En su poema "En esta noche, en este mundo", Alejandra Pizarnik dice que todo lo que se puede decir es mentira.
A partir del siguiente fragmento, podríamos decir: todo lo que se puede decir es una mentira, menos la poesía.
A partir del siguiente fragmento, podríamos decir: todo lo que se puede decir es una mentira, menos la poesía.
"Los poemas están más cerca de las oraciones que de los cuentos, pero en la poesía no hay nadie detrás del lenguaje que se recita. Es el propio lenguaje el que tiene que oír y agradecer.
En toda la poesía, las palabras son una presencia antes de ser medios de comunicación.
No obstante, la poesía utiliza las mismas palabras y, más o menos, la misma sintaxis que, por ejemplo, el informe anual de una empresa multinacional (empresas que preparan, para su propio provecho, lo más terribles campos de batalla del mundo moderno).
¿Qué hace entonces la poesía para transformar tanto el lenguaje, que, en lugar de limitarse a comunicar información, escucha y promete y desempeña el papel de un dios?
El que un poema use las mismas palabras que el informe de una multinacional no es más significativo que el hecho de que un faro y una cárcel puedan estar construidos con piedras de la misma cantera, unidas con la misma argamasa. Todo depende de la relación entre las palabras. Y la suma total de todas esas relaciones posibles depende de la manera en la que el escritor se relaciona con el lenguaje, no como vocabulario, no como sintaxis, ni siquiera como estructura, sino como un principio y una presencia.
El poeta sitúa el lenguaje fuera del alcance del tiempo; o, más exactamente, el poeta se aproxima al lenguaje como si fuera un lugar, un punto de encuentro en donde el tiempo no tiene finalidad, en donde el propio tiempo queda absorbido y dominado.
Sería engañoso hablar de la promesa de la poesía, pues una promesa se proyecta en el futuro, y es precisamente la coexistencia del futuro, el presente y el pasado lo que propone la poesía.
A una promesa que afecta el presente y al pasado tanto como al futuro mejor la llamaríamos certeza."
En toda la poesía, las palabras son una presencia antes de ser medios de comunicación.
No obstante, la poesía utiliza las mismas palabras y, más o menos, la misma sintaxis que, por ejemplo, el informe anual de una empresa multinacional (empresas que preparan, para su propio provecho, lo más terribles campos de batalla del mundo moderno).
¿Qué hace entonces la poesía para transformar tanto el lenguaje, que, en lugar de limitarse a comunicar información, escucha y promete y desempeña el papel de un dios?
El que un poema use las mismas palabras que el informe de una multinacional no es más significativo que el hecho de que un faro y una cárcel puedan estar construidos con piedras de la misma cantera, unidas con la misma argamasa. Todo depende de la relación entre las palabras. Y la suma total de todas esas relaciones posibles depende de la manera en la que el escritor se relaciona con el lenguaje, no como vocabulario, no como sintaxis, ni siquiera como estructura, sino como un principio y una presencia.
El poeta sitúa el lenguaje fuera del alcance del tiempo; o, más exactamente, el poeta se aproxima al lenguaje como si fuera un lugar, un punto de encuentro en donde el tiempo no tiene finalidad, en donde el propio tiempo queda absorbido y dominado.
Sería engañoso hablar de la promesa de la poesía, pues una promesa se proyecta en el futuro, y es precisamente la coexistencia del futuro, el presente y el pasado lo que propone la poesía.
A una promesa que afecta el presente y al pasado tanto como al futuro mejor la llamaríamos certeza."
JOHN BERGER ("Y NUESTROS ROSTROS, MI VIDA, BREVES COMO FOTOS")
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