martes, 10 de agosto de 2010

EL CUADRO QUE CAE SOBRE LA NIEVE...



Un ruido seco me despierta en plena noche. Prendo la luz y miro, con los ojos apenas entreabiertos, los objetos a mi alrededor: todo en su lugar, excepto el cuadro de la foto del viaje de egresados.
Obsesivo de las fechas, neurótico de pura cepa, entiendo el llamado del cuadro en la fría madrugada. Y es que esa foto me reclama, me interpela, me sustrae, me toma de la mano y me lleva diez años atrás, exactamente 10 años atrás. Un 10 de Agosto de 2000. Un eco que retumba, unas voces inaudibles que convocan mi presencia en un pasado inmortal.
¿Cómo regresar? ¿Para qué hacerlo? El cuadro no responde, solo me observa a través de decenas de ojos y cuerpos adolescentes, me seduce y me atrapa con su fondo de nieve.
¿Qué hay en ese cuadro que no haya en esta pieza? ¿Dónde están todos?
Necesito, esta noche, saber que están todos. Los necesito. Pienso en ustedes, en que no quiero que me dejen solo ("no me dejen solo, hijos de puta"), y en que la única forma de no sentirme solo, esta noche, es pensando que ustedes están bien.
Necesito pensar que sus cuadros duermen en silencio, que no los llaman de madrugada para pedirles lo imposible; lo que todos queremos: volver a estar otra vez ahí, radiantemente estùpidos, felices e inmortales.

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