Una delivery de incongruencias al servicio de la dama que cuelga del hombro de la cartera o de la billetera en la que duerme, junto a roca y belgrano prensados, el caballero suburbano.
jueves, 12 de diciembre de 2013
LA SALSA DEL TÌO TONY...
Última entrega del año de los diarios del agente judicial. Mañana es la comida que organiza todos los años el Tony Soprano de los abogados laboralistas de zona sur. La semana pasada la secretaria, delante de todo el tribunal, dio a conocer la fecha del evento. Después me miró y me preguntó: ¿"vos vas?" Le digo que no. Uno de los jueces (nuestro Fayt) me pregunta "¿no vas por principios?". Me sorprendió que alguien se animara a preguntarme eso. Le respondo: "claro, no voy justamente por eso." Termino de hablar y noto que el ambiente se carga, por unos segundos, de un silencio denso, espeso. La prosecretaria, entonces, corta la situación con un ¿chiste?: "yo voy, si a mi me ofrecen un buen plato de comida los principios me importan muy poco" dijo, replicando de una manera asombrosa la forma en que se manifiesta cotidianamente la secretaria; es decir, decir la verdad, pero recubierta de un tono zumbón, jocoso.
Hace unos días, Tony en persona pasó -despacho por despacho- para invitar al personal a su almuerzo de este viernes. Al entrar en mi oficina, muy respetuoso él, me dijo: "cómo está (Tony estafa a sus propios clientes, soborna a los peritos y acosa un poquito a sus empleadas pero -eso sí- no tutea a la gente, por que sabe que la caballerosidad es como el DNI: algo que todo hombre debe portar cuando sale de su domicilio), simplemente quería recordarle que el viernes es el almuerzo. Sólo nos falta conseguir el animador y está todo organizado." Me hace reír. Le digo que la animación no es mi fuerte, por lo que no lo voy a poder ayudarlo con el show. Él también se ríe y me dice que no pensaba darle trabajo a los empleados de los tribunales. Que ya bastante con el trabajo que les da durante el año. Un grande Tony.
Porque hay que tener la pija bien grande para pagarle un almuerzo a unas 80 personas en un restauran finoli, con postre también finoli (nada de ronda de queso y dulce) y animador inclusive.
Y a todos nos gusta saber que hay tipos con la pija bien bien gorda.Por que nos hace prestar atención a nuestra anatomía cuando vamos al baño y ahí decimos: "uh, a mi me falta. ¡¿Qué tengo que hacer para que este pedacito de carne crezca y sea tan grande como para que todo el mundo quiera colgarse de acá!?.
No hay algo más concreto, más contundente que eso. Contra ese vigor, contra semejante contundencia derramada, no hay palabras. No hay defensa posible.
La prosecretaria, con su "chiste", no abrió la causa a prueba, sino que declaró la cuestión de puro derecho y -acto seguido- sacó sentencia: va a ir. Lo mismo que la mayoría de la "familia judicial". Van a ir. Porque a las cosas concretas que dan placer, a las cosas gratis que dan placer -una pija gorda, un plato de comida rica, un animador entrenado en hacer reír- no se le puede oponer ningún placer que lo desplace, que lo inhiba.
No puedo compartir mi placer con ellos. Y es una lástima, por mi placer -les juro- es tan grande como el pene erecto de Tony. Una lástima que consideren mi postura como alienigena.
Los entiendo. Después de todo, como diría papá, todos somos humanos. Todos tenemos defectos y virtudes. Tony también debe tener su virtudes; no seamos injustos. Y qué mejor cualidad puede tener una persona que no juzgar al prójimo. La falacia de ese razonamiento increíblemente banal es que cae inmediatamente apenas uno se mira al espejo: uno es justamente un prójimo. Ahí está la base para juzgar y ser juzgados. Ahí la base para que haya un ordenamiento legal.Culpas. Penas. Normas. Todo el material con el que mis compañeros de trabajo se sientan todas las mañanas en sus escritorios.Allí la falacia.
Y aquí el cinismo: nadie habla bien de Tony.
Y qué mejor que pensar en estas cosas -aunque sabemos que no van a pensar en estas cosas- mientras sumergimos nuestra cabeza en la salsa especial que el chef del anfitrión prepara con sus manos maestras.
Qué mejor que pensar que todo se trata de vivir y dejar vivir, hasta que nos joden a nosotros -hasta que Tony, de un buen pijazo, te cierra las puertas del restaurant y -entonces sí- código civil en mano, preguntamos cómo puede ser. Cómo puede ser que le pasen a estas cosas a las personas que sólo quieren gozar de los placeres que buenamente puedan procurarse.
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