miércoles, 31 de octubre de 2012

11-N


 
 
Un amigo -más internatura que yo, desde ya- me cuenta que, a través de facebook, se está organizando una reunión (la primera en doce años) de ex-alumnos.
Parece ser que, luego de un intento fallido hace algunos años, alguien no pudo soportar con su sólo cuerpo la nostalgia de los años felices compartidos allá en el tiempo, por lo que encendió la mecha y tiró el explosivo en la red de redes.

Mi amigo me comenta que ya hubo varias adhesiones a la propuesta y pregunta si estoy interesado. Lo pienso…y sí, estoy interesado. Ahora sí tengo la curiosidad que no tuve durante todos estos años. Y es que, por una cuestión de la edad que me acaba de saltar encima como un gato (los treinta), me resulta interesante registrar qué es lo que permanece y qué es lo que ha cambiado en mis compañeros. Es una edad en la que uno está en viaje; en tránsito hacia algún lugar: para algunos más, para otros menos desconocido.
Me miro en el espejo y miro a la gente de mi edad y me doy cuenta que –prestando atención a los rasgos, y con un poco de imaginación- se puede ver –en una misma cara- tanto al adolescente que se esfuma como al hombre que asoma. Y eso sucede porque el rostro –como los deseos y temores que circulan por nuestras cabezas- se encuentra en pleno tránsito, en pleno movimiento. Hay algo de ese viaje inicial que se conserva y hay –también- algo que se perdió en el camino y que aparece –entonces- como ausencia irremediable.

Y esto –creo-  nos pasa ahora: a los 30; no a los 40 o 50. En 10 años tal vez no resulte tan rica la experiencia; no por lo menos en los términos en los que planteo su atractivo: alrededor de la idea de “viaje”, en el cual uno –por haber sido un incipiente compañero de ruta en algún momento- puede detectar lo que permanece y lo que aparece en el otro.
Sin marcas de reconocimiento (que en un principio se localizan en las caras y los cuerpos, desde ya), vendríamos a ser –por lo menos durante la primera reunión- señores y señoras: perfectos desconocidos que jamás hicieron las locuras que tantos dolores de cabeza causaron  a muchos durante el secundario. Que jamás fueron inmortales por un puñado de años.

Para volver –por una noche- a mi inmortalidad, es que me interesa participar del evento.
Participar del 11N de la 46 A.

sábado, 27 de octubre de 2012

UN TIPO COMO LOS DEMÁS...



A. EINSTEIN: "Mi visión del mundo"

"No creo en absoluto en la libertad del hombre en un sentido filosófico. Actuamos bajo presiones externas y por necesidades internas."

"Hay una contradicción entre mi pasión por la justicia social, por la consecución de un compromiso social, y mi completa carencia de necesidad de compañía, de hombres o de comunidades humanas. Soy un auténtico solitario. Nunca pertenecí del todo al Estado, a la Patria, al círculo de amigos ni aún a la familia más cercana. Si siempre fui algo extraño a esos círculos es porque la necesidad de soledad ha ido creciendo con los años."

"El misterio es lo más hermoso que nos es dado sentir. Es la sensación fundamental, la cuna del arte y de la ciencia verdaderos. Quien no la conoce, quien no puede asombrarse ni maravillarse, está muerto. Sus ojos se han extinguido."

"Sólo el individuo aislado puede pensar. Desde allí descubrirá nuevos valores y formulará normas morales que sirvan para la vida de la comunidad. Sin personalidades creadoras que piensen por sí mismas es tan impensable el desarrollo de la comunidad como lo sería el desarrollo del individuo fuera del ámbito comunitario."

"Sólo si conseguimos acabar con el servicio militar podremos implantar la educación de la juventud en un espíritu de entendimiento entre los pueblos y una actitud de amor hacia todo lo viviente. Detrás de esa maquinaria se esconden tres grandes poderes: imbecilidad, temor y codicia. El Estado es para los hombre y no los hombres para el Estado. Como deber primero del Estado veo la protección del individuo, así como ofrecerle la posibilidad de desarrollar una personalidad creadora. Este principio es negado por el Estado cuando nos obliga a hacer el servicio militar o a participar en una guerra, sobre todo considerando que con ello se pretende la destrucción de otros hombres o al menos el mayor perjuicio posible al desarrollo de sus personalidades."

"Me inclino a creer que el Estado puede beneficiar al proceso productivo sólo si actúa como factor regulador  de la economía. Tiene que ocuparse en asegurar que la competencia entre las fuerzas del trabajo se mueva sobre bases humanas, a asegurar una educación sólida a todos los niños, a garantizar salarios suficientemente altos como para que los productos puedan ser adquiridos."

"Para que sea eficaz el comportamiento ético de los hombres debe basarse en la compasión, la educación y en motivos sociales: no necesita de ninguna base religiosa. Sería muy triste por parte de la humanidad si sólo se refrenara por miedo al castigo y por esperanza de un premio después de la muerte."

"Para que exista una educación válida es necesario que se desarrolle el pensamiento crítico e independiente de los jóvenes, un desarrollo puesto en peligro continuo por el exceso de materias. Este exceso conduce necesariamente a la superficialidad y a la falta de cultura verdadera. La enseñanza debe ser tal que pueda recibirse como el mejor regalo y no como una amarga obligación."

"Regocija que en una época tan acabadamente materialista se conviertan en héroes a hombres cuyos únicos objetivos están en lo intelectual y en lo moral. Eso demuestra que para una gran mayoría las nociones de Conocimiento y de Justicia  prevalecen sobre las de Poder y Posesión. Según mis experiencias, es notoriamente elevada la proporción de gente que vive en Estados Unidos según este enfoque idealista, a la vez que otra proporción equivalente se rige por miras tan sólo materialistas."

"La última guerra ha puesto en claro que ya no hay una separación entre los continentes, sino que el futuro de todas las naciones está íntimamente vinculado. Deberá desarrollarse en este país la convicción de que su responsabilidad en materia de política internacional es muy grande. El papel de observador no comprometido no es lo que  este país se merece, ni es su destino duradero."











PROFETA EN SU TIERRA...



 
RELATO DE FACUNDO CABRAL (1935-2011)

"Como los budistas, sé que la palabra no es el hecho.
Si digo manzana no es la maravilla innombrable que enamora el verano, si digo árbol apenas me acerco a lo que saben las aves, el caballo siempre fue y será lo que es sin saber que así lo nombro.
Sé que la palabra no es el hecho, pero sí sé que un día mi padre bajó de la montaña y dijo unas palabras al oído de mi madre, y la incendió de tal manera que hasta aquí he llegado yo, continuando el poema que mi padre comenzó con algunas palabras.


Nacemos para encontrarnos (la vida es el arte del encuentro), encontrarnos para confirmar que la humanidad es una sola familia y que habitamos un país llamado Tierra. Somos hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad (fuera de la felicidad son todos pretextos), y debemos ser felices también por nuestros hijos, porque no hay nada mejor que recordar padres felices.

Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Además, el universo siempre está dispuesto a complacernos, por eso estamos rodeados de buenas noticias. Cada mañana es una buena noticia. Cada niño que nace es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor es un soldado menos, por eso hay que cuidarse del que no canta, porque algo esconde. Eso lo aprendí de mi madre que fue la primera buena noticia que conocí.

Se llamaba Sara y nunca pudo ser inteligente porque cada vez que estaba por aprender algo, llegaba la felicidad y la distraía, nunca usó agenda porque sólo hacía lo que amaba, y eso se lo recordaba el corazón. Se dedicó a vivir y no le quedaba tiempo para hacer otra cosa. De mi madre también aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo, le puedes decir basta a la mujer (ó al hombre) que ya no amas, al trabajo que odias, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida, ahora mismo le puedes decir basta al miedo que heredaste, porque la vida es aquí y ahora mismo.

Me he transformado en un hombre libre (como debe ser), es decir que mi vida se ha transformado en una fiesta que vivo, en todo el mundo, desde la austeridad del frío patagónico a la lujuria del Caribe, desde la lúcida locura de Manhattan al misterio que enriquece a la India, donde la Madre Teresa sabe que debemos dar hasta que duela.

Caminando comprobé que nos vamos encontrando con el otro, lenta, misteriosa, sensualmente, porque lo que teje esta red revolucionaria es la poesía. Ella nos lleva de la mano y debajo de la luna, hasta los últimos rincones del mundo, donde nos espera el compinche, uno más, el que continúa la línea que será un círculo que abarcará el planeta. Esta es la revolución fundamental, el revolucionarse constantemente para armonizar con la vida, que es cambio permanente, por eso nos vamos encontrando fatalmente para iluminar cada rincón. Que nada te distraiga de ti mismo, debes estar atento porque todavía no gozaste la más grande alegría ni sufriste el más grande dolor. Vacía la copa cada noche para que Dios te la llene de agua nueva en el nuevo día. Vive de instante en instante porque eso es la vida.

Me costó 57 años llegar hasta aquí, ¿cómo no gozar y respetar este momento? Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿porqué te preocupas tanto?. No te sientas aparte y olvidado, todos somos la sal de la Tierra. En la tranquilidad hay salud, como plenitud dentro de uno. Perdónate, acéptate, reconócete y ámate, recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad, borra el pasado para no repetirlo, para no abandonar como tu padre, para no desanimarte como tu madre, para no tratarte como te trataron ellos, pero no los culpes porque nadie puede enseñar lo que no sabe, perdónalos y te liberarás de esas cadenas.

Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo. Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante, pero no digas no puedo ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido de humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes. Si quieres recuperar la salud abandona la crítica, el resentimiento y la culpa, responsables de nuestras enfermedades. Perdona a todos y perdónate, no hay liberación más grande que el perdón, no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta. Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella. El bien y el mal viven dentro de tí, alimenta más al bien para que sea el vencedor cada vez que tengan que enfrentarse.

Lo que llamamos problemas son lecciones, por eso nada de lo que nos sucede es en vano. No te quejes, recuerda que naciste desnudo, entonces ese pantalón y esa camisa que llevas ya son ganancia. Cuida el presente porque en él vivirás el resto de tu vida. Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser será, y sucederá naturalmente."





viernes, 26 de octubre de 2012

10 DÍAS CON MARLON BRANDO...




13 de junio: primer día

Estoy sentado junto a la esposa de Marlon Brando, Tarita, en el pequeño avión bimotor que nos lleva a la isla de Brando en Tahití. Estamos penetrando en unas densas nubes grises y una repentina tormenta. Tarita cree que deberíamos dar media vuelta. Abraza a su hija de siete años, Cheyenne. Debajo de nosotros está Tetiaroa: una docena de pequeñas islas cubiertas de palmeras, dispuestas alrededor de un lago turquesa. Aterrizamos en la pista de la única isla habitada. El avión rueda a lo largo de la isla y se detiene a escasos metros del bungaló de Brando.
Lo primero que me llama la atención no es el hermoso paisaje de los mares del Sur, la suave brisa tropical o los cocoteros. Son las moscas. Ahuyento a dos o tres en pocos segundos.
Brando está esperando. Le da dos besos a Tarita y se acerca a saludarme. Lleva una camisa india de algodón con capucha y pantalones, y con su pelo gris blanquecino, su panza y su sonrisa irónica tiene el aspecto de un indio sagrado. Bromea sobre su vestimenta y dice llevarla porque tiene tendencia a las insolaciones y debe cubrirse. Coge mi bolsa y me conduce a un bungaló con el techo de paja.
Brando hace un comentario sobre mis sandalias. Dice que no durarán demasiado, porque se me meterá la arena entre los dedos y el cuero.
"Puedes adivinar la educación que ha recibido un hombre por cómo se le abren los dedos del pie", dice en uno de los apuntes aparentemente aleatorios que sazonan sus conversaciones. Apoya los pies descalzos en el alféizar. "Si los dedos se le abren mucho, es que ha crecido sin zapatos", afirma, y se dispone a iniciar un discurso sobre el carácter de los tahitianos.
Habla sobre sus ambiciones para su isla. Le gustaría construir una escuela para ciegos e invitar a oceanógrafos a realizar experimentos. Pero ha tenido que abandonar varios de los proyectos porque tienden a fracasar cuando él no está. "Aquí no puedes traer cultura, tienes que adaptarte a la suya", afirma mientras atrapa dos moscas con la mano. Y los tahitianos, según él, carecen de objetivos o ambiciones. "Nada les preocupa. Si tienen moscas, viven con ellas. Las moscas se crían en los cocos caídos, así que a menos que los recojas todos, no te desharás de ellas. Pero dile a un tahitiano que lo haga y te mirará incrédulo".
La mayoría de los que vienen, dice Brando, se aburren al cabo de unas semanas.
"Cuando llego aquí, soy como una batería descargada. Me lleva unas semanas relajarme, pero al final el ritmo pausado de la isla acaba impregnándote". Ha llegado a quedarse hasta seis meses. "Cuando la gente viene a visitarme, normalmente está alterada, habla rápido, tiene proyectos, ideales, acuerdos. Y yo aquí sentado como una ballena".
Me pregunta si tengo hambre y damos un paseo hasta su bungaló. Señala las plantas que crecen en la arena frente a su puerta, que dice regar con su propia orina. Dentro hay dos camas dobles, estanterías con libros y casetes, una botella de Rolaids y paquetes de chicle sin azúcar Double Bubble. Me muestra su radio, se sienta y gira el dial. Las moscas siguen molestándole. Le da una palmada a una que se le posa encima y ahuyenta a las que vuelan a su alrededor. Sus manos son tan rápidas como la lengua de un lagarto. "Si pudieras juntar todo el tiempo que pasas cazando moscas, te quedarían unas buenas vacaciones", apunta. Brando dice que hubo una época en la que estuvo influido por la filosofía de Jain, que sostiene que no deberíamos matar nada, ni siquiera una mosca. Dice que le encontró sentido durante un tiempo, hasta que reflexionó y se dio cuenta de que cada vez que respiras estás matando algo. Brando me dice que no dude en visitar la isla. "Yo iré más tarde", propone. "Podemos ver la puesta de sol. A veces tiene un tono verde cuando cae el sol".
La cena. Brando viene a buscarme. Nos acompañan la secretaria de Brando, Caroline, y su hija de seis años, Petra. El comedor tiene 20 mesas, 19 de ellas vacías. Comemos carne, patatas, pescado, ensalada, helado, fruta y queso. Marlon dice que está a régimen, así que no come pan. Durante la cena, nos cuenta la historia de una mujer de Hong Kong que llevó a su caniche a un restaurante, y el camarero lo cogió, lo cocinó y se lo sirvió para comer.

14 de junio: segundo día

Brando está ocupado con sus negocios isleños: planes turísticos, construir otra casa, supervisar una nueva construcción en una zona de acogida, recubrir los techos de paja.
Mantiene un conflicto con los turistas que llegan a su isla. Está cansado de que le saquen fotos y un día llegó a cerrar el hotel y echó a 35 personas. Pero a causa de los impuestos y porque resulta caro seguir invirtiendo dinero en la isla, lo ha reabierto para visitas de uno o dos días.
Al disponer de una cantidad de agua limitada, el turismo nunca se consolidará del todo.
Por la noche, Brando y yo nos tumbamos en la arena y hablamos durante tres horas, saltando de un tema a otro. Habla sobre el ajetreo, y dice que nunca ha hecho promoción de sí mismo ni de sus películas. "No me interesan los negocios", afirma. "Podría haber sido multimillonario, pero habría tenido que ser otra clase de persona, y no lo soy".
Cita un poema de Kenneth Patchen sobre la espera, y yo menciono La canción de amor de J. Alfred Prufrock, de T. S. Elliot. Conoce el verso que recito y dice: "Si las sirenas no me cantan aquí, nunca lo harán".

15 de junio: tercer día

"Mi entrevista favorita", cuenta Brando, "fue una en televisión con la mujer de Arnold Palmer. El entrevistador preguntó: '¿Sigue algún ritual antes de que juegue su marido?'. Ella respondió: 'Sí, le beso las pelotas'. El entrevistador se quedó boquiabierto. 'Se refiere a sus pelotas de golf, ¿verdad?'. 'Por supuesto', respondió la señora Palmer. '¿De qué cree que estaba hablando?".
Antes de cenar voy al bar con Brando. William, el capataz de la isla, llega y menciona que ha estado guardando un excelente vino de palmera para que lo pruebe. Me cuenta que ha celebrado algunas fiestas muy salvajes en la isla. "Una vez tuvimos seis clases distintas de borrachos, duró toda la noche. Los tahitianos pueden beber, divertirse, follar, dormir, beber, divertirse y follar toda la noche. Yo no puedo. Una vez me he emborrachado, se acabó". Una copa es suficiente para Brando. Después de cenar damos un paseo. Hay un círculo de luz alrededor de la media luna. Unos pájaros blancos se sumergen en el agua. El cielo brilla con las estrellas y los meteoritos que caen. Coge un puñado de arena. "Probablemente hay más granos de arena en dos puñados que estrellas en todo el universo", dice.

16 de junio: cuarto día

Grabamos toda la tarde, seis horas. Brando parece un pontífice en ocasiones, pero es lo que cabría esperar. Debe de haber atrapado dos docenas de moscas.
Más tarde, en el embarcadero, contempla el lago. "Si tuvieras una pajita de aluminio de más de 10 metros y quisieras aspirar una naranjada, sólo llegaría a 9,90 metros. Eso es todo lo que puede succionar una bomba de vacío", afirma.
Después se estira boca abajo y mira al agua. Está perplejo por los cambios de la corriente. Dice que nunca había visto nada igual en los 15 años que lleva visitando la isla. Parece muy preocupado.

17 de junio: quinto día

"Otro día en el paraíso", dice Brando con una sonrisa durante el desayuno. Entretiene a la hija de Carolina, de seis años, cerrando los ojos y golpeando a las moscas que zumban alrededor de los pomelos. La reta a adivinar cuántas ha cazado. Ella dice que tres. Las deja caer al suelo y las cuentan. Hay ocho. Mientras ella cuenta, Brando atrapa otra mosca y se la mete en la boca. Cuando la niña le mira, abre la boca y la mosca sale volando.
Se pasa la mañana hablando por radio, utilizando otro nombre y evitando revelar su verdadera identidad. Habla con alguien que vive bajo tierra realizando experimentos médicos en el polo Sur. Un hombre que vive a 800 kilómetros al oeste de Miami le cuenta que una vez entró un rayo por la línea telefónica y le quemó la nariz a su mujer. Una transmisión aclara un misterio. Brando descubre que hubo un terremoto en Samoa ayer por la noche. Los cambios de corriente que observó en el embarcadero eran el efecto de un maremoto provocado por el seísmo.
Deja la radio, escucha un momento y dice que está llegando un avión. Durante un minuto no oigo nada y después escucho el tenue ruido de un motor. Brando me cuenta que tiene un oído muy sensible. Ha acudido al médico porque incluso el sonido de una cucharilla contra una taza le molesta. Los médicos le dijeron que no tiene nada. "Oye lo que quiere oír', me dijeron. Quizá sea cierto", afirma Brando, "quizá sea psicológico. Porque a veces no oigo lo que me dicen. Oigo altas frecuencias y sonidos, pero no la voz humana".
El avión aterriza y trae a su hijo Tehiotu y a varios amigos. Mañana es el Día del Padre y han llegado de Papeete, donde todavía estudian, para pasar unos días. Brando y Tarita les saludan y luego él vuelve a su bungaló mientras ella barre el recinto. "Nunca he visto a nadie trabajar tanto como Tarita", dice. "No hace más que trabajar".

18 de junio: sexto día

Aunque Brando no se encuentra bien, salimos de excursión a otra isla. En el catamarán pregunta: "¿A qué velocidad creéis que vamos?". Todos hacemos suposiciones. "A 40 kilómetros por hora", responde, y explica que el catamarán va a 20 kilómetros por hora y el viento añade otros 20. Lo sabe, dice, porque todavía hay moscas en el barco y "las moscas pueden volar hasta 40 kilómetros por hora".
Un tahitiano que había soltado un sedal detrás del catamarán arrastra un gran pez. Le quita el anzuelo y le corta la cabeza. Brando es muy aprensivo. "¿No es horrible? Pero es la naturaleza de la bestia. No quieren comer copos de maíz".
Cuando llegamos a la otra isla, Brando le pide a Teihotu, de 17 años, que le lleve a hombros. No quiere mojarse. Teihotu lo hace.
Recogemos madera y hacemos una fogata. Tarita y su equipo salen a pescar en el arrecife. Brando coge un cangrejo y juega con él, introduciendo una astilla de madera entre el cangrejo y su concha para examinarlo. "¿Crees que podrías construir el puente de Brooklyn con todos los tapones de botella del mundo?", pregunta. Cuando digo que sí, él responde. "Chico, estás muy seguro de ello, ¿verdad?".

19 de junio: séptimo día

Marlon llega por la tarde con una capa de crema solar en la nariz. Hace calor, no hay viento, y le pide a William que abra tres ventanas más en mi bungaló para que haya más corriente. Coge mi catalejo y mira a través de él. "Es de 10 aumentos". Le pregunto cómo lo sabe y me indica que mirando con un ojo y abriendo el otro para calcular la distancia entre ambas imágenes. Lo que ha hecho en realidad es leer en el catalejo que es de 10 aumentos. Al volver hacia su bungaló me dice: "Hice una apuesta con Carolina de que no dirías nada sobre esta porquería que llevo en la nariz". "Has ganado", le contesto.

20 de junio: octavo día

Por la noche, Brando y yo jugamos al ajedrez. Es un jugador audaz, gana todas las partidas. "Nadie sabe qué es lo que te convierte en un buen jugador de ajedrez", dice. "No tiene nada que ver con la inteligencia, sino con el sentido del espacio. Los arquitectos suelen ser buenos jugadores".

21 de junio: noveno día

Hay luna llena y, después de cenar, salimos a navegar. Caroline y su hija llevan bañador; Brando lleva una cazadora impermeable amarilla con capucha, pantalones de caucho y botas. Parece salido de un anuncio de tabaco de mascar. Tras una hora se parte algo en el mástil y es difícil gobernar la barca. Nos volvemos.
De vuelta a su bungaló, durante nuestra última sesión grabada, Brando habla sobre mujeres con el culo grande. Las prefiere a las que lo tienen pequeño. "Las mujeres con el culo pequeño me parecen casi paralíticas".
A veces, Brando tiene una mirada distraída y distante y contempla el mar. No responde a las preguntas. Dice que no le queda ninguna ambición, no quiere hacer papeles principales, actuar por actuar. No cree que tenga que demostrar nada. "Como dijo Orson Welles una vez, no necesitas repetirte para demostrar que todavía puedes hacerlo. Con haberlo hecho una vez ya es suficiente".

22 de junio: décimo día

El avión llega por la mañana. Brando sigue durmiendo. Hablamos hasta las dos de la madrugada. Cuando le di las buenas noches me acompañó hasta la puerta, educado, cansado, un elegante anfitrión.
Vuelo a Tahití con Tarita. Me lleva en coche hasta el hotel. Le pregunto si prefiere vivir en la isla o en la ciudad. "Aquí", me dice, "en la ciudad. A él le gustaría que me quedara allí. Una vez estuve dos meses, pero cuando él no está, es muy solitario. Eso no es vida".
Le pregunto si le gustaría trabajar en más películas. "No", responde. "Bueno, sí me gustaría, pero él no quiere que lo haga. Quiere que me quede en casa y críe a los niños".
En el hotel le doy dos besos y me despido. Me pregunto si las sirenas cantarán alguna vez para Marlon Brando

martes, 23 de octubre de 2012

LOS 10 MANDAMIENTOS LITERARIOS...





Julian Barnes: fragmento “El loro de Flaubert”
1. No volverán a escribirse novelas en las que un grupo de personas, aislado por las circunstancias, regrese a la "condición natural" del hombre, vuelvan a ser criaturas esenciales, pobres, desnudas, armadas de horcas. Lo máximo que se permite escribir es un relato muy breve, el último del género, el tapón de la botella. Yo mismo lo escribiré. Un grupo de viajeros naufraga, o sufre un accidente de aviación, en algún lugar, seguro que será una isla. Uno de ellos, un tipo fuerte, alto, antipático, tiene un arma de fuego. Obliga a todos los demás a vivir en unos pozos de arena cavados por ellos mismos. De vez en cuando saca a uno de sus prisioneros, le mata de un disparo, y se lo come. La carne sabe bien, y el hombre va engordando. Después de haber matado y haberse comido a su último prisionero, empieza a preocuparse porque no sabe que va a comer a partir de ese momento; pero por fortuna llega un hidroavión y le rescata. Luego cuenta al mundo que él fue el único superviviente del desastre inicial, y que ha sobrevivido comiendo bayas, hojas y raíces. El mundo se queda maravillado ante su magnífico estado de salud, y en los escaparates de las tiendas de comida para vegetarianos colocan carteles con una foto de él. Jamás se llega a averiguar lo que hizo en la isla. Ya ve lo fácil que es escribir, lo divertido que resulta. Por eso prohibiría este género.

2. No se escribirán más novelas sobre el incesto. No, ni siquiera las de muy mal gusto.
3. No habrá más novelas cuya acción se desarrolle en los mataderos. Admito que, de momento, éste es un género sin importancia; pero me he fijado en que recientemente está aumentando la utilización de los mataderos en los relatos breves. Hay que cortar de raíz esta tendencia.
4. Habrá que establecer una prohibición, durante veinte años, para toda novela que ocurra en Oxford o Cambridge, y una prohibición de diez años para toda la narrativa universitaria de los demás tipos. No se prohibirá la narrativa cuya acción se desarrolle en los institutos de formación profesional (pero no habrá subsidios que la fomenten). No se prohibirán las novelas cuya acción ocurra en escuelas primarias, pero se prohibirá durante diez años las de las escuelas secundarias. Prohibición parcial para las novelas de maduración (se permitirá una solamente por autor). Prohibición parcial para las novelas escritas en presente histórico (también en ese caso, se autorizará una por autor). Habrá una prohibición total para las novelas en las que el principal personaje sea un periodista o un presentador de televisión.
5. Se creará un sistema de contingentación para las novelas cuya acción se desarrolle en Sudamérica. Con esta medida se pretende poner freno a la epidemia de barroquismo de viajes todo-incluido y de ironía gruesa. Ah, la propincuidad de la vida barata y de los principios caros, de la religión y el bandidaje, del honor sorprendente y la crueldad fortuita. Ah, el pájaro daiquiri que incuba sus huevos bajo el ala; ah, el árbol fredona, cuyas raíces crecen en la punta de las ramas, y cuyas fibras le permiten al jorobado dejar telepáticamente embarazada a la altiva esposa del dueño de la hacienda; ah, el teatro de la ópera completamente invadido por la vegetación selvática. Permítame el lector que dé unos golpecitos a la mesa y que diga "¡El siguiente!" Para las novelas cuya acción se desarrolle en el Ártico o el Antártico se crearan unas becas de desarrollo.
6. a) Prohibición para las escenas en las que ocurre una relación carnal entre un ser humano y un animal. La mujer y la marsopa, por ejemplo, cuya tierna cópula simboliza una plena reparación de los tenues hilos de telaraña que antiguamente vinculaban entre sí, de forma maravillosamente pacífica, a todos los seres vivos. De eso nada. b) Nada de escenas en las que la relación carnal se desarrolle entre hombre y mujer (a la manera marsupial, podríamos decir) en la ducha. Lo digo por motivos en principio estéticos, pero también facultativos.
7. Prohibidas las novelas que traten de pequeñas, y hasta ahora olvidadas, guerras en los confines del Imperio Británico, a lo largo de cuyo detallado desarrollo nos enteramos de que, en primer lugar, el británico medio es un ser malvado; y, en segundo, que la guerra es un asunto verdaderamente horrible.
8. Prohibidas las novelas en las que el narrador, o cualquiera de los personajes, sea identificado simplemente por la letra inicial. ¡Todavía hay quien lo sigue haciendo!
9. No se permitirá que se escriban novelas que en realidad tratan de otras novelas. Se prohibirán las "versiones modernas", las reelaboraciones, las secuelas y precuelas. Quedarán prohibidos los finales imaginativos de las novelas que su autor dejó sin terminar a su muerte. En lugar de eso, se les proporcionará a todos los escritores un dechado en lanas de colores, para que lo cuelguen en la repisa de su chimenea. Y que dirá lo siguiente: Que cada cual teja su propia labor.
10. Habrá una prohibición de veinte años para el tema de Dios; mejor dicho, para toda utilización alegórica, metafórica, alusiva, entre bastidores, imprecisa y ambigua de Dios. El jardinero barbudo que se pasa el día cuidando el manzano; el sabio y el viejo lobo de mar que jamás se precipita a la hora de emitir juicios; el personaje al que se nos presenta solo a medias, pero que a la altura del capítulo cuarto ya nos empieza a dar escalofríos... Todos ellos tendrán que quedar encerrados en el armario. Sólo se permite la aparición de Dios en forma de una divinidad verificable que se enfada lo suyo ante las transgresiones humanas".


lunes, 15 de octubre de 2012

30 SON MEJORES...


Hoy cumplo treinta años; no estaba en mis planes (¿pero qué había en mis planes?) Durante muchos años creí tener un pacto secreto con el tiempo, alguna especie de contrato con cláusulas exclusivas que evitaran este tipo de incordio, simplemente que corrieran el calendario de mi camino. Que los años sean para los otros, para los que ya los tienen.

Ahora, que cumplo treinta años, a diferencia del Indio Solari, sí se que lo soné: con los ojos ciegos bien abiertos. Y me siento a escribir, tal vez menos ciego que antes, algunas cosas que descubrí.

Descubrí, tarde, algo más insospechado aún que el paso del tiempo; que las mujeres (mujeres concretas, con nombre y apellido) se podían enamorar de mí y que yo nunca pude sentir lo mismo, esa vulnerabilidad ante el otro, ese estado de perdición.Entonces, a las mujeres con nombre y apellido, sólo las quería. Al principio las quería a ellas, luego, una vez que el tiempo se encargaba de limar en mi cabeza su imagen, la relación sólo se sostenía por mi goce ante el  deseo por mí. Enamorarse no de lo que el otro es, sino de su deseo. De su deseo por uno. Puro narcisisimo.
Visualizar esta situación me hace tener en claro que no puedo sostener una relación por frases como "con vos me siento completa" o "creo que sos único para mi".
Cuando estamos solos y no lo deseamos, y lo sufrimos, la pauta para ver si el otro (el que ya no está) debería estar ahí con nosotros es pensar cómo nos sentiríamos con esa persona, con su presencia no sólo en ese momento de urgencia, sino en nuestra vida. La diferencia está en que si el deseo del otro aparece sólo en su ausencia, entonces, no hay un deseo de ese otro que ya no está, sino un deseo de un otro que no conocemos y que -tal vez- nunca conoceremos.

Durante algún tiempo clasifiqué a las mujeres en putas, locas o boludas,  sin que una categoría excluya a la otra pero sin la posibilidad de aceptar nuevos modelos. Descubrí, también tarde, que esa etiqueta que tenía preparada me servía para cubrirme de tener que entenderlas y entenderlas a ellas (hacer ese intento) implicaba -también- un intento por ver qué había dentro mio: en mi sexualidad, en mi afectividad, en mi desnudez frente al otro.

El elogio típico que recibí de una mujer -desde muy chico- fue por el color  claro de mis ojos o por el largo de mis pestañas; sin embargo, fue una compañera de facultad la que -hace algunos años- me dijo algo que me pareció la cosa más linda que me podían decir:  que me imaginaba siendo un buen padre de una nena. Nunca lo olvidé.

Cumplo 30 años, y tengo algunas cosas: algunas mínimas comodidades obtenidas gracias a  un título universitario al que respeto pero que no me representa, también la mitad de otro título al que -quizá- nunca le agregue su media naranja (y tal vez no haga falta), un cuento publicado y algunos viejos escritos en vías de reparación, una pila de libros y películas que -de los 20 a esta parte-atravesaron mis sentidos para volverme otra persona, una segunda casa (el Alfar en Mar del Plata), un puñado de amigos que me protegen de mi propio dogmatismo, de mi propia gravedad.
Tengo también una familia particular, tramada por pocas voces y muchos pactos de silencio: "una familia a novelar".

Aprendí que no puedo conectar realmente con los otros, con el mundo, si no es a através de la palabra escrita: de esa necesidad (histórica por otro lado) surgió este blog. Nunca tuve buena oratoria, cuando hablo y quiero explicar lo que pienso de algún tema,  me atropellan los pensamientos que circulan por mi cerebro, me cuesta mucho ordenar las palabras que se acumulan en mi boca y se terminan produciendo -por congestión- silencios abruptos. Como si alguien me hubiera apuntado con el control remoto y apretado el "mute".

Y tengo, finalmente, un puñado de experiencias sensibles: varios recitales y obras de teatro que me marcaron íntimamente,  una terapia de varios años cuyos fragmentos conocidos erizan la piel de mis amigos "psi" pero que yo -en mi fuero íntimo- rescato de la hoguera; no rescato al tratamiento, o por lo menos, no a la totalidad del mismo, sino a la persona. Sólo puedo decir que ojalá todo el mundo tuviera una experiencia como la mía; no a nivel profesional, sino a nivel humano. Ese tipo de experiencias -ahora lo sé- justifican nuestra existencia.

Cumplo 30 años y cuando le pregunto a alguien: "¿tenés algún referente?", ¿admirás alguna persona?, una cara de sorpresa acompañada por un "no" como respuesta puede ser determinante para mí.

Cumplo 30 años, y -me doy cuenta- sigo en la tarea que (tal vez) nos concierne a todos: la de pensar en un "nosotros" sin soslayar el espacio que se debe ocupar como sujeto y que sólo se aprenderá a ocupar mediante el proceso que implica vencer los obstáculos que no nos permiten querernos a nosotros mismos.

Cumplo 30 años, y creo no haber leído la letra chica en el contrato que alguna vez -en sueños- firmé con el tiempo.











DESEO DE VIDA...




Hay temas polémicos que se instalan cíclicamente en la opinión pública a partir de casos concretos que promueven el debate. La despenalización del consumo de estupefacientes (más específicamente de la marihuana) es uno de ellos; el otro -desde ya- es la despenalización del aborto.
La legislación actual considera válida la posibilidad de un aborto legal sólo en casos contados.
Independientemente de los subjetivo de cada caso, me parece que se debe pensar la problemática del aborto sin dejar afuera ninguna de estas variables que me parece necesario agrupar en dos categorías: por un lado la variable mujer-hijo-padre-Estado. Por otro lado la variable progresismo-situacionismo.
En principio debo decir que escucho argumentos "pro-aborto" realmente pobres. Empezando por la llamada "libertad del cuerpo propio". Al respecto me repito: libertad de los cuerpos hay en la programación del canal venus, no en tirar fetos a la basura en bolsitas de coto.
Es interesante, porque justamente si algo tiene de maravilloso un embarazo y si tiene un efecto tan tremendo para una mujer (tanto a nivel físico como psicológico) es que "duplica los cuerpos", es decir que un cuerpo contiene a otro. Ahora bien, que esa "duplicación" no sea deseada no implica que no "exista". La teoría de la libertad del cuerpo propio cae por su propio peso. La negación de la realidad no me parece un buen argumento para despenalizar el aborto, sobre todo teniendo en cuenta que -desde esta teoría- no dicen cuándo "ese cuerpo" se debe considerar un cuerpo autónomo.
Esta misma teoría, la del "hijo que no es hijo por ser un cuerpo no deseado". puesta en boca del hombre, avalaría a los padres abandónicos a no tener que pasar cuota alimentaria a sus hijos no reconocidos. Si el hombre no tiene la posibilidad física de abortar, ¿no sería justo que le dieran la posibilidad de "abortar" a su forma? Vale decir: que la máxima "donde no hay deseo no hay responsabilidad" también lo alcance. ¿O será que la maternidad es sólo cosa de mujeres durante 9 meses y el hombre recién entra en escena -aunque no quiera, aunque sea obligado por el Estado- recién después del parto?
¿Cuándo ese cuerpo adquiere autonomía? ¿A los tres meses, a los seis, al cortarle el cordón umbilical en el parto? Y es que no tiene sentido que lo digan: partiendo de la falta de deseo de ese cuerpo, es indistinto pensar en la génesis de su autonomía.
Si allí no hay un "hijo", entonces sólo hay un "cuerpo extraño". Como una muela de juicio, o un tumor a extirpar antes de su expansión.
Pero no es la libertad de los cuerpos (un fundamento teórico a fin de cuentas) sino el "peligro de muerte" (el de las mujeres pobres que se practican abortos en forma totalmente precaria) el fundamento primero, o ya que estamos, el fundamento "madre" (un fundamento empírico) en que apoyan su petición abortista.
Acá aparece el fundamento progresista. Sobre el progresismo se pueden decir muchas cosas, desde ya. Lo primero que me interesa decir al respecto es que el progresismo no funciona en abstracto. Es decir, una medida "progresista" se debe evaluar en el marco de una determinada situación. Traducido: una medida que puede ser "progresista" en un país bien puede no serlo en otro. No por la medida en sí, sino por el sentido de la "oportunidad".
Por poner un ejemplo burdo:  en África lo progresista sería que todos tuvieran acceso a vacunas, alimento y agua potable; no al wi fi.
Lo progresista, entonces, se debe aplicar "progresivamente".
La pregunta, entonces, es si están dadas las condiciones en nuestro país para introducir medidas de este tipo, puntualmente, la legalización del aborto.
Que el argumento "empírico" sea justamente la cantidad de muertes que hay por abortos mal practicados, me da la pauta de que, probablemente, lo progresista en nuestro país sea una campaña sanitaria a fondo y a mediano y largo plazo en materia de educación sexual, y no dar luz verde al "abortismo para todos".
Se puede decir que una cosa no excluye a la otra; pero tengo mis dudas. Parece más una forma de liberarse (por no decir "desembarazarse") de las consecuencias y no de las causas de una problemática social.
Los que,  llegado a este punto, vuelven al fundamento teórico ("la libertad del cuerpo"), deberían sentar posición con respecto a los interrogantes vitales que hacen a la controversia, fundamentalmente dos:
1) ¿A partir de qué momento el cuerpo propio ya no es "exclusivamente propio"?
2) ¿Qué papel juegan tanto el padre como el propio Estado (un padre a la segunda potencia) en la protección del futuro de esa vida?
Me parece que la "ausencia de deseo" no puede prescindir de evaluar estos puntos. La ausencia de deseo es -también- ausencia de deseo argumentativo. 
"Déjennos en paz" parecen pedir. "Basta de debate, aprueben lo evidente." 
Desde un punto idealista podría decir que me preocupa la idea de un Estado que no defiende la vida.Pero también es verdad que, desde un punto de vista realista, lo cierto es que -si no hay un padre presente- el Estado no puede mucho contra una madre que no quiere a su hijo, por más instituciones que el primero ponga a su alcance para que lo cobijen.
En el caso de una mujer violada, más allá que un aborto implicaría lo mismo que en el caso de una mujer que accedió libremente a tener relaciones, lo cierto es que -por una cuestión básica del derecho- nadie tiene la obligación de hacerse cargo de lo que no le corresponde. Y no sólo no le corresponde hacerse cargo de criar a ese hijo, sino tampoco de gestarlo.
Si los abortistas quieren ampliar la legislación en favor de lo que consideran un progreso, deberían desenfundar argumentos más contundentes que la "libertad del cuerpo" y la "urgencia social del momento", por que las modificaciones legislativas -salvo excepciones, pero no en materia de derechos humanos- no deben ser para paliar "situaciones desfavorables" (para eso deberían estar las políticas de estado), sino para ordenar los derechos y obligaciones en forma estable y permanente. El problema para ellos es que arman un razonamiento en el que, al no haber deseo de vida entonces no hay vida, no hay duplicación de los cuerpos (no en forma simbólica), por lo cual el estado no tiene nada que reclamarle a la libertad de sus propios cuerpos.
¿La vida es sólo deseo? Y si es sólo deseo, ¿deseo de quién?...¿qué pasa con el deseo del padre? ¿Se convierte en un mero espectador del deseo de la madre y su uso monopólico del embarazo?
Para "ordenar los derechos y obligaciones" en forma estable y permanente no alcanza con el "situacionismo" y se necesita -entonces- la "pata teórica" del asunto.  En calidad de tal,  la máxima silenciosa "donde no hay deseo no hay vida y por lo tanto no hay responsabilidad", no parece la más adecuada para torcer el rumbo vigente.
Como siempre, a la hora de trazar perspectivas legales, se debe tratar de llegar a un equilibrio entre "lo que está pasando" (pragmatismo) y lo que "debería ser" (idealismo).
 
 
 
 
 


miércoles, 10 de octubre de 2012

OSCURAMENTE FUERTE ES LA VIDA...

Infancia Clandestina es -con Elefante blanco- lo mejor que el cine nacional nos regaló en este 2012...
Ahí están la Oreiro (con su belleza que lastima y ofende) y Ernesto Alterio (junto al chico, lo mejor de la película). Noto en el hijo del célebre actor un leve parecido a mi persona...aunque ese bigote no está en mis planes...




 

sábado, 6 de octubre de 2012

TRATAMIENTOS ALTERNATIVOS...

 




Mi prima, radicada en colonia hace tiempo, vuelve a su Banfield natal para festejar su cumpleaños con la familia, visitar amigos, y seguir el curso de biomagnetismo que comenzó este año.
Esta terapia alternativa, propone la cura de las enfermedades a través de la regulación del Ph, proceso que se logra -según esta disciplina- por medio de la implementación de imanes estratégicamente colocados en el cuerpo.
Reconozco que su discurso me genera efectos diversos: a veces curiosidad; otras comicidad (con el correspondiente esfuerzo por ocultarla), pero siempre, siempre, un gran escepticismo.
Por un lado encuentro fisuras en el discurso de mi prima; por otro lado encuentro fisuras en esta disciplina. No en sus fundamentos (por que para ello debería oponerle fundamentos médicos, y los fundamentos médicos incluyen los físicos, químicos y biológicos, de los que carezco por completo), pero sí en la forma en que esta práctica tiene de presentarse, en la sociedad,  como disciplina.
Mi prima entiende que el "estado de violencia" que se vive en todas partes, se va a acentuar de acá a poco tiempo más. Ella no sabe de atentados terroristas que se estén por cometer, tampoco de invasiones napoleónicas (más que las que ya vimos en esta primer década del siglo), mucho menos de masas de indignados europeos que decidan organizarse militarmente para levantarse contra la comunidad europea y el FMI (¿el núcleo del disturbio, tal vez?). No. ¿Qué sabe mi prima? Sabe (según alguna fuente que desconozco pero que, al parecer, le inspira mucha confianza) que se va a producir -a escala global- un desajuste electromagnético que va a afectar violentamente a aquellas personas que no se encuentren debidamente inmunizadas (que son las que no suscriben las practicas de las que ella sí es devota, y que por lo tanto viven en estado de "animalidad levemente controlada")
Ni guerras, ni capitalismo salvaje, ni FMI, ni clases sociales, ni medios dominantes. Los imanes de prima se encargan de generar un campo magnético alrededor del cual pilas de discursos de psicología, historia, economía, política, sociología...las ciencias sociales todas básicamente, son dejadas afuera, quedando -sin que se den cuenta- en el mismo lugar que la medicina alopática: el de elementos obsoletos para pensar y vivir.
Una cosa es, desde la perspectiva de un sujeto individual, llevar adelante una práctica alternativa a la medicina tradicional, que tendrá mayor o menor credibilidad según la cantidad de gente que la practique y los resultados que griten a los cuatro vientos, y otra cosa es  -montado sobre los fundamentos de esta práctica- hacer un pronóstico que tiene más sustento metafísico que empírico. La afirmación de mi prima no desvirtúa el biomagnetismo; sí le quita puntos a ella en su papel de exhortadora, porque la emparenta con la predica religiosa de la que cualquier férreo racionalista saldría huyendo despavorido.
"A  mi hermano esto no le interesa", me dice.  A  mi tampoco me dan ganas de interesarme, cuando la persona que me sugiere el interés tiene -ante un fenómeno inabarcable como la "violencia social"- una salida tan inverosímil como la que acabo de comentar.
Eso con respecto a una de las cultoras del movimiento. Con respecto al movimiento en sí; no alcanza para legitimarlos decir que no pueden surgir porque del otro lado del mostrador hay institucionalizada una industria farmacológica que no busca sanar, sino generar clientes (es decir pacientes crónicos).
Como se trata de la salud de las personas, en lugar de armar su kiosquito en las afueras de la medicina legal, deberían salir a la cancha "formalmente", como político que busca legitimar su lugar desde un partido. Es decir,  salir a dar la pelea y ganarla, y crear sus propias instituciones con reconocimiento científico.
"No hay chances: nos pisan la cabeza. Por un lado, enfrentamos a un monstruo; por otro lado, lo que proponemos genera miedo, como genera todo lo nuevo...hay mucho escepticismo" Esa podría ser la respuesta de alguno.
Parece que la industria de los medicamentos es en verdad fuerte como para tener cooptados a los estados nacionales, dado que a estos últimos les sería mucho más económico acabar con la medicina tradicional para repartir imanes entre las personas como quien reparte preservativos. Que los estados tengan negocios espurios con la industria de la cura no quiere decir que esa industria no funcione (aunque con su falencias, como todo) y pueda ser reemplazada alegremente por otra. Justamente, la cooptación no parece tener su razón de ser sólo en cuestiones económicas sino también por cuestiones sanitaristas de las que todo Estado deberería hacerse cargo.
Lo que quiero decir es que, si la batalla por la institucionalización estatal está perdida, entonces, si su afán curativo es tan grande, y su filantropía luce rasgos irreversibles, dado que su actividad no tiene ningún soporte estatal, por una cuestión de respeto y de aceptación del lugar "para-medicinal" que ocupan en la sociedad, no deberían lucrar con lo que hacen.
Si quieren lucrar, que formulen postulados serios, salgan a la cancha con el mejor equipo que tengan, jueguen y ganen un espacio "oficial". Pero lucrar desde las sombras no; también lo hace la señora que tira las cartas. También -según ella- con todo el derecho del mundo, a cobrar por su "saber".
La diferencia está en que la señora que tira las cartas me genera risa, y las "prácticas alternativas" bastante preocupación; para mucha gente dejan de ser "complementarias"  para ser definitivas. Y una vez que esas prácticas se hacen definitivas en un organismo, no hay forma de saber con precisión qué es lo que pasa con él.
Y estos recaudos por que hablamos del lenguaje médico, es decir, el lenguaje que implica los cuidados del cuerpo para ponerlo en condiciones de desplegar los diversos lenguajes del mundo.
Y la medicina no es poesía, no?
No es poesía, no...pero tampoco debería ser una cuestión de fe.



Recomiendo leer al respecto el debate publicado en el blog
CAE
(Cinicismo, Agnosticismo, Escepticismo.)

LA EXPERIENCIA SIN FILTROS...



Para delirio de muchos (y yo, en general, contengo multitudes) vuelve Pearl Jam. Será el miércoles 3 de Abril del 2013, en la Costanera (maldito sea el día en el que se decidió que cualquier día era "hábil" para descontrolar la rutina de nuestras vidas y malditos sean los tipos que diseñan con tanta crueldad los eventos sociales en los que nuestros estados de felicidad más pura tienen cabida en nuestros cuerpos, quedando -en consecuencia- los mismos presos del diseño de los otros).
Se trata, entonces, de estados de la felicidad. Y de cómo, a partir de ciertos exponentes, la música sea -tal vez- ese lenguaje autónomo que, haciendo uso de una tiranía hermosa, llega sin filtros de ningún tipo, directo al corazón de una persona.
Sin filtros estaremos allí, como el año pasado en el estadio único de la plata, o como en el 2005 en las dos primeras -y míticas- noches de ferro: hombres y mujeres convertido en un  tejido humano agitándose como sábanas mientras Vedder y los suyos hacen lo que vienen haciendo desde hace ya veinte años: una música pendular, que oscila entre canciones que funden los cuerpos en la proximidad de la noche, que invitan a saltar de una vez  y nunca más tocar el piso ("Do the evolution", "Even flow", la siempre desgarradora "Jeremy") y canciones melodiosas que irremediablemente te hacen "uno" en la multitud ("Release", "Elderly woman", "Just breath").

Todo eso, y pensamientos que llegan como mariposas...

jueves, 4 de octubre de 2012

FANTASMAS Y VERDAD...





Entrevista al escritor Juan José Becerra para Página 12, por Silvina Friera.

La crítica al mercado editorial que hay en su novela ("Toda la verdad"), a la facilidad con la que se construyen libros y figuras públicas, ¿estaba en mente cuando comenzó a escribir?

–Hay un elemento realista en la novela que podría leerse como una crítica a la industria cultural, pero no sé si lo pensé en esos términos. En el fondo lo que dice la novela es que existe un mercado para todo: un mercado para el sentido y para la construcción de figuras. Parece un fenómeno milagroso inventar un éxito; sin embargo, es un milagro muy común que la industria está en condiciones de consumar cuando se le ocurra. Este quizá sea el elemento más político de la novela: cómo convertir una experiencia personal de huida y al mismo tiempo de repliegue hacia el interior de sí mismo en un hecho público, a través de ciertos pases mágicos de la industria del entretenimiento.

–¿Por qué adquieren tanto relieve las experiencias personales en este tipo de “literatura de autoayuda”?

–Son libros que explican cómo vivir y están llenos de conceptos trascendentes, entre los cuales la verdad es uno de los más destacados. Hay cierto de tipo de lectores que pretenden que la experiencia de lectura no sólo atienda al placer que se puede sentir, sino que esperan que le proporcione una especie de enseñanza informal que lo ayude a vivir mejor. Son como libros placebos.

–Las experiencias personales también conforman la materia prima del escritor, aunque no escriba “libros placebos”, como el protagonista de su novela.

–La transmisión de la experiencia de Miranda es una operación que falsifica la experiencia; es en parte el problema de la literatura, porque cualquier persona que escriba sabe muy bien en qué consiste la experiencia de escribir, una experiencia muy deprimente en la que uno tiene que tomar decisiones acerca de las cosas que pretende decir y las formas en que va a decirlas. Pero con el libro consumado, te parece que los méritos siempre son decepcionantes en relación con las ilusiones anteriores. Salvando las distancias de orden estético, la literatura tiene el mismo problema que la autoayuda.

–¿Se refiere a que la “experiencia original” se pierde en la escritura?

–No hay nada que pueda dar cuenta de la experiencia, ni siquiera la literatura. La historia de mi novela cuenta un poco esa maldición. En relación a los fenómenos de la experiencia personal, que es la única experiencia que vale la pena para escribir, la literatura no sólo no es la copia fiel de los acontecimientos, sino que al mismo tiempo atrasa respecto de los acontecimientos. Este es un tema de la literatura y del arte en general: cómo la experiencia transcurre en el tiempo y la escritura también, pero en otro tiempo; un tiempo diferido que no tiene posibilidades de sincronizar, ni siquiera de la forma más rigurosa que consistiría en llevar un diario, que sería también un aparato de ficción.
El tedio de la rutina –la escritura de una novela de más de 500 páginas, El espectáculo del tiempo, que se publicará en breve– amenazó con agotar el combustible del engranaje narrativo de Becerra. El pertinaz entusiasmo inicial declinó en una convicción tibia. A su manera, como el ingeniero Miranda, un día Becerra huyó de sí mismo. No se fue al campo ni se aisló. Decidió cambiar de ruta y ajustar cuentas con la experiencia de escribir. Sin un norte, pero con la intención de esquivar una abulia que amagaba con minar su ánimo, bosquejó las primeras líneas de Toda la verdad. “Cuando no tenés un plan, es imposible no avanzar; no hay alternativa. La potencia narrativa es un hecho que sucede sin la planificación”, subraya Becerra. “Me gustaría escribir primeras novelas; tratar de escribir mi próxima novela como si fuese la novela de un debutante”, confiesa.

–¿Por qué ese deseo de escribir como si recién comenzara?

–El estilo personal consolidado no es un buen consejero. La vacilación y la duda son valores importantes en la literatura. Escribir una novela como si uno no supiera escribir, es una buena experiencia que obedece a un tipo de amnesia más o menos controlada. Cuando uno cae por ese túnel de amnesia, se encuentra con situaciones recomendables, como la de olvidar el modo en que uno escribía, incluso también escribir contra los recursos propios.

–¿Comparte la afirmación que hace el narrador de su novela: “lenguaje y verdad nunca fueron ni serán compatibles”?

–En esa frase que impregna mi novela se puede sustituir tranquilamente la palabra verdad por tiempo. La verdad sucede en el tiempo; por lo tanto la verdad a la que uno puede acceder es meramente una verdad ilusoria. El lenguaje que viene a reparar esa verdad sería como el segundo o tercer desprendimiento de un acontecimiento que ya no está en ningún lado. Cuando se habla de verdad en la novela, lo que se está diciendo es que eso que llamamos verdad, que se supone una categoría que requiere cierta estabilidad para ser nombrada, desaparece por completo. La única verdad que funciona o que podemos considerar como tal es la verdad biológica, la verdad corporal.

–El ingeniero se convierte en una especie de “filósofo sin escritura” en el momento en que un “escritor fantasma” escribe por él. ¿Se puede ser escritor sin escritura?

–Es difícil... se puede tener un pensamiento de escritor y no escribir, pero creo que no sería un escritor. En el caso de la novela, va más por el lado de la filosofía silvestre, lo que se conoce como filosofar. Me interesa mucho cuando una persona se pone a filosofar sin conocimientos de la historia de la filosofía porque no sólo todo el mundo tiene derecho a filosofar sin filosofía, sino que cualquier persona, por más que no tenga demasiados recursos, puede llegar a encontrar cierto sentido en las profundidades de sí mismo. Miranda considera que su experiencia en el campo es una experiencia filosófica, incluso cree que ha vivido algo inédito para cualquier ser humano. Pero no es una experiencia que sepamos a través de él. Sabemos que Miranda le contó la experiencia a una mujer, Margarita Russo; que ella se lo contó a una amiga y esa amiga se lo contó al marido, que es filósofo. Y ese filósofo se lo contó a un editor, que a su vez contrató a un “escritor fantasma” para convertir en texto esa experiencia. Miranda tiene la experiencia, pero esa experiencia está vampirizada por la industria editorial.

–¿Trabajó alguna vez de “escritor fantasma”?

–No, pero todos los escritores somos un poco fantasmas de alguien que no sabemos quién es (risas). La figura del “escritor fantasma” me interesa; escribir para otro es muy ambiguo, algo que está por verse porque el que escribe para otro también escribe para sí mismo. El escritor fantasma es una figura tan compleja como la del escritor.

–¿Cómo explica el hecho de que se consagren y desechen libros o figuras a una velocidad apabullante?

–Todos los fenómenos ligados al consumo son fulminantes; consumir es un hecho violento y feroz, consumir best sellers también, aunque sea un libro. Hay una parábola del libro express, que es lo más realista que tiene la novela, además de la aparición del agente literario, Wally Salvans, que para mí es como una especie de Gaby Alvarez que habla la lengua de Nicolino Locche (risas).

–A propósito de la lengua, o del lenguaje, la palabra “verdad” sigue teniendo demasiado peso pero, ¿quién aguantaría vivir todo el tiempo en la cultura de la verdad?

–Nadie soporta la verdad, ni el que la quiere decir ni el que la quiere escuchar. ¿Hasta dónde soy capaz de escuchar una verdad, de soportarla o decirla? La verdad es censurada por las convenciones sociales. Y en buena hora; imaginate un mundo en el que todos dijésemos la verdad. ¡Sería un mundo insoportable! Es evidente que hay cosas que no se pueden decir. El lenguaje cumple esa función de cercar, de decir hasta ahí nomás. La ficción es una zona franca gobernada por la impunidad, a diferencia de la filosofía que tiene que ser respetuosa de los protocolos. La literatura es la más salvaje de las disciplinas del lenguaje; incluye a todas las demás. Por lo tanto, uno puede hacer una novela filosófica ironizando sobre la filosofía.

–Pero la palabra “verdad” pertenece al campo de la filosofía más que al de la literatura.

–Sí, es cierto que la verdad es patrimonio de la filosofía. Pero como es una disciplina muy arrogante, la literatura se siente con el derecho de que cualquier palabra que anda dando vueltas por ahí pueda formar parte de su patrimonio. La literatura puede intervenir en el campo de la filosofía para decir de una manera retorcida ciertas cuestiones que para decirlas seriamente hay que tener derecho, ser filósofo. El mundo formal de un escritor es un mundo de prejuicios del que conviene salir un poco.

martes, 2 de octubre de 2012

PAPELES INESPERADOS, 2° ENTREGA: "EL ARTISTA ADOLESCENTE"




La soledad se pasea por las calles...
con su mirada espumosa...
con su espíritu vacío...
con su figura inconfundible...
y con los brazos siempre abiertos...

Nos invita a escapar del mundo de hoy...
ella es tu seguridad...
es lo más secreto...
lo más sagrado...
y es, también, lo mejor guardado...
de soledad están hechos los espejos..
de soledad están hechos los fracasos...
de soledad está hecho ese corazón...
que mira desde abajo, mientras trepa a mi ventana...

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De tanto imaginar la caída, ya nada se rompe en mí...
no hay lugar para minutos abiertos...
en estos tiempos amargos de ahora o nunca...
no hay lugar para rosas profundas...
sí para sienes de cotillón...
y el tiempo nos vomita a un espacio limitado...
del cual somos presas sin razón...
y ese espacio llamado mundo..
nos alimenta con su esterilidad reinante...
con su ceguera infinita...
con su ceguera invisible...

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Al pecar de nuevo ves...
que sólo Dios sabe esconder sus pecados...
sólo Dios (quizá también el Diablo) sabe guardar sus secretos...
los nuestros florecen en nuestro otoño...
sobre nuestra mesa...
en nuestro cuerpo desnudo..
en nuestros corazones vírgenes,,,
que sufren con cada sentimiento tardío...
en los días perdidos..
de un par de ojos atados...

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Sangre caliente corriendo por las venas...
sangre fría, muerta en las veredas...
y ellos siguen plantando casas...
y siguen construyendo árboles...
mientras escupen desde el balcón...
a tus penas que, como piedras, caen una y otra vez...
sobre sueños que se queman...
en los que el lobo era cordero...
y el cordero lobo...
pero la verdad está empañada...
la verdad murió al nacer el primer hombre...
la verdad flota en el aire; es el aire...
no existen los corderos...
todos somos lobos...
lobos hambrientos listos para devorar ilusiones ajenas...
listos para devorar el cielo y las estrellas...
listos para devorar los restos de verdad...
desparramados por el piso...
de una mente estrangulada...

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Esa brisa fina que engalana tu mirada...
y a tu aliento más fiel...
rompe su copa vacía...
y sus nidos de cristal..
Sobre esa vida...
ya no hay vida en el cielo...
ya no hay impunes navidades..
ni estrellas ni colores...
sopla un viento frío en su cueva...
sopla un viento frío en su corazón...
y en su alma débil...
juegan niños sin juguetes...
y mueren hombres sin razón...
dejando atrás al tiempo...
inerte en un cajón...

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Todo llanto es deseo...
todo llanto es memoria...
es ambición y fortaleza...
el llanto es humano, es ser...
limpia el dolor de la piel, abraza la conciencia y ya no se deja ver...
las lágrimas no van al cielo; nos envían a nosotros...

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Que no se sepa...

Sentado en un rincón de la habitación, aspira con rapidez. La plenitud está en camino y -cuando llegue- su copa se llenará de una felicidad tóxica de la que beberá con desesperación. Van cayendo las últimas flores, y ahora su piel es un jardín de rosas muertas que se desprenden de las rejas de su mente. Sus deseos flotan en la noche, y ésta llena sus manos de miseria gris. Ansía poder escapar de un cuerpo que le es hostil. Imposible mayor exposición; imposible mayor desnudez. La muerte lo encontrará sin vida.
La muerte lo envuelve y lo arrastra hacia el olvido. Allí, en el olvido, muy pronto volverá a nacer.

PAPELES INESPERADOS...(DEVUELTOS POR EL VIENTO)




"Se cumplen tres años de mi fiesta de egresados. Hace tres años que terminé el secundario, y me parece que hubieran pasado tres meses. Ayer tomé conciencia de esto mientras estaba en la fiesta de egresados de la hermana de un amigo. Y es curioso, porque si bien me encantaría poder volver el tiempo atrás para estar de nuevo sentado en mi banco, divirtiéndome y haciéndole la vida imposible a los profesores, lo cierto es que no tengo el más mínimo interés por la mayoría de mis ex-compañeros y compañeras. Y digo que es curioso porque cuando estábamos juntos dábamos la impresión de ser un grupo unido, en el que todos nos apoyábamos. Pero no fue así.
La verdad se escribe en el tiempo y con el tiempo, y la verdad es que ahora -a la distancia- puedo decir que rescato a muy poca gente. Eso no me genera culpa ni nada que se le parezca. Volvería atrás con mi mentalidad de antes, que no es muy distinta de la actual, pero sí más flexible.
El quilombo funciona como una cortina de humo. Funciona de la forma más ambigua: libera lo mejor exhibiendo lo peor: puro esplendor adolescente, pura adrenalina desbordando la copa de padres y madres, de docentes y directores consternados ante semejante demostración de normalidad.
Detrás del humo traté de buscar algo real: algo valioso. Algún tesoro. Lo encontré pocas veces, en pocas personas, aunque debo decir que no fui un buscador infatigable.
No me arrepiento de casi nada de lo que hice en estos cinco años. No me arrepiento de haber disfrutado de compartir un período de mi vida con gente que hoy -tres años después- no sólo no me preocupa sus vidas, sino que -de encontrármelos en un boliche- no me movería más de dos metros saludar. Son extraños; nunca fueron mis amigos. Y puedo nombrar a mis amigos: Daniel, Facundo, Hernán, Gustavo, Marcos y Guillermo. Al resto le deseo suerte.
Sucede, tal vez, que haber estado alejado en este tiempo me hizo bien. Creo que la mejor forma de analizar una situación es hacerlo desde afuera, pero habiendo estado algún día adentro.
También pienso que, a veces, el corazón en más burocrático que la municipalidad y que el miedo a no ser logra que no seas.
Cambié porque ya no tolero participar de las cosas que participaba hace tres años. Y, al confrontar el pasado con el presente, los recuerdos que aterrizan en mi cabeza me dejan un sabor agridulce, porque hoy también es parte del pasado. El presente es mañana, como la eternidad.
Mi presente es la facultad de derecho; mañana no lo sé. Y mientras viajo en el 37 mirando por la ventanilla, me gusta pensar que el cielo está más cerca de lo que parece, que incluso puede viajar conmigo en el mismo colectivo. Pensar así me puede ayudar."