Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
jueves, 31 de octubre de 2013
PARA CLARÍN QUE LO MIRA POR T.V
Claro que estoy contento con el fallo de la Corte. Pero no todo el mundo, desde ya.
Carrió (¿el último gran ejemplo del ave fénix en la política, tal vez?) salió a denunciar "un pacto espurio entre el presidente del máximo tribunal y el gobierno. Lo que Lila no se dio cuenta es que, primero, tiene que leer el fallo; después con el análisis pormenorizado de los votos, denunciar lo que crea que haga falta. Pero ella se ahorra el trabajo. No le hace falta leer nada; por que ella no debe su conocimiento al análisis crítico de los materiales empíricos que nos ofrece día a día la realidad (en este caso un fallo judicial) sino a una iluminación divina. ¿Pero no son acaso ese tipo de iluminaciones la que nos hartaron en su momento de este personaje? ¿Si ella no cambió, cómo fue que recuperó un caudal político que parecía dilapidado para siempre? Un caso para los desaparecidos expedientes secretos X.
La editorial de Clarín de hoy, a cargo de Ricardo Roa, es de lo más patética que leí en mucho tiempo; habla de un "regalo tardío al gobierno". De argumentación jurídica, ni hablar. El que sí argumentó fue el constitucionalista Badeni, en la edición de La Nación de ayer. Su crítica no apunta a señalar el peligro de que el monopolio comunicativo cambie de manos, sino a recalcar el carácter inviolable de los "derechos adquiridos" y la "contradicción" entre la intención de democratizar la palabra acallando una voz. Ridículo.
Estoy contento pero no tanto como para ir a 678 a tirar manteca al techo. Justamente por que, si de democracia hablamos, la manteca se debería poder tirar al techo del estudio desde el que se emite el 678 kirchnerista, pero también en el 678 de cada uno de los partidos que tengan una mínima representación política en la sociedad, cosa que -por el momento- no existe.
Tengo claro que al gobierno nunca le interesó "la democratización de la palabra" hasta la ruptura con Clarín. El tema es que ahora, dividas las aguas, realmente la Ley cobre el relieve social que, dicen, su espíritu parece tener.
Manteca para todos es la consigna. Y que cada uno la unte en el pan que quiera.
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