domingo, 19 de febrero de 2012

LOS ORADORES INFIELES...





Somos oradores infieles, ideólogos sin discípulos, predicadores en el desierto. No hay nada detrás de nosotros, nada debajo de nosotros, que nos sostenga. Revolucionarios sin revolución: eso somos

La revolución es un sueño eterno (A. Rivera, 1987
)


Alguna vez Julio Cortázar dijo que Antonio Di Benedetto pertenecía a esa clase de escritores que no buscan la reconstrucción ideológica del pasado, sino que está en ese pasado. No se trata de una evocación, sino de una voz que viene desde las entrañas profundas de la historia argentina. Andrés Rivera pertenece a esa clase de escritores. Acaso el triunfo de libros como “El Farmer” y “La revolución es un sueño eterno” sea el de construir el alma y el cuerpo de Rosas y Castelli. No se trata de utilizarlos para hacerlos decir aquello que el escritor quiere decir, si no de construir a Rosas y Castelli desde su mismo espíritu. Por este motivo la escritura del Farmer debe haber sido para Rivera una lucha contra su propio ego de escritor. Rivera comprendió el paso necesario de todo gran artista. Ir en contra de su propia habilidad. Sólo así pudo escribir desde la primera persona de su personaje histórico más odiado. Probablemente esta sea su enseñanza literaria mas grande.

El primer oficio de Andrés Rivera fue de tejedor, en una fábrica en Villa Lynch, en el conurbano bonaerense. A la par con su trabajo como obrero textil, al caminar por esas calles donde los telares retumbaban las veinticuatro horas del día, Rivera se transformaba en escritor. “Aprendí que lo que se puede escribir en dos líneas no hay que escribirlo en diez, porque el resto es gordura. Eso fue parte de mi aprendizaje en el oficio de narrar. ¿Qué le quité a los escritos? Retórica. Ese fue un aprendizaje largo y lento”.
–Era un momento de fuerte despliegue industrial y con muy fuertes connotaciones políticas. La mayoría de los tejedores, de las devanadoras, eran peronistas. Yo no lo soy, no lo fui nunca. Me eligieron secretario de la Comisión Interna y ejercí ese cargo, que por cierto disfruté. Cuando me tocaba el turno noche, desde las 21 hasta las 5 de la mañana siguiente, no estaba el capataz. Entonces me podía cruzar, hablar con los otros compañeros, podía leer. Y por supuesto esas noches yo escribía. Los rollos de seda tenían en sus bordes largas tiras de papel para mantener la tensión del hilado y allí anotaba. Fue una experiencia muy placentera, muy intensa y eso me sirvió para advertir en qué mundo estaba viviendo. Ese mundo siguió vivo para mí y me hizo comprender con mucha intensidad el país en el que vivía y en el que intentaba escribir. Eso traté de trasladarlo, no exactamente “la pintura realista” de ese ambiente, pero traté de trasladar una cantidad de vivencias y de lecturas a lo que yo escribía y ahí empezaron a nacer los libros. El primero de ellos fue “El precio” y allí está más o menos con mayor o menor intensidad registrado ese universo.

–¿Hay algún escritor contemporáneo que le guste leer?

–Creo que fue Borges quien dijo, “Yo ya no leo, releo“. Tengo una buena biblioteca de los policiales negros norteamericanos, que son muy buenos, los norteamericanos y la serie negra, Chandler, Hammet, Thompson. Y luego la otra literatura que me influenció por larguísimo tiempo fue la norteamericana, particularmente Faulkner y Hemingway, de éste último particularmente sus cuentos. “Por quién doblan las campanas” me pareció siempre, de la primera línea a la última, el ejercicio trabajoso, esforzado de un liberal norteamericano. Si quiere desde el punto de vista formal, un verdadero escritor es alguien que sabe cuándo hay que cortar, cuándo hay que limpiar, cuándo hay que borrar. Le doy un nombre: Borges, que no ha escrito ninguna novela, ha escrito cuentos, ensayos. Luego lo otro, que viene apareado, es la postura política del escritor. Pero quiero advertir esto: Balzac fue un reaccionario y así lo leyó Marx, pero Marx consideraba que era el mejor escritor de Francia, porque Balzac no traicionó su oficio.

–Usted afirmó que un verdadero escritor no puede ser peronista…


–Y efectivamente no. Usted me va a nombrar a Marechal. Empecemos por algo, Marechal vivió una contradicción muy profunda. Él ya era escritor cuando adivinó el peronismo y adhirió al peronismo y al mismo tiempo se manifestó solidario con la Cuba revolucionaria.

–En el “Amigo de Baudelaire” usted escribió: “Cuando el frenesí del Sr. Sarmiento no despierte siquiera pena. Cuando yo ya no esté.” ¿Qué cree que va a pasar cuando usted ya no esté?

–Durante mucho tiempo esa pregunta que me formula me atormentó. Realmente me atormentó. Porque uno tiene ego, voy a usar una palabra que ahora se usa con asiduidad, tiene ánimo de trascendencia. A esta altura no me interesa. Sé que he escrito algunos libros que merecen leerse y que confío que se leerán. Eso es todo. “La revolución es un sueño eterno” es uno de los libros que puedo defender de la primera a la última línea. He vuelto a reescribir “El precio” y hay una nueva versión en donde limpié toda la retórica, todo lo que era grasa que sobraba.


–¿Cómo ve hoy América latina y la situación regional que hoy vive?

–No conozco en América latina, un partido que, no importa cuántos votos pueda recoger en una elección, se proponga cambiar el sistema. Es decir, los países que en América latina, pueden encolumnarse en lo que se llama progresistas no han eliminado la propiedad privada y no hay más nada que decir luego. Porque eliminar la propiedad privada es cambiar radicalmente el universo de un país, tanto la conciencia, los impulsos de sus habitantes, como en el terreno ideológico, político y económico. Y eso no ocurre.


–Andrés Rivera, acerca de la juventud.


–Yo no doy consejos. Se equivocan solos, todos nos equivocamos sin necesidad de que nos vengan a aconsejar. Los jóvenes forman parte de un proceso. Una pregunta que hay que formularse es “¿Por qué los jóvenes desdeñan la política?“. Porque lo aprendieron, hubo transmisiones orales de generación en generación, que “todos los políticos son ladrones, la política es sucia, no te metás en política“, porque meterse en política implica riesgos. Además, ¿dónde van a ingresar los jóvenes para llevar adelante su ejercicio político, sus dibujos ideológicos? ¿A la Unión Cívica Radical? ¿Al PO? Para hablar del otro extremo, ¿a las pequeñas organizaciones que se reivindican socialistas? Por cierto que aquellos que pisan el umbral de esas pequeñas organizaciones que se reivindican socialistas tienen una conciencia política uno o dos o tres escalones más avanzados que el resto de los jóvenes, porque los otros están en el no te metás. Esta es la situación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario