sueños, pero no hay testimonios de músicos y melómanos que hayan escuchado en sus sueños una melodía ni un ritmo. Seguiremos buscando.
Mientras, abundan escritores que sueñan un relato (claro: todos los sueños acaban siendo relatos...), pintores que descubren una imagen o una perspectiva y una coloración inesperada en sus sueños, y algo semejante ocurre con escultores, arquitectos, y, por supuesto, más que ellos, entre creadores de cine. Yo, que padezco una proverbial ceguera plástica, he soñado organizaciones escultóricas, arquitectónicas y coreográficas. Supongo que un artista de tales campos encontraría en sueños semejantes buena materia para trabajar, o para juzgar el trabajo de la mente sobre sus sueños.
¿Por qué siempre hay sonidos y nunca música en los sueños...?
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