sábado, 12 de mayo de 2012

FORMAS DE VIDA...


Hacía mucho tiempo que no escuchaba hablar sobre el tema de las sectas, hasta que la semana pasada fue disparado mediáticamente a partir de la rotación que tuvo por los distintos canales el impresentable de Claudio María Domínguez (ver "el eje del mal").
Sin haber investigado mucho -o mejor dicho nada- sobre el tema, tan solo siguiendo a vuelo de pájaro los comentarios que se suscitan sobre estas grupos (incluyendo los de mi madre), no parece haber contradicción ni confusión alguna: las sectas son, pura y exclusivamente,  comunidades perversas que arrancan a las personas de su lazos familiares y sociales para luego "manipularlos psicológicamente" y así obtener una sumisión completa de su ser. Esa entrega involucra tanto el patrimonio, como así también la mente e incluso el propio cuerpo del sujeto.
Tal vez. Tal vez sean así. No lo sé. Se debería estudiar en profundidad el tema en cuestión.
Lo que sí creo es que presentarlo de esta forma es absolutamente conveniente. Presentar como perversos y bárbaros a los que viven bajo formas de vida que no siguen los preceptos y los modos de actuar, pensar y sentir que se presentan como inevitables, naturales y "propios al sentido común", es lo más conveniente.
De esta forma se cancela la sola posibilidad de pensar en si alguna alternativa de vida es posible a la que se vive bajo el estado de la "democracia absoluta" del capitalismo. En la medida que se presente sistemáticamente a los miembros de una comunidad "paranormal" como personas que secuestran, torturan o violan, ya no se puede seguir hablando del tema; sólo nos queda rezar por la pronta intervención de "nuestras" instituciones preventivas y correctivas (la policía, el fiscal, el juez) para que -lo antes posible- neutralicen el accionar de las bestias organizadas.
No se puede sostener ningún debate con un mínimo de inteligencia si nos ponen sobre la mesa casos de personas sometidas a determinadas prácticas.
Me interesa pensar en el caso de personas adultas, que libremente optan por entrar a una comunidad y libremente aceptan participar de determinadas prácticas o formas de vida que poco o nada tienen que ver con las nuestras. ¿Es posible? Claro que sí ¿Es deseable? Claro que no.
"¡Son manipulados!"- me espeta mi madre, horrorizada.
Entonces me pregunto sobre la manipulación. Y pienso que hay que ser cuidadoso cuando se habla de de "manipular". Si hablamos de personas "manipuladas" (de personas ADULTAS manipuladas) o caemos en un error general o en una subestimación individual del sujeto.
El error general sería suponer que la manipulación de estos rufianes opera sobre un pack de cosas que están en nuestra propia naturaleza humana y entonces -del mismo modo que los hackers manipulan información que está en un disco rígido de un computadora- las sectas manipulan nuestro ADN social, de modo que nuestro adn social es cambiado: de comer milanesas con puré pasamos a a comer gallinas vivas, y de vestirnos con jeans levis pasamos a usar túnicas, o a andar desnudos por ahí.
Vale decir: nosotros elegimos solitos vivir así como vivimos, es más casi no hubo que elegirlo, vino con nosotros de la cuna. En cambio esa forma de vida que no se adapta a la nuestra implica una manipulación que no debe ser permitida.
El error está, entonces, en pensar que hay algún tipo de "forma de vida" que sea propia a nuestra naturaleza humana y que esa naturaleza se esté violentando por grupos externos. Justamente, si se puede "violentar", si se puede cambiar, tal vez nuestra forma de vida no sea nada constitutivo a nuestro ser (como sí lo son las necesidades fisiológicas, la sexualidad, la afectividad y las relaciones de poder), sino justamente, formas de vida que se imponen bajo un determinado sistema social en un determinado tiempo.
De lo que se trata, en todo caso, es de disciplinar a los locos, a las comunidades manipuladoras de prácticas aberrantes (eso si hay un Estado fuerte es instituciones de control), o bien de volverlos invisibles a los ojos de la normalidad (si el Estado no es muy fuerte es instituciones disciplinarias).
En el peor de los casos, si  algún grupo se hace visible, el mismo medio que lo hizo posible deberá encargarse de sepultarlo discursivamente bajo el fondo del mar de la normalidad.
Los locos son aquellos que rompen la identidad que tenemos asignada "naturalmente". En consecuencia, las sectas -necesariamente- son agrupaciones que deben ser rigurosamente controladas por el ojo del gran hermano, para que no terminen actuando como células infecciosas que puedan llegar a contaminar los órganos vitales  del único cuerpo mundial que sigue en pie.


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