domingo, 25 de julio de 2010

LO IMBORRABLE...



El martes un trágico episodio conmocionó a la región: Una mujer y su hijo se arrojaron desde un octavo piso de un edificio ubicado en pleno centro comercial de Lanús porque el departamento se estaba prendiendo fuego. El pequeño murió en el acto y ella está grave. Desde el hospital Evita confirmaron que registró una “leve mejoría”, pero todavía su estado es delicado.

“Hoy estuvo un poco mejor. Esta en buena y lenta evolución. sin dejar de tener en cuenta el estado de gravedad que tiene, esta levemente mejor”, aseguraron desde el Hospital Evita a Info Región.

Además, señalaron que “se está pensando en sacarle el tuvo de oxígeno. Está con respirador mecánico, pero la idea es quitárselo para ver si puede respirar por sus propios medios”.

“Llegó con fractura de tibia y peroné, traumatismos en las piernas y en el tórax; es decir, que tiene una lesión en cada pulmón”, mencionaron desde el Evita. La mujer ya fue operada y está cursando el postoperatorio.

El miércoles, el hospital entregó un parte médico en que el detallaba que la chica de unos 25 años llegó con “el 30 por ciento de su cuerpo quemado”.

Por otra parte, los pesquisas no pudieron determinar aún cuáles fueron las causas que desataron el incendio en el departamento, ubicado en la calle 29 de Septiembre al 2200, frente a la estación de trenes de Lanús, aunque las primeras pericias determinaron que se habría tratado de una “falla eléctrica”.

Mientras la mujer continúa recuperándose de a poco, los vecinos no pueden salir de su asombro. Las terribles imágenes de la tarde del martes calaron hondo en el barrio. El fuego se desató cerca de las 17 y en cuando un patrullero pasaba por la zona divisó la densa columna de humo y dio el alerta a la Policía y los Bomberos.

Mientras realizaban los llamados de emergencia, la mujer cayó e impactó previamente contra un cartel publicitario, lo que habría amortiguado el golpe. Mientras los efectivos la auxiliaban, vieron caer al pequeño de cinco años, quien murió en el acto...........................................................................................................................................Yo estuve ahí. Desde la plaza de la estación Lanús vi salir al balcón de su departamento (en un octavo piso) a una mujer, que, dejando atrás un fuego que lo cubría todo, se tiró de cabeza al vacío.
Algunas personas salieron corriendo en dirección al puente, para pasar al otro lado de la estación y encontrarse con la verdad de la tragedia. Hubo, a mi alrededor mujeres, muchas, que empezaron a llorar desconsoladamente, hombres que hablaban por celular, tratando de comunicarse con la policía, con los bomberos, con dios. Yo me quedé duro, rígido, estático, con la cabeza en alto, mirando las llamas que salían del departamento.
Así estuve varios minutos, hasta que, lentamente, volví caminando a mi casa.
Recuerdo las cosas que me tocó ver a lo largo de mi vida: peleas callejeras a la salida de boliches, accidentes de tránsito, algún robo. Nada, nunca, me afectó tanto como esto ahora.
Pienso, entonces, en la cercanía de lo trágico (“elefante”), en cómo lo trágico rodea, silenciosamente muchas veces, a ese ámbito de seguridad que es nuestra cotidianeidad. Pienso en esas cosas y, al recordar mi rigidez, mi falta de capacidad de reacción ante la secuencia trágica del otro día, y no puedo menos que preocuparme.
¿Qué cosas nos paralizan? ¿Por qué? ¿A qué le tememos más? ¿Vos, a qué le temès más?

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